"Con los piratas no se acaba por la fuerza"
El ex jefe de la misi¨®n naval de la UE ve insuficiente el despliegue en Somalia
Defenderse de los piratas del golfo de Ad¨¦n y la cuenca de Somalia es una tarea ardua para los barcos que transitan esas aguas, y sus tripulaciones recurren a veces a soluciones imaginativas. Un buque chino, por ejemplo, consigui¨® repeler el a?o pasado a sus atacantes a base de c¨®cteles molotov, dispuestos preventivamente junto a la borda. La an¨¦cdota la relata el capit¨¢n de nav¨ªo Juan Garat Caram¨¦, ferrolano nacido en 1955, que hasta agosto del a?o pasado comand¨® la fuerza naval de la Uni¨®n Europea en Somalia (Eunavfor), en el marco de la Operaci¨®n Atalanta. Garat estuvo ayer en A Estrada, donde acudi¨® para participar en las jornadas sobre la persecuci¨®n de la pirater¨ªa en las costas somal¨ªes que se celebraron en las instalaciones de la Academia Galega de Seguridade.
"Acabar con la pirater¨ªa por medio de la fuerza naval es imposible", se?al¨® durante su intervenci¨®n. Aunque juzga favorablemente el trabajo de la misi¨®n europea, entiende que el esfuerzo desplegado es insuficiente. "Los resultados son positivos, pero yo nunca hablar¨ªa de ¨¦xito", se?al¨®. La Operaci¨®n Atalanta -desplegada por primera vez en 2008 y renovada al menos hasta final de a?o- plantea desaf¨ªos serios para la decena de barcos de guerra europeos que la integran, que cubren una superficie comprendida entre 2.200 millas de norte a sur, "la distancia entre Galicia y Groenlandia".
Responder a una llamada de socorro puede llevar hasta cuatro d¨ªas de trayecto, y es vital detener a los piratas antes de que se consume el secuestro para evitar situaciones como la del Alakrana. Incluso cuando todo sale bien y se detiene a los atacantes, conseguir que sean juzgados y condenados es complicado, porque destruir pruebas no lo es. "Un fusil se tira al agua y esa prueba ya no existe", apunt¨® Garat. Adem¨¢s, los jueces de Kenia, adonde se lleva a la mayor¨ªa de los detenidos, no dan abasto. "Tienen problemas de seguridad interna, y el pa¨ªs est¨¢ al borde del colapso", precis¨®.
En los meses que pas¨® al mando de la operaci¨®n, Garat pudo ver c¨®mo actuaban los filibusteros somal¨ªes, "j¨®venes ociosos" que ven que la pirater¨ªa es productiva, y que son "vistos como h¨¦roes" en su pa¨ªs. El esquema era siempre similar: una lancha con fueraborda, siete tripulantes y un equipamiento reducido: "Un lanzagranadas RPG, unos fusiles, un tel¨¦fono m¨®vil y un GPS", relat¨® el marino, que a?adi¨® que los atacantes se juegan la vida: "Encontramos a muchos perdidos, al borde de la muerte por inanici¨®n".
Garat no cree que los piratas vayan a por objetivos fijados de antemano. "Salen a ver qu¨¦ cazan", indic¨®. En la retaguardia se quedan otro tipo de bucaneros, los de tierra, que clasifica en dos tipos. "Est¨¢n los mafiosos que tienen el dinero y nunca han tocado un arma y los que se quedan en puerto, protegiendo los barcos que ya han sido secuestrados".
La captura del Alakrana precipit¨® la decisi¨®n del Gobierno de autorizar que los nav¨ªos lleven seguridad privada al ?ndico. Algunos de estos vigilantes han regresado con quejas sobre sus el escaso armamento que se les facilit¨®, pero Garat resta importancia a estas protestas. "La seguridad privada tiene car¨¢cter disuasorio", explic¨® sin entrar a juzgar los casos espec¨ªficos. El capit¨¢n defendi¨® que basta con mostrar un m¨ªnimo de resistencia a los piratas para impedir los abordajes. "Los atacantes no se empe?an en un combate asim¨¦trico", adujo, para zanjar a continuaci¨®n: "Con las armas que llevan es suficiente".
Mientras combate la pirater¨ªa, la fuerza naval tambi¨¦n se ocupa de otras urgencias menores. "Nos llam¨® un barco cargado con 2.500 cabras y una v¨ªa de agua, pero no llegamos a tiempo", relat¨® el capit¨¢n. "Los tiburones se debieron de pegar un fest¨ªn".
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