Usos y abusos

Contin¨²a y aun se acrecienta la singular costumbre de cobrar en los restaurantes servicios no solicitados, como el del pan, los aceites y mantequillas, u otros aperitivos y complementos, que son servidos en el instante que el cliente se sienta a la mesa, cuando se encuentra en estado de acomodaci¨®n y quiz¨¢s de comprensi¨®n del entorno.

Se sirve el pan pero se cuestiona al comensal sobre si desear¨¢ tomar agua -con o sin gas-, considerando de esta forma que el pan es indiscutible y de todo punto necesario para acompa?ar a la comida y el agua s¨®lo un aditamento del que se puede prescindir as¨ª la raci¨®n de vino u otro producto que debamos ingerir sea de mayor precio que el l¨ªquido y natural elemento.

Dicha actitud de servir -y cobrar- lo que no hemos demandado se inscribe claramente entre las pr¨¢cticas abusivas, y debe ser denunciado y perseguido, adem¨¢s de protestado por el comensal, que ve lesionado su derecho a que la contraprestaci¨®n se ajuste a lo solicitado y no a la voluntad del hostelero.

Asunto distinto, pero peor, es aquel que nos asombra y deja perplejos, y que consiste en el cobro de aquello que de forma eufem¨ªstica llaman "servicio" y que no es m¨¢s que la puesta a disposici¨®n del comensal de los instrumentos que nuestra cultura considera necesarios -y aun imprescindibles- para que el acto de comer en p¨²blico sea una actividad civilizada. Nunca hasta ahora, y desde tiempos tan lejanos como los de la invenci¨®n del cuchillo o del tenedor, cab¨ªa suponer que coger la carne con las manos o sorber la sopa directamente del plato ser¨ªa una posibilidad que nuestros restauradores aceptar¨ªan como propia de sus locales -con lo que los califican- por lo que cualquier sutileza que adecente tal forma de comer debe ser condenada con el pago de su correspondiente justiprecio.