El homenaje
Me cuesta sumarme a la conmemoraci¨®n del fallecimiento, hace ahora cincuenta a?os, de Albert Camus. La raz¨®n es muy sencilla: no consigo represent¨¢rmelo muerto. Por un lado, porque los autores que sigues leyendo viven contigo en igual realidad y a veces en m¨¢s estrecha intimidad que los seres de carne y hueso. Por otro, porque la obra de Camus brilla ahora mismo por su vigencia -como se ha se?alado estos d¨ªas, tambi¨¦n con mucho acierto en estas mismas p¨¢ginas-, contiene interrogaciones exactamente contempor¨¢neas y respuestas de las que necesita, al mil¨ªmetro, el presente.
Y se ha insistido, y con raz¨®n, en el compromiso ¨¦tico de Camus, que creo que ilustra perfectamente la postura que asume Kaliayev, uno de los protagonistas de Los Justos: la justicia no puede invocarse en la violencia; en nombre de la abolici¨®n de un despotismo no puede instaurarse otro mayor, no puede legitimarse la radical dictadura del terrorismo y el asesinato. Pero quisiera subrayar tambi¨¦n el compromiso sensual de Albert Camus que es, como pocos, un escritor de la felicidad, del gozo de estar vivo, en contacto con el mar, con el sol, con la naturaleza "gratuita" que nos rodea. Y elijo el adjetivo a conciencia porque Camus vivi¨® su infancia en Argel, en "un mundo de pobreza y de luz".
De extrema precariedad no s¨®lo material, tambi¨¦n intelectual; su madre, por ejemplo, era analfabeta y casi no hablaba. Y, sin embargo, ¨¦l lleg¨® a convertirse en un pensador de referencia, en un artista imprescindible, en la figura que ahora mismo, desde tantos ¨¢ngulos, desde tantos lugares, el mundo siente el deber y el deseo de homenajear. Y yo creo que no hay mejor homenaje para Camus que el de vincularlo con la escuela. Porque fue la escuela p¨²blica la que le rescat¨® de la pobreza y de la ignorancia. Y por eso, en 1957, cuando recogi¨® el premio Nobel de Literatura, Camus quiso dedic¨¢rselo a Louis Germain, su maestro de primaria, que le prepar¨® y le ayud¨® a proseguir sus estudios.
No s¨®lo est¨¢ vigente la obra de Camus, tambi¨¦n su experiencia se corresponde con el presente. Ambas con sus interrogaciones y convicciones deber¨ªan integrarse en nuestra escuela. La lectura acompa?ada, cr¨ªtica, de una obra como Los Justos, ser¨ªa una estupenda aliada para la educaci¨®n en valores y en debates urgentes y fundamentales; o para preparar a conciencia y en las conciencias, la presencia en las aulas de las v¨ªctimas del terrorismo. Y creo que es tambi¨¦n un aliado educativo, de primer orden, el no olvidarse del recorrido vital de Camus. El verlo como una referencia de lo que debe ser o conseguir una escuela digna de ese nombre: que cualquier alumno, con independencia de su origen, de la luz o la pobreza (material o moral) de la que provenga, puede salir de ella, formado y despierto, intelectual y ¨¦ticamente; acostumbrado a pensar y asumir los retos y las responsabilidades de su pensamiento. Capaz de definir y decidir su futuro. Como Camus, todo el futuro.
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