La senda de Rajoy
"El precio que hay que pagar por la libertad disminuye cuando crece la demanda", seg¨²n sostiene S. J. Lec en sus Pensamientos despeinados. Pero la validez del anterior aforismo puede observarse tambi¨¦n en el otro extremo de la escala. As¨ª que, del mismo modo, el precio de apostar por la vileza se reduce si el p¨²blico la reclama. Hasta el punto de que esa acci¨®n en vez de tener un coste puede pasar a representar una ganancia neta. Hay episodios hist¨®ricos bien documentados en los que el pueblo clamaba aquello de "?Vivan las cadenas y la Inquisici¨®n!". Un grito que ensordec¨ªa los aires durante el funesto periodo del terror fernandino a la altura de 1824, tan bienvenido por una muchedumbre desarrapada que marchaba con los calderos vac¨ªos de la sopa boba, utilizados como tambores procesionales para ampliar el esc¨¢ndalo.
Quien quiera aspirar de modo honorable a la presidencia debe renunciar al cuanto peor mejor
Pero la senda de un l¨ªder pol¨ªtico, que no se haya perdido el respeto a s¨ª mismo, tiene vedado atravesar los campos donde se cultiva la demagogia. Se?or presidente del Partido Popular, como le ha dicho en su telegrama de Hora 14 un buen amigo periodista, ahora que le sonr¨ªen las encuestas, ahora que sus expectativas crecen, ahora que parece gozar de indulgencia plenaria, ahora, le espera la tarea de definir una alternativa y le incumbe m¨¢s que nunca la obligaci¨®n de rehuir opciones populistas, cualquiera que sea su enunciado. Ya versen sobre el empadronamiento, sobre el fen¨®meno de la inmigraci¨®n, sobre el almacenamiento temporal de residuos nucleares, sobre la cadena perpetua, sobre las Cajas de Ahorro, o sobre lo que sea.
Quien quiera aspirar de modo honorable a la Presidencia del Gobierno ha de renunciar al cuanto peor mejor y a gozarse en los males que afligen a todos. Ni el incremento del desempleo, ni la calificaci¨®n desfavorable de la deuda por las agencias de rating, ni el mayor d¨¦ficit fiscal, ni el deterioro de cualquier otra variable de nuestra econom¨ªa, ni el chantaje de los controladores a¨¦reos, deber¨ªa causar en la sede del PP ese entusiasmo por la cat¨¢strofe que parece inscrito en nuestro ADN desde la guerra de las Comunidades de Padilla, Bravo y Maldonado, en adelante. Porque no hay manera de encontrar, ni siquiera en los periodos de mayor gloria de la Espa?a imperial, un momento que no sea tambi¨¦n de quiebra y ah¨ª est¨¢n los F¨²cares que no nos dejar¨¢n mentir.
El principio que recomendaba Pepe Domingu¨ªn para conseguir triunfos en los ruedos era el de torear de o¨ªdo. Dec¨ªa que cuando un pase era recibido con aplausos conven¨ªa seguir citando con la misma mano. Pero que cuando desagradaba a los tendidos era mejor cambiar de mano y tal vez de terrenos. Por supuesto, los l¨ªderes pol¨ªticos est¨¢n obligados a romper el c¨ªrculo de sus consejeros ¨¢ulicos en Moncloa, en G¨¦nova, en Ferraz o donde sea y a aguzar el o¨ªdo. Pero no todo lo que escuchan a ras del suelo deben convertirlo en propuesta legislativa. En todo caso, el toreo tiene su "m¨²sica callada" y su "sonora soledad", unas coordenadas donde el arte de birlibirloque vuelve a coincidir con la pol¨ªtica. Actitudes de silencio y soledad a las que se ha acogido muchas veces con exceso nuestro Mariano Rajoy, acusado por ello en ocasiones de pr¨¢cticas tancredistas. Porque ard¨ªa la tesorer¨ªa nacional del partido, el caso G¨¹rtel saltaba de Madrid a Valencia, el ¨¢lbum de la boda de El Escorial se convert¨ªa en instrumento de trabajo para la polic¨ªa, estallaban las hostilidades entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallard¨®n, se sumaba desde Castell¨®n Carlos Fabra y desde Mallorca Jaume Matas y al principio a nuestro Mariano s¨®lo le escuchamos decir en el ruedo valenciano aquello de "estamos contigo Paco, contra los inquisidores", dirigido al presidente de la Generalitat.
Es momento de recordar a Mariano Rajoy que "no todo aprovecha para el convento". Que es indigno fomentar los bajos instintos del p¨²blico m¨¢s primario. Que un gran timonel no debe rodearse de ceros a la izquierda por mucho que le parezcan salvavidas. Que debe aclararnos si apuesta por la grandeza y versatilidad del comediante o si se resigna a ser un actor ¨²til para un ¨²nico personaje. Veremos la senda que elige.
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