Israel deja de expedir permisos de trabajo a cooperantes de ONG

Unas son ONG israel¨ªes que denuncian extorsiones a ciegos palestinos para que colaboren con los servicios de espionaje israel¨ªes, o la muerte de una joven de 18 a?os que sucumbi¨® al c¨¢ncer mientras esperaba el permiso para abandonar Gaza. Otras tienen dimensiones planetarias. Pero todas forman parte de lo que el Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu denomina campa?a de deslegitimaci¨®n del Estado.

El caso es que las autoridades han frenado la expedici¨®n de visados de trabajo a cooperantes de ONG como Save the Children, Oxfam o M¨¦dicos sin Fronteras, mientras el martes una organizaci¨®n vinculada a la derecha radical, conocida no precisamente por su transparencia, presentaba una demanda ante los tribunales de Estrasburgo contra la Comisi¨®n Europea por falta de transparencia en la concesi¨®n de las ayudas que perciben la pl¨¦yade de organizaciones que trabajan en los territorios palestinos ocupados.

Si los trabajadores humanitarios son ¨¢rabes, la persecuci¨®n se agrava

Desde el fin del ataque a Gaza hace un a?o -que le ha acarreado acusaciones por cr¨ªmenes de guerra en Naciones Unidas, trifulcas diplom¨¢ticas en capitales europeas y ¨®rdenes de detenci¨®n contra l¨ªderes pol¨ªticos y militares en el Viejo Continente-, Israel libra la batalla en los ministerios de Asuntos Exteriores y en los medios de comunicaci¨®n extranjeros. El papel que desempe?an las ONG en esos ¨¢mbitos no es desde?able. El propio primer ministro israel¨ª incid¨ªa anoche, durante una recepci¨®n a los medios de comunicaci¨®n extranjeros, sobre este espinoso asunto.

Lo llam¨® el "efecto Goldstone", en alusi¨®n al juez surafricano que redact¨® un duro informe sobre la guerra de Gaza. "El primer desaf¨ªo es el programa nuclear iran¨ª; el segundo, los cohetes y misiles en las fronteras norte y sur. El tercero, el informe Goldstone, que pretende atarnos las manos para que no podamos defendernos", afirm¨® Netanyahu.

As¨ª las cosas, los cooperantes extranjeros que pululan por cualquier rinc¨®n de Cisjordania y Gaza van camino de convertirse en simples visitantes. Es un grave problema para esos activistas. Para no estar sometidos a severas restricciones en la libertad de movimientos es imprescindible el permiso de trabajo que concede el Ministerio del Interior, que observa a estos for¨¢neos como potenciales enemigos. Desde hace meses, seg¨²n informaba el diario Haaretz, muchos de estos cooperantes s¨®lo obtienen visados de turista.

Pero no son s¨®lo las ONG extranjeras las que sufren crecientes dificultades. Un grupo de asociaciones israel¨ªes padecen un acoso permanente. Sus dirigentes, tildados de selfhating jews (jud¨ªos que se odian a s¨ª mismos), son un pu?ado de personas bien conocidas cuya misi¨®n depende de la financiaci¨®n de Gobiernos for¨¢neos, especialmente europeos. NGO Monitor -una organizaci¨®n que se declara independiente del Ejecutivo hebreo, por coincidentes que sean sus intereses- anunci¨® ayer que ha presentado una demanda contra la Comisi¨®n Europea en los tribunales de Estrasburgo. Aseguran que Bruselas no ofrece informaci¨®n suficiente. El brit¨¢nico-israel¨ª Gerald Steinberg, su promotor, aseguraba que desde 2005 la UE ha donado "al menos 177 millones de euros a ONG que hablan de apartheid y de cr¨ªmenes de guerra en un proceso de demonizaci¨®n de Israel".

La campa?a contra las ONG cobra as¨ª impulso. Y si sus cooperantes son ¨¢rabes, la persecuci¨®n se agrava. Ha sido el caso de Mohamed Othman y Jamal Musa, activistas de Stop The Wall (Detener el Muro), que fueron encarcelados durante meses o semanas sin que se presentaran cargos.

Othman regresaba de dar conferencias en Noruega, uno de los pa¨ªses m¨¢s escrutados por la diplomacia hebrea, cuando dio con sus huesos en prisi¨®n. A Jared Maslin, editor de la p¨¢gina web en ingl¨¦s de la agencia de noticias palestina Maan, estadounidense de origen jud¨ªo, tampoco le fue mejor tras ser interrogado durante ocho horas en el aeropuerto de Tel Aviv la semana pasada. Ha sido expulsado de Israel.