Las esquirlas del mundo
Poes¨ªa. Cualquier nuevo libro de John Ashbery (Rochester, 1927) es recibido en Espa?a como un acontecimiento, dado su influjo sobre los poetas j¨®venes, una proyecci¨®n de su entidad en la l¨ªrica norteamericana al menos desde la publicaci¨®n de Autorretrato en espejo convexo (1975). Ashbery concilia la tradici¨®n literaria reconocible -la que, para entendernos, desemboca en Auden, quien fue asimismo su m¨¢s prestigioso valedor- con el expresionismo abstracto pict¨®rico y con el atonalismo musical. De este ¨²ltimo proceden, si no se trata de afinidades electivas, las sucesiones argumentales opuestas a la idea de jerarqu¨ªa, vigente cuando un tema termina convirtiendo a los dem¨¢s en meras comparsas. Habituado a proporcionar claves metapo¨¦ticas de su sistema de escritura, el poema del que toma su t¨ªtulo Autorretrato... alude a un carrusel en aceleraci¨®n constante que funde los objetos en el magma indiscernible de una yuxtaposici¨®n ca¨®tica; y en la composici¨®n que abre y tambi¨¦n da t¨ªtulo a Un pa¨ªs mundano se refiere a un gran desfile -the great parade- de cuyos elementos s¨®lo queda, a la noche, una muda escombrera.
Un pa¨ªs mundano
John Ashbery
Traducci¨®n de Daniel Aguirre
Lumen. Barcelona, 2009
224 p¨¢ginas. 16,90 euros
La edici¨®n biling¨¹e de Un pa¨ªs mundano, a los dos a?os de su aparici¨®n como A worldly country, acalla toda reserva sobre la hipot¨¦tica decadencia de este octogenario, que cuestiona en su obra las seguridades sancionadas por la costumbre. No hay merma en la ambici¨®n del empe?o ni s¨ªntoma alguno de declinaci¨®n est¨¦tica. Los poemas, de verso largo, son de un narrativismo sincopado, donde los fragmentos no cuajan en una l¨®gica org¨¢nica y lineal. La circulaci¨®n discursiva de estos retazos genera la impresi¨®n de un tiovivo cuyo dinamismo se torna asfixiante para el lector. A ese ritmo torrencial y no obediente a pauta, que parece estar rehaci¨¦ndose a cada momento, contribuyen las torsiones del lenguaje, las derivas culturalistas, los resortes ret¨®ricos y los juegos de la m¨²sica; as¨ª, el poema citado de Un pa¨ªs mundano est¨¢ en buena medida formado por pareados con rima que el traductor, Daniel Aguirre, ha conseguido retener -o, mejor, recrear- en castellano. Este libro nos muestra, en fin, a Ashbery en la plenitud de su talento irreductible y proteico. Hace d¨¦cadas que el autor constituye una presencia soberana en la poes¨ªa actual, seg¨²n corresponde a los poetas verdaderamente importantes: no tanto los que erigen de la nada un modelo art¨ªstico que otros imitar¨¢n fren¨¦ticamente, como aquellos que concretan en dicho modelo rasgos preexistentes que pululan en el aire de su ¨¦poca, a la espera de esa mano de nieve becqueriana que les d¨¦ una suerte de perennidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.