Los terroristas se hacen con Yemen
Es uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres, con mayores conflictos internos y peor gobernados. Pero a Occidente, que le ayuda incluso menos que a ?frica, s¨®lo le llama la atenci¨®n cuando se le vincula con Al Qaeda
Del d¨ªa a la ma?ana Yemen ha sido designado como la nueva base de Al Qaeda. Pero la presencia de extremistas islamistas ni es nueva ni constituye el mayor de los problemas para uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres y peor gobernados del mundo. Las adversidades que acaecen a Yemen van mucho m¨¢s all¨¢ de la presencia de los 300 yihadistas que conforman Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga (AQAP, en sus siglas inglesas) y son de sobra conocidas por el mundo occidental, que lleva a?os situando al pa¨ªs en sus listas de Estados fr¨¢giles. Hace a?os que se viene advirtiendo que Yemen se estaba convirtiendo en refugio para terroristas islamistas. La proliferaci¨®n de elementos radicales en los grandes espacios ingobernables del pa¨ªs es consecuencia de los problemas econ¨®micos, de desarrollo y de gobernanza. Yemen no hace a los terroristas, los terroristas se hacen con Yemen. Si por fin los poderes occidentales parecen haber tomado nota es porque los terroristas han actuado contra sus intereses en su territorio. La negligencia de Occidente e incluso su complicidad con el Gobierno de Saleh han contribuido o por lo menos no han hecho nada por frenar la trayectoria de un pa¨ªs que se encuentra al borde del colapso.
Saleh es el ¨¢rabe que lleva m¨¢s tiempo en el poder despu¨¦s de Gaddafi. Es autocr¨¢tico y corrupto
Una ayuda basada s¨®lo en el antiterrorismo es ineficaz. El pa¨ªs precisa desarrollo y democracia
Se ve¨ªa venir. Los veteranos ¨¢rabes de la guerra contra los sovi¨¦ticos en Afganist¨¢n de los a?os ochenta eran abiertamente recibidos en Yemen y muchas veces cooptados por el r¨¦gimen, integrados en las diversas fuerzas de seguridad del Estado y utilizados en la lucha de ¨¦ste contra secesionistas u opositores. M¨¢s recientemente, ha habido acusaciones de que el Gobierno estaba utilizando a radicales en su lucha contra los rebeldes en Saada. El problema es que las nuevas generaciones de militantes, radicalizados en parte por las guerras de Irak y Afganist¨¢n, no son tan maleables. AQAP, que anunci¨® su formaci¨®n en enero de 2009 e incluye a extremistas huidos de Arabia Saud¨ª, tacha al Gobierno de Yemen de ileg¨ªtimo y antiisl¨¢mico y no concibe negociar con ¨¦l.
La lucha contra el terrorismo y las amenazas a la seguridad constituyen la preocupaci¨®n primordial de los gobiernos occidentales; es m¨¢s, sin dicha amenaza es poco probable que los acontecimientos de Yemen figurasen siquiera en los radares de nuestros pol¨ªticos. Sin embargo, la primordial preocupaci¨®n del Gobierno de Saleh no es el terrorismo islamista, que puede incluso llegar a aportarle extensas ayudas monetarias del extranjero, sino los conflictos que mantiene al norte y sur del pa¨ªs. Al norte, en Saada, se enfrenta desde 2004 a una lucha contra rebeldes chiitas zaidis que tiene sus or¨ªgenes en el subdesarrollo regional, en la percepci¨®n de injusticias socioecon¨®micas y en la falta de derechos culturales y religiosos. Esta lucha corre peligro de extenderse con la reciente implicaci¨®n de Arabia Saud¨ª y las acusaciones (potencialmente infundadas) de apoyo de Ir¨¢n a los rebeldes. Por su parte, los secesionistas del sur consideran que han salido perdiendo desde que se llev¨® a cabo la unificaci¨®n del pa¨ªs en 1990 y se sienten marginalizados pol¨ªtica y socialmente.
"La inestabilidad en Yemen es una amenaza para la estabilidad regional e incluso global", ha declarado recientemente la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton. Pero tambi¨¦n es un problema para sus 23 millones de habitantes, aunque claramente ¨¦sta no sea la prioridad de Occidente. Yemen sufre todos los males caracter¨ªsticos de los pa¨ªses menos desarrollados: explosi¨®n demogr¨¢fica, analfabetismo, escasos recursos sociales, corrupci¨®n, conflictos internos, falta de agua, gobierno autoritario e ineficaz, entre muchos otros. Adem¨¢s, sus recursos petrol¨ªferos, de los que depende m¨¢s del 70% del presupuesto del Estado, se est¨¢n agotando.
Yemen es el pa¨ªs m¨¢s pobre del mundo ¨¢rabe y el ¨²nico designado como uno de los pa¨ªses menos desarrollados. Casi la mitad de su poblaci¨®n vive con menos de dos d¨®lares al d¨ªa y hay una escasez cr¨®nica de alimentos y agua. Sin embargo, la ayuda oficial al desarrollo per c¨¢pita en 2009 ascend¨ªa tan s¨®lo a 16 d¨®lares, comparada con una media de unos 80 d¨®lares para los pa¨ªses africanos. El castigo de Yemen empez¨® casi desde su concepci¨®n como pa¨ªs unitario en 1990 y fue consecuencia de su oposici¨®n a la primera guerra del Golfo. Como resultado, la ayuda internacional se sec¨® y los trabajadores yemen¨ªes fueron expulsados de los pa¨ªses ricos del Golfo, con efectos devastadores para la econom¨ªa del pa¨ªs. Desde entonces, la recuperaci¨®n de los flujos de ayuda ha sido lenta y desigual. Con un crecimiento demogr¨¢fico de m¨¢s de un 3%, est¨¢ previsto que la poblaci¨®n se doble en las pr¨®ximas dos d¨¦cadas. M¨¢s de dos tercios tiene menos de 24 a?os y la tasa de analfabetismo ronda el 50%. El Gobierno no da abasto para proveer a la poblaci¨®n de los servicios b¨¢sicos, adem¨¢s de carecer de control sobre vastas ¨¢reas del pa¨ªs. La corrupci¨®n es end¨¦mica.
A pesar de un superficial semblante democr¨¢tico, reflejado en la existencia de partidos pol¨ªticos, la celebraci¨®n, m¨¢s o menos peri¨®dica, de elecciones, la, por lo menos proclamada, libertad de prensa y cierta vitalidad de la sociedad civil, Yemen es en realidad un pa¨ªs autocr¨¢tico dominado por un partido y un presidente, Ali Abdullah Saleh, que tiene el honor de ser el l¨ªder ¨¢rabe que lleva m¨¢s tiempo en el poder despu¨¦s de Gaddafi. Los ¨²ltimos a?os han visto la disminuci¨®n de la competici¨®n democr¨¢tica, el acoso a periodistas y la monopolizaci¨®n del poder por parte del partido de Saleh.
Las instituciones de gobierno son inexistentes o ineficaces y el poder se ejerce a trav¨¦s de redes de patrocinio y clientelismo, jugando a mantener un delicado sistema de alianzas tribales. La ayuda exterior y los ingresos del petr¨®leo han servido para mantener esta estructura. El ¨¦nfasis sobre la cooperaci¨®n internacional en materia de seguridad ha servido para afianzar a un Gobierno antidemocr¨¢tico, permitiendo que ¨¦ste consolide su poder tras el velo de la cooperaci¨®n contra el terrorismo. A¨²n as¨ª, el Gobierno central es incapaz de ejercer control ni de desplegar su autoridad sobre el conjunto del territorio nacional.
?Qu¨¦ hacer ante semejante caos? Desde luego no hay respuestas f¨¢ciles. El presidente Barack Obama ha prometido perseguir y atrapar a los responsables del intento de atentado de Detroit y aunque no mandar¨¢ al Ej¨¦rcito es previsible que inunde Yemen de m¨¢s ayudas para la lucha contra el terrorismo y que los ataques norteamericanos contra supuestas bases de Al Qaeda desde aviones no tripulados se multipliquen. Adem¨¢s, Estados Unidos incrementar¨¢ su presi¨®n al Gobierno de Saleh para que sea m¨¢s duro con los terroristas. Pero para el Gobierno de Saleh es peligroso reconocer la participaci¨®n estadounidense en estos esfuerzos, porque dichas actuaciones son muy impopulares y pueden minar a¨²n m¨¢s la legitimidad del presidente. Adem¨¢s, una pol¨ªtica enfocada exclusivamente en la lucha contra el terrorismo como la que viene siguiendo Estados Unidos en Yemen desde 2001 es claramente ineficaz. M¨¢s que un enfoque de seguridad, cualquier estrategia de ayuda tendr¨ªa que combinar la mediaci¨®n de conflictos, la ayuda econ¨®mica al desarrollo, la integraci¨®n regional y la mejora de la gobernanza.
Los pa¨ªses del Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo (CCG) deber¨ªan tomar las riendas de la mediaci¨®n para intentar acabar con los conflictos al norte y sur del pa¨ªs. Qatar ya medi¨® en un acuerdo entre los zaidis y el Gobierno de Saleh en 2008 y podr¨ªa volver a intentarlo. De la misma manera, deber¨ªan incrementar sus esfuerzos por integrar al pa¨ªs en el CGG, si no como miembro por lo menos con una relaci¨®n especial que fomente su desarrollo econ¨®mico. Con la estabilidad puede que llegue la inversi¨®n extranjera directa necesaria para que el pa¨ªs construya una econom¨ªa postpetr¨®leo.
La ayuda al desarrollo se enfrenta a los problemas de la corrupci¨®n y la falta de capacidad de absorci¨®n. Para paliarlos, ser¨ªa conveniente una mayor coordinaci¨®n de los donantes entre s¨ª y con el Gobierno para forjar una estrategia de ayuda por sectores, de acuerdo con las prioridades nacionales, en lugar de la financiaci¨®n de proyectos descoordinados. En la cooperaci¨®n t¨¦cnica y en materia de educaci¨®n estar¨ªa la clave, as¨ª como en la demanda de transparencia y mejora de la gobernanza.
Ana Echag¨¹e es investigadora en FRIDE.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.