En 17,5 metros para cada uno, "pero con dignidad"
Muchos torrejoneros incumplen las normas del padr¨®n que ha fijado el alcalde
La casa de Antonio M¨ªnguez, un quiosquero madrile?o de 51 a?os, tiene 35 metros cuadrados. Comparte piso con An¨ªbal, un camarero espa?ol de 25. Antonio vive en la ¨²nica habitaci¨®n del piso, donde cabe poco m¨¢s que su cama, y su compa?ero se arregla con la sala, en la que ha encajado una cama que pelea por el espacio con un sof¨¢ y una mesilla para comer. El ba?o est¨¢ atrincherado en un rinc¨®n y a¨²n queda un pasillito exterior, donde antes hab¨ªa una terraza, en el que cabe una encimera con cocina y fregadero. "A m¨ª me gustar¨ªa estar en un piso de 200 metros, pero la econom¨ªa manda", resume con flema el quiosquero.
Antonio y An¨ªbal viven en uno de los tres edificios conocidos como Las Colmenas, un complejo construido en los a?os sesenta junto a la M-30, que alberga a cientos de familias, con peque?os apartamentos de menos de 60 metros cuadrados. Viven apretados, "pero con dignidad", dice Antonio.
A 17 kil¨®metros de all¨ª, en el Ayuntamiento de Torrej¨®n, se impone otro criterio sobre los modos de vida. Con menos de 20 metros cuadrados por persona en un piso (excluyendo familiares de primer grado), no se incluye en el censo a sus inquilinos. Su alcalde cree que esta situaci¨®n, com¨²n a muchos madrile?os, es "un atentado contra la dignidad humana".En Torrej¨®n de Ardoz s¨®lo cabe una manera de vivir: ampliamente. Su alcalde, Pedro Roll¨¢n, del Partido Popular, considera que los pisos con menos de 20 metros cuadrados por persona no son habitables, y por tanto, ha impuesto desde 2008 que no se cense a ning¨²n vecino que viva en esas condiciones (a excepci¨®n de los que formen un n¨²cleo familiar: padres, hermanos e hijos).
No se conoce que a ning¨²n espa?ol se le haya negado la inscripci¨®n en el padr¨®n por este motivo. Sin embargo, muchos inmigrantes, por lo general con menos dinero que espacio en sus casas, se han dado de bruces contra la norma y no han sido registrados en ¨¦l. Por ello, para poder acceder a servicios tan b¨¢sicos como la atenci¨®n m¨¦dica gratuita o la educaci¨®n en colegios p¨²blicos, han tenido que empadronarse en otros ayuntamientos madrile?os con criterios m¨¢s flexibles.
De ser cierta la posici¨®n del alcalde Roll¨¢n, si la l¨ªnea que delimita la dignidad humana la marca el n¨²mero de metros en los que habita una persona, gran parte de los madrile?os estar¨ªan lejos de poseer ese atributo. En su propio municipio viven familias aut¨®ctonas en las mismas condiciones que los extranjeros no comunitarios vetados por el padr¨®n local.
Francisco Jurado y Soledad Luque, un matrimonio septuagenario de espa?oles que vive en Torrej¨®n de Ardoz desde 1966, tienen poco espacio en su casa y un inquilino en el sal¨®n: su hijo. Lo cuentan mientras dan su paseo por la ciudad, con ganas de dejar la conversaci¨®n. "El chico duerme en el sal¨®n, nuestras otras dos hijas en una habitaci¨®n, la abuela en otra y nosotros en la que queda", dice deprisa Soledad. Son 72 metros cuadrados para los seis, seg¨²n detalla. En total, 12 metros para cada uno.
Los Jurado est¨¢n empadronados en Torrej¨®n. All¨ª tienen su m¨¦dico y tuvieron sus escuelas, como corresponde a todo ciudadano censado. Al contrario de lo que le ocurre a muchos de sus vecinos extranjeros, no han tenido que pagar con derechos sus estrecheces.
Otra familia de Torrej¨®n, los Korang, un matrimonio ghan¨¦s con un ni?o de tres a?os y una ni?a de 10 meses, ha probado la otra cara de la moneda, cuando las normas restrictivas de su ciudad s¨ª funcionan. En el padr¨®n municipal les han denegado la inscripci¨®n porque en su base de datos ya aparecen cuatro inquilinos, el l¨ªmite para su vivienda, de poco m¨¢s de 80 metros cuadrados. El padre de familia, Newton, de 30 a?os, explica que los antiguos inquilinos del piso se fueron de all¨ª sin borrarse del registro y ahora ellos lo pagan, sin recibir soluciones del Ayuntamiento: "Les pedimos que vengan a comprobarlo, pero no nos hacen caso", protesta Newton. Hasta nueva orden, la ley de Torrej¨®n manda, y esta familia permanece empadronada en el municipio de Coslada.
La idea de bienestar del Ayuntamiento de Torrej¨®n, adem¨¢s de dejar de lado a los extranjeros con pisos humildes, sorprende a los aut¨®ctonos que llevan a?os teniendo que arregl¨¢rselas en dimensiones igual de reducidas.
"Yo me he criado con mis padres, tres hermanos y mi abuelo en un piso de 70 metros cuadrados", recuerda Juan Carlos Salinas, un torrejonero de 38 a?os. "Y por aqu¨ª todos igual... Los amigos que ten¨ªa en estos portales se han criado siendo cinco, seis y hasta siete personas por casa. No era una situaci¨®n indigna, simplemente era c¨®mo pod¨ªamos vivir. No hab¨ªa dinero para casas m¨¢s grandes. Lo mismo que le pasa ahora a los inmigrantes", compara Juan Carlos.
Pero no todo es memoria de los apuros de ayer y empat¨ªa por los extranjeros. La mano dura del Gobierno de Torrej¨®n con los vecinos inmigrantes tiene su correlato en la calle: "A m¨ª me parece una guarrer¨ªa que vivan ah¨ª hacinados, y que encima se aprovechen de nuestros recursos. Me parece muy bien que el alcalde no quiera empadronar a ninguno", espeta sin dobleces Sergio Perib¨¢?ez, un joven parado de Torrej¨®n.
-Y en su casa, ?cu¨¢ntas personas son?
-Somos cuatro. En 70 metros cuadrados.
Perib¨¢?ez no cae en la cuenta de que ¨¦l tampoco cumplir¨ªa con los requisitos que exige el municipio.
Desde su pisito de Ciudad Lineal, Antonio M¨ªnguez, sentado en la sala, rodeado por la mesa-comedor y por las sillas de la casa, con la cama de su compa?ero An¨ªbal comi¨¦ndose tres cuartos del lugar, juzga con sencillez el debate creado entre la dignidad de la gente y los metros cuadrados que han podido ganarse: "Esto ha sido siempre as¨ª. Hay miles de madrile?os que viven como yo, con lo justo. No se puede prohibir que uno no tenga para m¨¢s".
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