?Tirar la toalla?
Es normal preguntarse, ante determinadas actitudes, c¨®mo no tiran la toalla los especialistas en la m¨²sica del siglo XX y del XXI. El pasado mi¨¦rcoles, una obra tan maravillosa como Des Canyons aux ¨¦toiles (Messiaen), empez¨® con un lleno del 50%. Tras el descanso, se redujo al 25%. Hasta ese momento -y luego tambi¨¦n- el Grup Instrumental, con Joan Cerver¨® al frente, hab¨ªa bordado la faena. Pero al final, la conclusi¨®n decisiva siempre es la misma: el p¨²blico no quiere cosas "nuevas", aunque, como esta, sean de 1974. Aunque reflejen, como esta, la sacudida que produce la enormidad de la naturaleza. Aunque, como esta, est¨¦n impecablemente construidas. Aunque, como esta, aporten fascinadores descubrimientos t¨ªmbricos y m¨¦tricos. Y aunque, como esta, est¨¦n impecablemente interpretadas.
Des Canyons aux ¨¦toiles
De Olivier Messiaen. Grup Instrumental de Val¨¨ncia. Director: Joan Cerver¨®. Solistas: Carlos Apell¨¢niz, Juan Jos¨¦ Llimer¨¢, Manuel Gasent y Llu¨ªs Marzal. Palau de la M¨²sica. Valencia, 13 de enero de 2010.
?Dejaremos, por tanto, que se pudran en el olvido las creaciones firmadas por Messiaen, Nono, Sch?nberg y tantos otros? ?Cu¨¢l es la soluci¨®n para los compositores e int¨¦rpretes empe?ados en no limitarse a los procedimientos o al repertorio de los siglos XVIII y XIX? El problema es angustioso, especialmente para los m¨²sicos j¨®venes. No debe resultar gratificante ver que, tocando tan bien, se te vac¨ªa la sala.
De los ca?ones a las estrellas, obra encargada por el Lincoln Center para conmemorar el bicentenario de la independencia de Estados Unidos, pasea, sin caer en lo meramente descriptivo, por el Bryce Canyon del estado de Utah. Messiaen utiliza, comunicando una emoci¨®n siempre tangible, conmovedoras sonoridades arrancadas de la trompa, de la m¨¢quina de viento, de instrumentos nuevos como la xilorimba, o de antiguas combinaciones -de los cobres, por ejemplo- que, m¨¢gicamente, parecen nuevas. Pero no sirvi¨® de mucho la exquisita variedad de timbres que extrajo de su instrumento Juan Jos¨¦ Llimer¨¢. Ni el extenuante esfuerzo del pianista (Carlos Apell¨¢niz), maestro de ceremonias en esta partitura. Ni el ajuste que consigui¨® Cerver¨® en ese complejo laberinto r¨ªtmico. Lleg¨® la media parte y los abrigos de pieles, junto a muchos anoraks, se marcharon a casa. Siendo algo previsible, sucediendo casi siempre que se toca algo diferente, s¨®lo cabe agradecer a estos sufridos int¨¦rpretes que no hayan tirado ya la toalla. Para que podamos disfrutar, siquiera una vez, de las estrellas y las monta?as de Messiaen.
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