Voces que piden ayuda
La ayuda internacional comienza a llegar a Hait¨ª, pero ser¨¢ tarde para miles de personas
El valor no s¨®lo se demuestra con audacia, sino conservando la calma en los momentos cr¨ªticos. Y eso es lo primero que deben hacer en Hait¨ª las autoridades locales y los cooperantes llegados para prestar ayuda. Para que la desesperaci¨®n y la c¨®lera de los afectados no agraven el estado de desgracia total provocado por el terremoto. Pero es necesario para ello que la ingente ayuda internacional movilizada sea coordinada, visible y eficaz.
Ha tardado cuatro d¨ªas en serlo, pero es m¨¢s f¨¢cil criticarlo que ponerle remedio. Porque el seismo ha provocado miles de muertos y heridos, y millones de damnificados (tres millones de personas, un tercio de la poblaci¨®n, seg¨²n la Cruz Roja); pero ha provocado a la vez la destrucci¨®n de los medios e instalaciones necesarios para atender a los heridos, enterrar a los muertos -a fin de evitar epidemias-, transportar el material m¨¦dico y de salvamento, que tard¨® en poder ser desembarcado en un aeropuerto colapsado.
De acuerdo con el Gobierno local, Estados Unidos se hizo cargo ya el jueves de la gesti¨®n del aeropuerto de Puerto Pr¨ªncipe, clave para todo lo dem¨¢s. El presidente Barack Obama ha declarado la ayuda a ese pa¨ªs primera prioridad de su Gobierno, y este fin de semana se completar¨¢ el env¨ªo de 10.000 soldados. Ello ha provocado suspicacias poco razonables por parte de personas que han querido ver en esa iniciativa una voluntad de "ocupaci¨®n militar de Hait¨ª". Es absurdo: Estados Unidos es un pa¨ªs pr¨®ximo, con medios y voluntad de prestar esa ayuda imprescindible; en el sentido asistencial (el jueves llegar¨¢ a Puerto Pr¨ªncipe un buque-hospital con capacidad para atender a un millar de heridos) y tambi¨¦n para garantizar, de acuerdo con las autoridades haitianas, la seguridad, sin la que la ayuda no ser¨ªa eficaz. Y desde hace d¨ªas aviones estadounidenses trasladan heridos a la base de Guant¨¢namo, y de all¨ª, a los m¨¢s graves, a hospitales de Florida. Para acortar el tiempo del traslado, Washington solicit¨® y obtuvo de La Habana permiso para sobrevolar el espacio a¨¦reo cubano.
Espa?a es un pa¨ªs con personal experimentado y bien formado para ayudar en este tipo de desgracias. Tras las cat¨¢strofes, lo primero que llegan son las fotos del drama, v¨ªa Internet, y despu¨¦s el relato de los enviados especiales. Con sus vivencias sobre el terreno nos transmiten lo que las fotos no pueden recoger, como el silencio que sigue a la tragedia o el olor de los cad¨¢veres amontonados en las calles de un pa¨ªs tropical. Y narraciones como la del bombero leon¨¦s que consigui¨® rescatar de los escombros, ante la mirada de sus padres, a un ni?o de dos a?os que llevaba 52 horas sepultado entre los escombros de su casa, abrazado a su abuelo muerto.
Hay que conservar la sangre fr¨ªa en los momentos cr¨ªticos, como ese bombero; pero es dif¨ªcil no compartir la emoci¨®n por ¨¦sa y otras vidas salvadas en las ¨²ltimas horas, y la compasi¨®n por las que no lo fueron por no haber llegado a tiempo.
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