El neomachismo
Nunca pensamos que cuando nuestra democracia se fundament¨®, entre otros principios, en la libertad y la igualdad, nos iba a ser m¨¢s dif¨ªcil hacer a esta ¨²ltima efectiva y, sin embargo, el miedo a la libertad del que escribi¨® Erich Fr?mm no era nada comparado con el miedo a la igualdad, m¨¢s generalizado y resistente.
Los que defend¨ªan "los valores" de la sociedad patriarcal, aunque lo razonaran de muy diversas maneras, eran calificados de machistas. Empezaron a estar mal considerados y fueron disminuyendo "de boquilla" los que as¨ª se denominaban; pero cuando la igualdad se va haciendo m¨¢s plena comienzan a formular nuevos argumentos que, supuestamente, no la cuestionan, pero s¨ª su forma de ejercicio, con ideas que, en ocasiones, llegan a parecer incluso "razonables". Parecen distintas de las de siempre aunque, en el fondo, desean lo mismo: la subordinaci¨®n de las mujeres.
Se vuelve a demonizar el feminismo al hablar de revancha de g¨¦nero, resentimiento y dogmatismo
Miguel Lorente, en su libro denominado Los nuevos hombres nuevos. Los miedos de siempre en tiempo de igualdad, sostiene que el g¨¦nero masculino ha urdido nuevas tramas para defender su posici¨®n de poder, y ¨¦stas se basan en los supuestos problemas que la incorporaci¨®n de la mujer a la vida activa ha tenido, sobre todo, en el ¨¢mbito de las relaciones familiares. A esta nueva estrategia la denomina posmachismo, por haber nacido, dice, en el contexto de la posmodernidad, y por haber mantenido desde su aparici¨®n una cierta distancia respecto a las posiciones cl¨¢sicas del machismo o del patriarcado.
Sin embargo, y aunque me parece absolutamente correcto todo lo que argumenta, creo que es mejor denominar a esta nueva forma de pensamiento como neomachista, porque, cada d¨ªa m¨¢s, se est¨¢ transformando en una nueva ideolog¨ªa que se va extendiendo y que se caracteriza, precisamente, por tener miedo a la igualdad. Es una nueva manera de sostener las posiciones machistas de siempre, pero con nuevos discursos y nuevos contenidos. Nadie se llama hoy abiertamente, por ejemplo, fascista, pero es evidente que hay una nueva manera de serlo, y a ¨¦stos se les denomina neofascistas.
Los neomachistas equiparan el feminismo con el machismo, tratando de crear confusi¨®n en algo que no puede tenerlo, porque pretenden cosas opuestas: ¨¦ste la primac¨ªa del var¨®n y aqu¨¦l la igualdad entre mujeres y hombres. La diferencia es tan grande que no merecer¨ªa la pena ni explicitarla, a no ser porque el neomachismo intenta confundir, para poder mantener mejor sus nuevas posiciones, encaminadas, como siempre, a cuestionar los derechos de las mujeres, su autonom¨ªa y la independencia ganada. No cuestionan, dicen, la igualdad, pero s¨ª las consecuencias de su ejercicio; est¨¢n en contra de la violencia de g¨¦nero pero manifiestan con reiteraci¨®n, por ejemplo, que hay demasiados casos de denuncias falsas, sin a?adir que, si as¨ª fuera, se estar¨ªa cometiendo un delito que hay que denunciar, como en cualquier otro caso.
Hay alg¨²n juez que da miedo por las cosas que dice -no quiero ni nombrarlo porque es lo que le gustar¨ªa-, pero existen, desgraciadamente, demasiados -tambi¨¦n alguna mujer- te¨®ricos del neomachismo que surgen diariamente y que tenemos que desenmascarar como hicimos con los machistas.
Consideran la igualdad como una amenaza, pero no para ellos sino para las relaciones sociales, y lo exacerban en lo m¨¢s extremo: la violencia de g¨¦nero. El feminismo siempre ha sido ridiculizado y hoy, con nuevas formas, lo vuelve a ser con fuerza. As¨ª, hablan de revancha de g¨¦nero, de feminismo resentido, dogm¨¢tico o radical, sin m¨¢s intenci¨®n que la de volver a "demonizarlo".
Son manifestaciones de ese miedo a la igualdad que los neomachistas tratan de extender de diversas maneras: sacralizan, por ejemplo, la lactancia materna, culpabilizando a las madres que no pueden practicarla; hacen responsables a las mujeres de los problemas de los menores, con la teor¨ªa del "nido vac¨ªo"; y del aborto ni hablemos, parece que es un capricho de algunas. Ninguno de ellos dice que est¨¢ en contra de la igualdad sino que, por el contrario, afirman que somos las mujeres las que estamos haciendo una sociedad con graves problemas de convivencia como consecuencia directa de nuestra necesidad de ser libres e iguales. Nunca entendieron que sin igualdad la libertad no existe, y que aqu¨¦lla o es real o no es igualdad, y la democracia las exige ambas.
Las mujeres siempre hemos tenido que alcanzar cosas con las que los hombres ya nac¨ªan; nos relegaron al mundo privado y hemos ido conquistando -con muchos a?os y esfuerzo- parcelas de lo p¨²blico, pero llevando siempre a cuestas la vida privada. Los hombres, que ten¨ªan destinado como propio el mundo p¨²blico, lo han mantenido, y su incorporaci¨®n al otro mundo lo est¨¢ siendo en mucha menor medida, de ah¨ª las resistencias a la igualdad que perviven -pese a lo mucho que hemos avanzado- sobre todo en los pa¨ªses desarrollados, porque en otros muchos todav¨ªa siguen con el burka, s¨ªmbolo de la mayor de las discriminaciones que padecen las mujeres.
Tenemos que acabar con todos los burkas del mundo, sabiendo hacer frente con la misma contundencia a los viejos argumentos y a ¨¦stos m¨¢s sutiles del neo-machismo.
Amparo Rubiales es profesora de Universidad, abogada y consejera de Estado.
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