Fin del 'sue?o naranja'
La decepci¨®n por las promesas incumplidas marca en Ucrania las elecciones presidenciales
Cinco a?os despu¨¦s de que la llamada revoluci¨®n naranja llevara la esperanza a las nevadas plazas de Kiev, el hartazgo popular puesto de manifiesto en las recientes elecciones presidenciales ha liquidado definitivamente aquel sue?o. El entonces denostado V¨ªktor Yanuk¨®vich, de integridad m¨¢s que dudosa, considerado un secuaz del Kremlin, parte ahora como el m¨¢s votado para la segunda vuelta de los comicios que decidir¨¢n el 7 de febrero la jefatura del Estado entre el jefe opositor y la primera ministra naranja Yulia Timoshenko. Viejas caras: ambos han ocupado dos veces la jefatura del Gobierno.
En la cuneta de una Ucrania devorada por la corrupci¨®n y por la par¨¢lisis pol¨ªtica, derivada de la incompetencia y la pugna entre sus dirigentes, ha quedado el presidente V¨ªktor Y¨²shenko, alzado al poder por aquella revuelta popular de 2004 y ahora humillado por los votantes. Y¨²shenko, un prooccidental que ha incumplido cada una de sus promesas renovadoras, se ha ocupado b¨¢sicamente durante la campa?a de intentar destruir a su estrecha socia de los d¨ªas de gloria, la vol¨¢til Timoshenko. Yanuk¨®vich ha capitalizado la profunda desilusi¨®n ciudadana con quienes han defraudado sus ilusiones.
Unos pocos a?os han sido suficientes para esfumar las esperanzas de que Ucrania fuera el modelo de estabilidad pol¨ªtica y buen sentido econ¨®mico que necesitaban muchos de los pa¨ªses que emergieron del poscomunismo. Timoshenko o Yanuk¨®vich pilotar¨¢n a partir del mes pr¨®ximo una naci¨®n poblada como Espa?a y pol¨ªticamente dividida en torno a l¨ªneas geogr¨¢ficas (los occidentales prefieren intimar con la UE, los orientales con Mosc¨²), con una econom¨ªa obsoleta y gravemente enferma, instituciones anquilosadas y una clase pol¨ªtica desacreditada. Su Constituci¨®n ha sido en parte causa del tiempo perdido, confusa como es sobre los papeles de la presidencia y la jefatura del Gobierno.
Fuera de foco queda tambi¨¦n la aspiraci¨®n a ingresar en la OTAN, de la que el ca¨ªdo Y¨²shenko hab¨ªa hecho bandera. Para satisfacci¨®n del Kremlin, que nunca acept¨® estas veleidades estrat¨¦gicas prooccidentales en su patio trasero, ninguno de los dos aspirantes ha mencionado ahora el asunto. Ambos prometen acercamiento a la UE que bordean. Pero, sobre todo, quien gane en Kiev esta vez apostar¨¢ por ser buen vecino de Mosc¨². A cambio, no habr¨¢ nuevas guerras del gas.
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