Al Atl¨¦tico le baila el M¨¢laga
El conjunto andaluz gana en Madrid, 57 a?os despu¨¦s, ante un rival que hizo un partido infame
No contento con perder, lo que acostumbra a hacer a lo grande, sin disimulo, deplorables como suelen ser algunas de sus actuaciones, la derrota de ayer del Atl¨¦tico tuvo, adem¨¢s de un car¨¢cter lacrim¨®geno, un car¨¢cter hist¨®rico: porque perdi¨® el que otrora fue un grande, y hoy es una piltrafa, ante el M¨¢laga, ante un equipo que no venc¨ªa en Madrid capital (ni al Madrid, ni al Atl¨¦tico, ni al Rayo) desde el a?o 53, desde que lo hiciera en el desaparecido Metropolitano endosando un 1-3 al Atl¨¦tico que por entonces dirig¨ªa un tal Helenio Herrera. Gan¨® el M¨¢laga con todo merecimiento, superior como fue hasta aburrir, tan f¨¢cil como lo tuvo, ante aquel rivalillo de medio pelo con el que se cruz¨®. Gan¨® el M¨¢laga con una suficiencia insultante, como nunca imagin¨®, sin querer hacer sangre, perdonando la goleada que mereci¨®.
ATL?TICO 0 - M?LAGA 2
Atl¨¦tico: De Gea; Ujfalusi, Perea, Dom¨ªnguez, Antonio L¨®pez (Ra¨²l Garc¨ªa, m. 70); Sim?o, Camacho (Reyes, m. 46), Tiago, Jurado; Ibrahima (Ag¨¹ero, m. 46) y Forl¨¢n. No utilizados: Asenjo; Valera, Juanito y Cabrera.
M¨¢laga: Mun¨²a; Jes¨²s G¨¢mez (Gaspar, m. 66), Iv¨¢n, Weligton, Manu Torres; Benachour, Toribio; Javi L¨®pez, Fernando, Duda (Juanito, m. 64); y Caicedo (Baha, m. 58). No utilizados: Santamar¨ªa; Edu Ramos, Forestieri y Portillo.
Goles: 0-1. M. 3. Duda aprovecha un centro de Jes¨²s G¨¢mez. 0-2. M. 70. Javi L¨®pez, tras un rechace de Perea.
?rbitro: Mejuto Gonz¨¢lez. Amonest¨® a Manu Torres, Weligton, Antonio L¨®pez, Ag¨¹ero, Fernando y Tiago.
Unos 45.000 espectadores en el Calder¨®n.
De pie, ante el banquillo, Quique Flores mov¨ªa la cabeza de un lado a otro, incr¨¦dulo, quiz¨¢, por lo que ve¨ªa, aunque ya deber¨ªa estar acostumbrado; o estar¨ªa, tal vez, desesperado, harto de esta monta?a rusa en la que vive su equipo, triunfante el jueves en Vigo, agonizante el domingo a orillas del Manzanares. Mov¨ªa la cabeza Quique, de pie, ante el banquillo, incapaz de entender c¨®mo su equipo hab¨ªa tardado la friolera de tres minutos en venirse abajo, en caer demolido ante el primer ataque del M¨¢laga, Jes¨²s G¨¢mez que entra por la derecha, Antonio L¨®pez que le persigue sin alcanzar m¨¢s que a verle el n¨²mero 2 impreso en su camiseta, el centro de aqu¨¦l, al segundo palo, donde aparece Duda, antes, mucho antes que Simao, para fusilar, una jugada calcada a la que s¨®lo una semana antes hab¨ªan protagonizado Pedro Le¨®n y Manu, del Getafe, una jugada, por lo visto, que es un jerogl¨ªfico para este Atl¨¦tico, incapaz como es de descifrarla.
Volvi¨® a insultar el Atl¨¦tico a este deporte llamado f¨²tbol. Y lo hizo con ganas. Se resquebraj¨® nada m¨¢s saltar a escena, cay¨® en su particular agujero negro y sufri¨® un dur¨ªsimo zarandeo por parte del M¨¢laga, que se dio la vida padre. Duda bail¨® a cuantos le salieron al paso all¨¢ en la banda izquierda y De Gea tuvo que andar presto para lanzarse a sus pies cuando se quedaba solo. Y lanz¨® el portugu¨¦s una falta que Fernando remat¨® con habilidad para que De Gea sacara una mano prodigiosa a un cent¨ªmetro de su palo derecho. Era un mon¨®logo el del M¨¢laga. El Atl¨¦tico s¨®lo dio se?ales de vida con un tiro de Camacho, tras un barullo en el ¨¢rea, que atrap¨® Mun¨²a y otro, precipitado, de Forl¨¢n desde la frontal que tuvo id¨¦ntica consecuencia.
Lleg¨® el descanso, Quique rectific¨® su plan inicial y puso en liza a Ag¨¹ero y Reyes. Como si no. De pie, ante el banquillo, el t¨¦cnico sigui¨® moviendo la cabeza de un lado a otro, incr¨¦dulo, quiz¨¢, desesperado, seguro. Veinticinco minutos transcurrieron en los que su equipo fue incapaz de disparar a puerta, o fuera; de provocar un c¨®rner, de pisar siquiera el ¨¢rea rival... As¨ª las cosas, el M¨¢laga sigui¨® dibujando su particular rondo en el centro del campo, sin verse apretado, a la espera de otra oportunidad. Que lleg¨®, con Baha galopando por la banda derecha, sacando el centro que Perea despej¨® como buenamente pudo y que Javi L¨®pez mand¨® a la red.
El p¨²blico, entonces, harto de protestar, comenz¨® a abandonar las gradas, un ¨¦xodo mayoritario que demostr¨® el hartazgo que comienza a provocar entre los suyos este Atl¨¦tico, m¨¢s all¨¢ de su continuidad en la Copa, donde sobrevive tras eliminar a un segunda B y dos segundas. No le queda al equipo, ni al club, otro clavo al que agarrarse que el torneo copero, decidido como est¨¢ en la Liga a apostar a la ruleta rusa de un f¨²tbol indecente que le convierte, salvo cambio radical, en un privilegiado aspirante al descenso, por mucha incredulidad y desesperaci¨®n que ello provoque a jugadores, t¨¦cnicos, directivos y aficionados. Y al escudo tambi¨¦n.
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