Espa?a propone la Uni¨®n econ¨®mica
Espa?a representa y dirige, desde el Consejo de Ministros de la Uni¨®n, a 27 pa¨ªses y 500 millones de hombres y mujeres de Europa. Esta Europa le pide a la Presidencia espa?ola, sobre todo, una cosa: salir de la crisis recuperando el crecimiento y creando empleo de calidad.
El Gobierno espa?ol ha puesto este objetivo en el primer plano de su programa para el semestre y propone a la Uni¨®n adoptar, como palanca imprescindible para conseguirlo, tres decisiones: 1. Una estrategia econ¨®mica que potencie la inversi¨®n p¨²blica y privada, particularmente, en educaci¨®n e innovaci¨®n, en la formaci¨®n de trabajadores especializados y en energ¨ªas limpias. 2. Una coordinaci¨®n de esas pol¨ªticas a nivel europeo y en los foros internacionales (formaciones G, FMI y otros); y 3. Una exigencia real a los Estados del cumplimiento estricto de los compromisos asumidos por ellos, a trav¨¦s de la Comisi¨®n Europea (la llamada Gobernanza). Estas tres decisiones han de constituir una sola estrategia (no 27), aunque flexible y adaptable a las circunstancias de cada pa¨ªs, con objetivos sencillos y alcanzables. Es lo que llamamos estrategia Europa 2020, que sustituir¨¢ a la Estrategia de Lisboa, ya agotada.
Tenemos que salir de la crisis juntos, con pol¨ªticas econ¨®micas, de empleo y sociales coordinadas
Europa todav¨ªa carece de un mercado com¨²n energ¨¦tico
Para alcanzar todo esto, el Gobierno espa?ol tiene que conseguir el acuerdo entre los Gobiernos, en el Parlamento Europeo y en la nueva Comisi¨®n Barroso II. Tambi¨¦n con los interlocutores sociales (stakeholders), a trav¨¦s del di¨¢logo con la sociedad civil europea.
Espa?a tiene toda la autoridad, capacidad y legitimidad para lanzar dicha estrategia de crecimiento y empleo. Partimos con el apoyo inicial de los 27. Se acaba de poner de manifiesto en La Granja, en la reuni¨®n de ministros para Europa celebrada la semana pasada. Ellos explicitaron la confianza de todos los pa¨ªses de la Uni¨®n para que el Gobierno de Espa?a, con base en el Programa de la Presidencia, aborde esta tarea colectiva. En ella nos jugamos la profundizaci¨®n del modelo social europeo y, por tanto, la propia credibilidad del proyecto de la Uni¨®n.
?Es mala suerte que nos haya tocado presidir el Consejo en tan cr¨ªtico momento? Yo creo que es precisamente todo lo contrario. Los Gobiernos de los Estados miembros conf¨ªan en Espa?a porque es un gran pa¨ªs europe¨ªsta, que tiene como parte indisoluble de su proyecto democr¨¢tico la firme convicci¨®n en la necesidad de la integraci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica del continente.
Nos acredita nuestra biograf¨ªa dentro de la Uni¨®n Europea. Cuando ingresamos en la Uni¨®n (1986), respaldamos firmemente el mercado interior ¨²nico, base esencial de su fortaleza econ¨®mica. Despu¨¦s, estuvimos en el n¨²cleo de decisi¨®n del Tratado de Maastricht (1993), que cre¨®la Uni¨®n monetaria, la cual se manifest¨® enseguida en el lanzamiento del euro, la moneda ¨²nica europea. Hoy, en el siglo XXI, la l¨®gica de mercado y moneda comunes nos conduce irreversiblemente a la Uni¨®n econ¨®mica y nosotros la impulsaremos desde la Presidencia.
Lo que Espa?a propone es, efectivamente, la Uni¨®n Econ¨®mica. El programa de la Presidencia espa?ola -calificado cr¨ªticamente por quienes temen esa uni¨®n econ¨®mica como "anodino" (sic)-, tiene esa ambici¨®n por dos razones b¨¢sicas. La primera es que s¨®lo as¨ª vamos a poder salir de la crisis con un crecimiento duradero, regular y s¨®lido (y por tanto, con la posibilidad de ir disminuyendo los fuertes est¨ªmulos fiscales inyectados en el ¨²ltimo a?o en el sistema por los poderes p¨²blicos europeos).
La segunda raz¨®n es que lo dice el Tratado de Lisboa, cuya puesta en pr¨¢ctica inmediata va a ser otra gran prioridad de nuestra Presidencia.
La Uni¨®n Econ¨®mica ten¨ªa que haber estado vigente mucho antes. La Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), seg¨²n el Informe Delors, deb¨ªa ser el "estadio final" de la integraci¨®n econ¨®mica. La filosof¨ªa que inspir¨® la UEM en Maastricht es que la Uni¨®n monetaria era s¨®lo la culminaci¨®n de un proceso previo de convergencia de pol¨ªticas econ¨®micas y de observancia de normas macroecon¨®micas m¨ªnimas. Sin embargo, este proceso se paraliz¨® y la Uni¨®n econ¨®mica no vio la luz, mientras que la que se desarroll¨® fue la pol¨ªtica monetaria. Ahora es el momento, a trav¨¦s del Tratado de Lisboa, de recuperar la Uni¨®n econ¨®mica. As¨ª que la idea de la coordinaci¨®n efectiva de las pol¨ªticas econ¨®micas europeas y de las reformas estructurales -como realidad, y no s¨®lo como deseo- no es una invenci¨®n o una ocurrencia del Gobierno de Zapatero. El Tratado de Lisboa introduce en el llamado Tratado de Funcionamiento de la Uni¨®n un nuevo art¨ªculo, el 5? (desarrollado despu¨¦s), que obliga a los Estados a coordinar sus pol¨ªticas econ¨®micas en el seno de la Uni¨®n. Este art¨ªculo dice que, para ello, el Consejo de Ministros de la UE "adoptar¨¢ medidas", y definir¨¢ la orientaci¨®n de dichas pol¨ªticas.
Adem¨¢s, dicho art¨ªculo 5? obliga a los Estados a "garantizar la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas de empleo de los Estados miembros". Tambi¨¦n se?ala la competencia de la Uni¨®n para coordinar las "pol¨ªticas sociales" de los Estados miembros.
Todo ello es la base jur¨ªdica y pol¨ªtica del prop¨®sito de la Presidencia espa?ola: que salgamos de la crisis juntos, asegurando unas pol¨ªticas econ¨®micas, de empleo y sociales coordinadas. Es lo que pretende ser la estrategia Europa 2020 de crecimiento y creaci¨®n de empleo de calidad, que es la esencia de ese Pacto Social al que el presidente del Gobierno apel¨® en el Parlamento Europeo.
Tal estrategia conjunta debe proyectarse en las pol¨ªticas econ¨®micas concretas que tenemos que compartir y, entre ellas, destacadamente, la de energ¨ªa, en una Europa vulnerable y dependiente, que a¨²n no tiene un mercado com¨²n energ¨¦tico, ni interconexiones suficientemente desarrolladas. La energ¨ªa se une a las otras esenciales pol¨ªticas econ¨®micas: mercado interior, medio ambiente, redes transeuropeas, investigaci¨®n y desarrollo y mercado europeo de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n.
Si la Uni¨®n econ¨®mica hubiera sido una realidad antes de la crisis, la dureza de la misma y de su impacto en el mercado de trabajo hubiera sido mucho menor. Por eso, el Gobierno espa?ol plantea a sus socios que las orientaciones de pol¨ªtica econ¨®mica que apruebe el Consejo sean exigibles a los 27, a trav¨¦s de las medidas efectivas (de est¨ªmulo u otras) que se acuerden. La ausencia de seguimiento riguroso es una de las razones que explican que la d¨¦cada 2000-2010 en la Uni¨®n no s¨®lo fuera tiempo perdido en el avance institucional, sino tambi¨¦n en la convergencia de pol¨ªticas econ¨®micas, que es la base de una integraci¨®n pol¨ªtica s¨®lida y cre¨ªble.
Diego L¨®pez Garrido es secretario de Estado para la Uni¨®n Europea.
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