La timba
El d¨ªa en que te vayan muy mal las cosas podr¨¢s contar con los dedos de la mano los que se queden a tu lado, me dijo un negro viejo en un baile, un negro que se las daba de psic¨®logo. El viejo me dio otro consejo que hab¨ªa aprendido en el burdel del barrio: "En esta vida primero t¨², despu¨¦s t¨² y luego t¨²". No es nada f¨¢cil aprender esta lecci¨®n, a?adi¨®. Hay que ser un tipo duro, pero los de tu alrededor tendr¨¢n una ventaja, puesto que s¨®lo siendo uno feliz se puede hacer feliz a los dem¨¢s. Ignoro si estas cosas rudimentarias de la vida se ense?an tambi¨¦n en Harvard. No estoy seguro si la psicolog¨ªa ha subido desde el burdel a la c¨¢tedra o, por el contrario, de la c¨¢tedra ha bajado al burdel y al mercado donde la gente manifiesta en los ojos todas las pasiones primarias acariciando con los dedos el dinero sudado antes de cambiarlo por el placer. Los despachos y gabinetes de algunas facultades anglosajonas huelen a un silencio de libros noblemente encuadernados y el suelo de madera cruje bajo los pies. Los profesores de psicolog¨ªa suelen tener un aire elegantemente devastado. En ese ambiente de estudio todo est¨¢ preparado para que los alumnos privilegiados reciban las teor¨ªas m¨¢s avanzadas sobre el comportamiento del alma humana, pero no es raro que esos profesores no sean tan coherentes como el negro que bailaba swing con una negra en aquella timba. Algunos profesores de psicolog¨ªa llevan una doble vida entre Erich Fromm y el alcohol y suelen tener escenas a cuchillo con su mujer en la cocina en el tedio de la tarde del domingo e incluso el em¨¦rito que el d¨ªa anterior mand¨® un trabajo en clase acerca del conductista John Watson aparece por la ma?ana desnudo, erecto y asfixiado con la cabeza metida en una bolsa de pl¨¢stico. Contando con que la vida, seg¨²n Samuel Beckett, es un caos entre dos silencios, todo vale en la mota de polvo, que es este planeta perdido en el universo donde se celebra una fiesta de monos. Nadie sabe si la aurora extend¨ªa sus dedos de rosa sobre el mar antes de que llegara Homero o si ese color s¨®lo era sangre y el poeta la convirti¨® en versos inmortales porque estaba ciego. En la timba la pareja de negros bailaba como si estuvieran unidos al fuego del fondo de la tierra. S¨®lo as¨ª se pueden dar consejos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.