Semana de cristianizaci¨®n
El Comit¨¦ de Disciplina Deportiva ha rechazado la petici¨®n del Madrid de suspensi¨®n cautelar de la sanci¨®n de dos partidos impuesta a Cristiano Ronaldo, por lo que el astro portugu¨¦s no jugar¨¢ esta noche en Riazor. Es el desenlace de una semana de intensa pol¨¦mica jur¨ªdico-deportiva.
Aun admitiendo que la justicia deportiva es a la justicia lo que la m¨²sica militar, etc¨¦tera, las instancias que juzgan y sancionan a los futbolistas deben hacerlo con al menos una apariencia de criterio jur¨ªdico. Pero no siempre la realidad del f¨²tbol, su l¨®gica, es traducible a t¨¦rminos jur¨ªdicos.
Desde la visi¨®n futbol¨ªstica es evidente que, en la jugada que origina el pleito, Ronaldo quiere jugar la pelota legalmente, mientras que su opositor, Patrick Mtiliga, intenta impedirlo con m¨¦todos antirreglamentarios. La presunci¨®n deber¨ªa ser por tanto favorable al madridista, que bracea no para agredir, sino para librarse de los agarrones persistentes del otro. De entrada hay, por tanto, una incoherencia en la actuaci¨®n arbitral: con o sin tarjeta a Ronaldo, el colegiado debi¨® haber amonestado al jugador del M¨¢laga por infracci¨®n continuada.
Tal vez no lo hizo porque claramente estaba indicando que siguiese la jugada en aplicaci¨®n de la ley de la ventaja, pese a que Ronaldo hab¨ªa soltado ya los primeros manotazos; s¨®lo pit¨® una vez que vio en el suelo a Mtiliga, y ya no se atrevi¨® a sacarle tarjeta por un comprensible reflejo de identificaci¨®n con el ca¨ªdo (y sangrante). El Comit¨¦ de Competici¨®n consider¨® a CR9 culpable de "emplear juego peligroso causando da?o que merme las facultades f¨ªsicas del ofendido", en los t¨¦rminos del art¨ªculo 115 del C¨®digo Disciplinario. Formalmente encaja, pero refleja mal la complejidad de la situaci¨®n. Y el Comit¨¦ de Apelaci¨®n considera que no puede contemplar como atenuante la provocaci¨®n previa dada la "absoluta desproporci¨®n" entre los agarrones y la respuesta.
Puede verse as¨ª, dado el resultado de la nariz rota. Pero como ha dicho el entrenador del Madrid, Manuel Pellegrini, hubiera bastado que Mtiliga fuera m¨¢s alto (o Cristiano m¨¢s bajo) para que el manotazo hubiera ido a parar al pecho en lugar de a la cara, con lo que, en ausencia de sangre, nada habr¨ªa pasado.
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