Obama congela el gasto p¨²blico de EE UU durante tres a?os
El presidente de EE UU presentar¨¢ su plan contra el d¨¦ficit fiscal en su primer discurso sobre el estado de la Uni¨®n.- Los departamentos de Defensa, Seguridad y Asuntos de los Veteranos no se ver¨¢n afectados
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En el ¨²ltimo y m¨¢s decisivo paso hacia el empeque?ecimiento de su programa pol¨ªtico, la Administraci¨®n de Barack Obama ha decidido la congelaci¨®n durante tres a?os de todos los gastos p¨²blicos no imprescindibles. Esta medida, que ser¨¢ desarrollada hoy por el presidente en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n, est¨¢ esencialmente destinada a tranquilizar los ¨¢nimos de un electorado de centro que es el que domina pol¨ªticamente el pa¨ªs y que ha hecho visible su angustia por el constante aumento del d¨¦ficit.
La Oficina de Presupuestos del Congreso ha anunciado hoy precisamente que el d¨¦ficit previsto para este a?o es de 1,35 billones de d¨®lares, que en realidad representa una ligera mejora sobre los 1,4 billones de 2009, pero es todav¨ªa, a juicio de los expertos, un lastre que amenaza la solidez de la econom¨ªa norteamericana a largo plazo.
La congelaci¨®n decidida por la Casa Blanca no afectar¨¢ al gasto militar, la seguridad interior, las relaciones internacionales, la ayuda a los veteranos de guerra y los programas sociales m¨¢s extensos y costosos, como la Seguridad Social y la asistencia m¨¦dica a los pobres y los jubilados. Pero seguramente exigir¨¢ un recorte en los presupuestos de varios departamentos importantes, como los de Educaci¨®n, Salud, Vivienda o Transporte y, sobre todo, compromete gravemente los planes iniciales del presidente de acometer reformas en profundidad en materia de educaci¨®n, energ¨ªa y medio ambiente, entre otras.
La Administraci¨®n intenta ahorrar con esta medida, seg¨²n portavoces oficiales, unos 250.000 millones de d¨®lares en los pr¨®ximos diez a?os, lo que supone poco m¨¢s del 3% de d¨¦ficit que se calcula para esa fecha, alrededor de 9 billones de d¨®lares.
Se trata, por tanto, m¨¢s de una iniciativa para demostrar la intenci¨®n de frenar una tendencia negativa que una verdadera acci¨®n contundente contra el d¨¦ficit. El destinatario, adem¨¢s de una econom¨ªa a la que se alivia de cierta presi¨®n, es un sector considerable del electorado que exige poner orden en las cuentas en Washington.
?Efecto Massachusetts?
Es imposible saber si esta decisi¨®n se hubiera producido tambi¨¦n si los republicanos no hubieran ganado la semana pasada ese trascendental esca?o senatorial de Massachusetts, pero hay razones para pensar que no. Desde esa derrota, Obama ha ido acomodando su proyecto pol¨ªtico acorde con el mensaje que parecieron enviar esas elecciones: menos transformaciones de largo plazo que exigen inversi¨®n p¨²blica y m¨¢s medidas inmediatas para ayudar a la clase media con empleos y rebajas fiscales.
No es sorprendente que este paso, que ser¨¢ formalizado en la presentaci¨®n de los pr¨®ximos presupuestos federales, la semana que viene, haya sido recibido con escepticismo por la derecha y gran decepci¨®n por la izquierda. La reacci¨®n de la mayor¨ªa de los republicanos en el Congreso se resume en cuatro palabras: demasiado poco, demasiado tarde. Para resumir la de la izquierda, bastan tres: "Un gran error", como ha dicho el profesor Robert Reich, antiguo secretario de Trabajo y una de las grandes referencias del pensamiento progresista norteamericano.
La iniciativa de Obama tendr¨¢, en todo caso, que ser aprobada por el Congreso, que es el que tiene la ¨²ltima palabra sobre cu¨¢nto dinero se gasta y d¨®nde se gasta. El Congreso no est¨¢, en estos momentos, en las mejores relaciones con la Casa Blanca. Obama est¨¢ ya trabajando a fondo para conseguir -probablemente con ¨¦xito- la confirmaci¨®n para un segundo mandato de Ben Bernanke como presidente de la Reserva Federal. Est¨¢ tratando tambi¨¦n de sacar adelante -en este caso con pocas posibilidades- una propuesta para la creaci¨®n de una comisi¨®n bipartidista que decida sobre los recortes del gasto p¨²blico. Ahora tendr¨¢ que pelear adem¨¢s por su presupuesto para este a?o.
Para Obama, todo se ha puesto cuesta arriba e intenta remontar con medidas que los norteamericanos entienden f¨¢cilmente. Pararle los pies a Wall Street se entiende f¨¢cilmente. Ahorrar en Washington, todav¨ªa mejor. El problema es que eso obliga a reinventar esta presidencia.
Obama asumi¨® el cargo decidido a seguir los pasos de grandes presidentes transformadores, como Lincoln, Roosevelt o Kennedy. Ahora algunos de sus colaboradores le sugieren que se fije en modelos m¨¢s modestos, como Bill Clinton, a quien no se le recuerda ninguna gran obra en sus ocho a?os de presidencia, pero que, a fuerza de no hacer nada y dejar que los republicanos manejaran la econom¨ªa, acab¨® con el d¨¦ficit y dej¨® al pa¨ªs en super¨¢vit. Obama e niega a seguir ese camino. "Prefiero ser un buen presidente durante cuatro a?os que un mal presidente durante ocho", dijo el lunes en una entrevista con la cadena ABC.
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