"A Europa le ha entrado megaloman¨ªa"
Hans Magnus Enzensberger acaba de cumplir 80 a?os y est¨¢ como cuando le vimos, hace veinte, en su casa de M¨²nich, en un momento en el que este intelectual, poeta y editor alem¨¢n que habla perfectamente el espa?ol vislumbraba un cierto entusiasmo que har¨ªa posible una Europa distinta de esta sobre la que ahora caen las brumas del desencanto.
Es uno de los grandes intelectuales europeos, un europeo militante; ese compromiso le da mayor perspectiva, y profundidad, a su actitud cr¨ªtica acerca de la marcha actual de la idea de unidad con la que nacieron las instituciones que poco a poco han ido construyendo, y deconstruyendo, la ilusi¨®n europea. ?l ha escrito mucho sobre este asunto; y sobre Espa?a y Am¨¦rica Latina. Es el poeta de El hundimiento del Titanic (Anagrama, como casi toda su obra en espa?ol) y es el ensayista de Detalles (un libro delicioso con el que empez¨® a publicar en su juventud), ?Europa, Europa! o La gran migraci¨®n.
"Las instituciones europeas quieren m¨¢s competencias. ?Pero no queremos un politbur¨®!"
"Europa parece proclive a hacer como las grandes empresas, que crecen hasta ser ingobernables"
Europa ya tiene muy avejentada aquella p¨¢tina de ilusi¨®n. Pero Enzensberger es el mismo. En su casa hay libros por doquier; ense?a, feliz, los tomos que edit¨® con la obra completa (y singular) del gran Alexander Humboldt, el cient¨ªfico alem¨¢n que descubri¨® Am¨¦rica y Canarias, un exponente m¨¢ximo (como dijeron Hans Magnus y Emilio Lled¨® hace un a?o en la Casa de Am¨¦rica) del humanismo europeo. Por una esquina de esas estanter¨ªas se ve toda la obra de Lorca, y sobre la mesa un cenicero atestigua que la voluntad f¨¦rrea del escritor no ha podido anular la pasi¨®n por el tabaco.
A partir de aquella convicci¨®n europea de finales de los a?os ochenta conversamos con Hans Magnus Enzensberger, cuya ¨²ltima obra (tambi¨¦n en Anagrama) tiene un t¨ªtulo ir¨®nico y audaz: En el laberinto de la inteligencia. Gu¨ªa para idiotas.
Pregunta. Hace veinte a?os usted escribi¨®: "Una Europa en pleno boom har¨ªa bien en acordarse de una Europa en ruinas de la que s¨®lo nos separan algunas d¨¦cadas". ?C¨®mo ve ahora esa relaci¨®n de Europa con su propia memoria?
Respuesta. Es un proceso... Al comienzo, despu¨¦s de la guerra, nadie quer¨ªa saber nada del pasado, porque hab¨ªa un rechazo, una especie de amnesia voluntaria. Especialmente en los pa¨ªses m¨¢s afectados (o apesadumbrados) con los cr¨ªmenes. Naturalmente, la gente prefer¨ªa construir casas porque estaba todo en ruinas. Es un fen¨®meno pol¨ªticamente negativo, pero desde un punto de vista pragm¨¢tico era comprensible. Una persona con hambre tiene objetivos m¨¢s elementales. La memoria, la culpabilidad, la revisi¨®n, las explicaciones..., a eso no llegaban. Ten¨ªan hambre. Exist¨ªa un rechazo al pasado que iba ligado a las necesidades b¨¢sicas de la gente...
P. Hace veinte a?os tambi¨¦n usted dec¨ªa que quiz¨¢ Espa?a, ya en la democracia, tampoco tendr¨ªa mucho inter¨¦s en recuperar la memoria.
R. Lo primero es lo primero. El modo en que Espa?a hizo la Transici¨®n es muy interesante. Pasar de un r¨¦gimen dictatorial a la democracia..., menuda tarea. Cada uno busca para eso una soluci¨®n propia. Los espa?oles fueron muy originales, porque la transici¨®n en Espa?a significaba otra cosa que en Alemania oriental, por ejemplo. Pero a largo plazo la memoria siempre sale al encuentro.
P. Y ha surgido.
R. S¨ª, y en Espa?a con las tumbas. Es una met¨¢fora muy fuerte. Los muertos no han callado nunca. Es interesante tambi¨¦n anotar que yo entiendo que no se hiciera antes todo el proceso de la memoria: la gente no ten¨ªa la voluntad de enfrentarse a esas cosas. Lo primero era pensar en la paz, conseguirla; alcanzar un poco de bienestar, de libertad... Yo me acuerdo bien de los momentos euf¨®ricos, de los cambios tan grandes que se viv¨ªan en Espa?a en esa ¨¦poca. Recuerdo que las mujeres en Andaluc¨ªa no sal¨ªan de sus casas ni a tomar un caf¨¦. Era muy parecido a lo que ocurre con las musulmanas. Y mira ahora a las mujeres en Espa?a. Es muy interesante lo que ha ocurrido. Muy interesante. Ser¨ªa bueno hacer una investigaci¨®n comparativa de las transiciones: la de Hungr¨ªa, la de Polonia, la de Portugal, la de Alemania, la de Espa?a...
P. Una Europa que nace de las transiciones... Dijo tambi¨¦n usted que Espa?a se llevaba mal con su memoria. Y le pregunt¨¦ entonces: ?Y Europa?
R. Existe un factor biol¨®gico. Las generaciones de ese momento de la historia todav¨ªa conservan poder, como se ve en la ex Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. Ah¨ª se mantienen fuertes los que mandaban. Controlan, todav¨ªa est¨¢n. Pero en veinte a?os tambi¨¦n ser¨¢n recuerdo.
P. En uno de sus libros, La gran migraci¨®n, usted habla de c¨®mo se va a hacer el futuro de Europa con ese mundo de gente que va y viene. ?C¨®mo lo visualiza usted?
R. Ser¨¢ m¨¢s mestizo. Cuando vas a Brasil, por ejemplo, ves una sociedad multicolor, hay muchas caras de colores diferentes. Naturalmente, surgen del proceso de las migraciones. Seg¨²n el caso, tambi¨¦n en esa l¨®gica hay que diferenciar los poderes coloniales que ten¨ªan un imperio, de aquellos poderes que no dispusieron de colonias, como Alemania. Creo que el primer negro que vi en mi vida fue cuando yo ten¨ªa nueve a?os. Puede decirse que ante este mestizaje los alemanes estaban asustados al principio. Pero hoy en d¨ªa vas en el metro y ves todas las razas imaginables. La jerarqu¨ªa de emigrantes es interesante tambi¨¦n. En el caso de Alemania, los italianos fueron los primeros. Despu¨¦s, los espa?oles, los portugueses... Hay toda una graduaci¨®n. Despu¨¦s vino la gente de los pa¨ªses b¨¢lticos y los turcos. Y en esa jerarqu¨ªa hay niveles de aceptaci¨®n, de estatus. Los italianos fueron los primeros en convertirse en los arist¨®cratas de la inmigraci¨®n... La raz¨®n por la que hay tantos turcos en Alemania es porque cuando hab¨ªa muchas bolsas de trabajo contrataban a los turcos. Incluso se les llamaba as¨ª: trabajadores hu¨¦spedes, con la idea de que regresar¨ªan a su tierra. Pero sucedi¨® al contrario: no se fueron, vinieron m¨¢s.
P. Lo cierto es que esa gran migraci¨®n ha configurado Europa antes de que los pol¨ªticos hicieran Europa.
R. Todos los partidos pol¨ªticos en Alemania han mantenido la idea de que ¨¦ste no es un pa¨ªs de inmigraci¨®n. ?Ha sido la posici¨®n oficial de todos los partidos durante los ¨²ltimos treinta a?os! Yo salgo de mi casa a la calle y veo que eso no se corresponde con la realidad. ?Es alucinante que lo hayan dicho! ?Es mentira! Otra cosa que dec¨ªan los pol¨ªticos era que las pensiones iban a ser seguras. Y el ciudadano medio entiende que tampoco eso es as¨ª. Me pregunto si la palabra para esto es mentira o desconocimiento de la realidad por parte de los pol¨ªticos.
P. Turqu¨ªa quiere ser parte de Europa. ?Ser¨ªa una contribuci¨®n o un riesgo?
R. En lo que se refiere a la estructura de la Uni¨®n Europa, el caso de Turqu¨ªa se basa en otra gran mentira, porque todos los que ahora constituyen la UE saben que esa integraci¨®n no iba a ocurrir. Hay una mayor¨ªa enorme de pa¨ªses europeos que dicen que no. Pero en vez de aceptar esta situaci¨®n, de que no hay posibilidad, han preferido dar ilusiones y mentirles a los turcos. Es como ofrecer una zanahoria y esconder el palo... Tambi¨¦n hay otro factor a considerar en el caso de Turqu¨ªa: la presi¨®n norteamericana. A los norteamericanos les viene muy bien debilitar Europa. Es una cuesti¨®n estrat¨¦gica. Ellos no quieren integrar M¨¦xico en el mercado de Estados Unidos; Europa no quiere integrar Turqu¨ªa, pero Estados Unidos presiona para que lo haga. Cuando ellos decidan con respecto a M¨¦xico tendr¨¢n derecho a pedirle a Europa que haga lo propio con Turqu¨ªa.
P. Pero no es el ¨²nico problema con respecto a Turqu¨ªa.
R. No, no. Hay muchos factores a tener en cuenta. Es una cuesti¨®n de mentalidad, relacionada con el islamismo. Pero eso no tiene que ver con Europa, eso lo han de resolver los turcos. Su Estado de derecho est¨¢ incompleto. Tambi¨¦n est¨¢ la cuesti¨®n de las torturas de las que est¨¢ acusado el Estado turco... Y hay una lista de problemas: ?por qu¨¦ no se integra Kazajst¨¢n, por qu¨¦ no se integra Marruecos...? Hay que tener en cuenta, tambi¨¦n, esta megaloman¨ªa que le ha entrado a Europa, que parece proclive a hacer como las grandes empresas, que crecen tanto que se vuelven ingobernables.
P. ?Europa debe parar en una determinada dimensi¨®n?
R. Bueno, eso hay que negociarlo, pero se ha montado un r¨¦gimen bastante ingobernable. Las instituciones europeas ya tienen un supergobierno con una legitimidad democr¨¢tica muy relativa y quieren adquirir a¨²n m¨¢s competencias. ?Pero no queremos un politbur¨®!
P. ?Hacia esa macrocefalia va Europa?
R. Hay muchos conflictos. En la Corte Constitucional de Alemania se ha decretado que hay ciertas cosas que no pueden delegarse a Bruselas porque esa intervenci¨®n europea ser¨ªa inconstitucional. No digo que no haya cosas muy positivas de la Uni¨®n Europea. No quiero quedar como un aguafiestas, pero hay l¨ªmites, y la idea de lo ilimitado no es una idea europea.
P. ?Y cu¨¢l ser¨ªa el alma de Europa?
R. Uy, el alma... Mi alma no es una sustancia f¨ªsica, no es una piedra. Es una cosa que cambia, que se adapta, que se rebela, que tiene una voluntad propia. Qu¨¦ ser¨ªa el alma de Europa.
P. Usted escribi¨® un poema que dice: "Apenas he llamado piedra / a la piedra, / aparece detr¨¢s de ella / transparente, fantasma, / como su clara sombra / una segunda piedra / m¨¢s ligera / con la que se confund¨ªa f¨¢cilmente"...
R. La historia de Europa es muy complicada y uno de los triunfos de la UE es precisamente que ya no existe la posibilidad de ir a la guerra entre los pa¨ªses de esta comunidad. Es imposible. Por ejemplo, Alemania y Francia siempre tuvieron conflictos. Pero eso ya no es posible.
P. Dec¨ªa Jorge Sempr¨²n [el pasado domingo, en esta serie] que es bueno que Europa no dependa de ese binomio...
R. Tiene raz¨®n. Ahora somos muchos. Somos una multitud de pueblos, de idiomas, de culturas... ?se es tambi¨¦n el encanto de Europa. En Estados Unidos viajas miles de kil¨®metros y la comida es la misma, los medios, todo es igual. Mientras que aqu¨ª, si quiero salir de mi manicomio nacional, a una hora de vuelo estoy en otro manicomio. Pero con una mentalidad diferente, con man¨ªas y obsesiones diferentes.
P. Y sigue siendo Europa.
R. S¨ª, tenemos suizos, pero tambi¨¦n hay gallegos, catalanes, vascos. Ahora todos quieren ser naciones. ?Es alucinante! Son ficciones, cada manicomio est¨¢ especializado en ciertas cosas, y esa dispersi¨®n de deseos nacionales es una especialidad de muchos lugares en muchos pa¨ªses.
P. Dice usted que en Europa siempre se siente en su casa. Y que el foco democr¨¢tico es lo que determina, como afirma Sempr¨²n.
R. Yo siento que es as¨ª. Europa es m¨¢s vieja. La democracia es algo reciente. Cuando hablamos de esto imagino la estructura de los pa¨ªses. En una ciudad colonial norteamericana no existe el centro. Europa es un conjunto de ciudades a cuyo centro se puede ir a pie desde cualquier lugar. Europa es un continente peatonal, eso la distingue de Estados Unidos. Y eso construye ideolog¨ªas, costumbres, maneras de vivir, de comer. Eso es Europa, esa posibilidad. En cualquier ciudad de Europa hay casas, iglesias, mercados, ayuntamientos; en algunas hay palacios episcopales al lado de la sede del PC... Si tengo que llegar a una estaci¨®n de tren, llego oliendo, en todas las ciudades se puede uno desplazar oliendo. La l¨®gica de las ciudades es igual. Es una anatom¨ªa. Viajas por Europa y las panader¨ªas y las pasteler¨ªas son diferentes. Europa es una acumulaci¨®n de riquezas culturales. La idea del amor, por ejemplo, es una idea europea. En la India el amor hoy en d¨ªa es una cosa racional. Y el amor tal como lo entendemos nosotros, como algo rom¨¢ntico, es una idea europea... Yo he hecho una lista de cosas que son de origen europeo...
P. ?Por ejemplo?
R. El gas de los campos de concentraci¨®n. Lo siento, pero es una invenci¨®n europea... Y hay muchas cosas verdaderamente positivas, claro. Am¨¦rica ha tomado una gran cantidad de talento europeo, a partir de los exilios. Espa?a y Alemania contribuyeron mucho en el siglo XX con sus exiliados.
P. ?Usted cree que existe una clase pol¨ªtica ahora capaz de construir una Europa decente?
R. Pobrecita, la clase pol¨ªtica. Le ofrezco toda mi misericordia. Primero, tiene un problema de reclutamiento, porque a los j¨®venes con m¨¢s ideas no les interesa ser parte de la rutina de un partido durante veinte a?os. No son los mejores los que eligen esa carrera, y es normal. La media de esa clase no es tan alta. Pero en la medida en que los trenes salgan y lleguen a sus destinos, que la leche llegue a los supermercados; mientras ocurra esta mediocridad que hace funcionar las cosas, estamos aqu¨ª, y vamos viviendo.
P. Hace veinte a?os acababa de caer el muro de Berl¨ªn y hab¨ªa cierta euforia. ?Cu¨¢l es ahora su estado de ¨¢nimo?
R. La euforia no es un estado continuo. Es un estado muy excepcional. Es como la felicidad. En lo que se refiere a la historia, la felicidad es m¨¢s excepcional a¨²n que en la vida privada o ¨ªntima. Digamos que ahora aspiramos a la normalidad, lo cual tampoco est¨¢ mal.
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