Obama se vuelca con la clase media
El presidente estadounidense anuncia ayudas a familias, estudiantes y jubilados - La iniciativa es parte del nuevo plan menos ambicioso que presenta ma?ana

El vocabulario pol¨ªtico en boga en EE UU incluye palabras como clase media, empleos o d¨¦ficit p¨²blico, que representan el recortado proyecto pol¨ªtico de Barack Obama. Se escuchar¨¢n mucho ma?ana en su primer discurso sobre el estado de la naci¨®n y se escucharon ya ayer, cuando el presidente anunci¨® varias iniciativas destinadas a aliviar los efectos de la crisis econ¨®mica entre las familias.
Obama reuni¨® a su equipo econ¨®mico en pleno para pedirles en p¨²blico que concentren sus esfuerzos en atender urgentemente las demandas de la clase media, que vive, seg¨²n sus propias palabras, "la d¨¦cada m¨¢s dif¨ªcil que nunca ha tenido". Entre las primeras medidas anunciadas est¨¢ una rebaja fiscal para las familias con menos de 85.000 d¨®lares (60.000 euros) de ingresos anuales, un programa de cr¨¦ditos para estudiantes con menos recursos, una ayuda para las personas que tengan a su cargo a sus parientes ancianos o enfermos y la facilitaci¨®n del acceso de los jubilados a sus planes de pensiones.
La Casa Blanca busca medidas con un efecto inmediato sobre los ciudadanos
El presidente desarrollar¨¢ esas medidas ante el Congreso en un discurso sobre el estado de la uni¨®n que recoger¨¢ la nueva estrategia de la Casa Blanca tras el terremoto pol¨ªtico provocado la semana pasada por la victoria de la oposici¨®n republicana en Massachusetts. Esa estrategia incluye la prioridad de acciones m¨¢s modestas, m¨¢s visibles y de efecto m¨¢s inmediato sobre los ciudadanos, en sustituci¨®n de grandes reformas estructurales, como la sanidad, la energ¨ªa y la educaci¨®n, cuyas ventajas no acaba de comprender el p¨²blico y resultan f¨¢ciles de caricaturizar como gigantescas operaciones de agrandamiento del Estado.
Es, sin duda, un significativo repliegue de la Casa Blanca, cuyo ¨²nico inter¨¦s es ahora intentar interpretar correctamente el mensaje de Massachusetts y salvar lo que se pueda -que es poco- de todo lo que se ha intentado en el a?o transcurrido. Dicho de otra forma, ¨¦ste no es un momento para las transformaciones profundas que Obama hab¨ªa prometido; ¨¦ste es un momento para movimientos t¨¢cticos que eviten una debacle electoral en las elecciones legislativas de noviembre.
Uno de esos movimientos es el de una mayor insistencia en estimular la creaci¨®n de puestos de trabajo. "Crear empleos buenos y sostenibles es la mejor forma de reconstruir la clase media", dijo ayer el presidente, que pidi¨® al Congreso acelerar el debate de un proyecto de ley actualmente en discusi¨®n para actuar en ese frente. Va a resultar, sin embargo, muy dif¨ªcil para Obama resituarse en el panorama pol¨ªtico, convencer a los ciudadanos de la solvencia de su nueva agenda pol¨ªtica posMassachusetts si no consigue salir razonablemente airoso de los tropiezos dados hasta ahora. La gran prueba para ello es la reforma sanitaria.
Los dem¨®cratas no tienen ya ni los votos ni la voluntad de aprobar la ley que el mes pasado fue votada por ambas c¨¢maras. Esa es una iniciativa ya muerta, por mucho que algunos todav¨ªa adviertan del enorme error que eso constituye. "Estoy seguro de que los dem¨®cratas perdieron el Congreso en 1994 porque no consiguieron aprobar la reforma sanitaria", afirma el analista y consultor Paul Begala, que trabaj¨® en las dos campa?as electorales de Bill Clinton. "Hoy muchos dem¨®cratas temen que perder¨¢n si aprueban la reforma sanitaria. Est¨¢n equivocados".
Los dem¨®cratas no saben c¨®mo salir del laberinto. La presidenta de la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi, y el l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata en el Senado, Harry Reid, llevan tres d¨ªas discutiendo qu¨¦ hacer sin encontrar una soluci¨®n.
La opci¨®n que parece patrocinar la Casa Blanca es la de recortar las ambiciones del proyecto, renunciar a la pretensi¨®n de dar cobertura sanitaria a toda la poblaci¨®n y centrarse en algunos apartados de m¨¢s claro apoyo popular que los republicanos no podr¨¢n torpedear. El seguro universal, desde luego, no ha vuelto a ser mencionado desde Massachusetts. Obama habl¨® ayer de "una reforma sanitaria que proh¨ªba las peores pr¨¢cticas de la industria aseguradora y restaure alguna estabilidad y tranquilidad de mente a las familias de clase media".
Otro caballo de batalla pos-Massachusetts es lo que aqu¨ª se conoce como cambiar la forma en que trabaja Washington, es decir, acabar con los intereses particulares que se imponen en las votaciones del Congreso y evitar las peleas entre los partidos pol¨ªticos. Las encuestas indican que ¨¦sa es la principal preocupaci¨®n de los votantes que se identifican como independientes, que son los que deciden las elecciones.
Es m¨¢s f¨¢cil prometer cambiar Washington que hacerlo, entre otras cosas porque, como dec¨ªa ayer James Carville, el arquitecto de la victoria de Clinton, "nada puede cambiar Washington". Su consejo a Obama: echarle la culpa de todo a George Bush.
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