Muerte en Afganist¨¢n
La entrega de los soldados ha impedido el desastre; pero se acerca la hora de las decisiones
Un soldado muerto y otros seis heridos, adem¨¢s de tres bajas mortales entre los talibanes, es el balance del ataque contra las tropas espa?olas perpetrado el pasado lunes en Afganist¨¢n. No fueron los ¨²nicos datos del parte militar de la jornada: pocas horas despu¨¦s, los talibanes atacaron con cohetes el aeropuerto y la base espa?ola en Herat, donde deb¨ªa llegar la ministra de Defensa. Adem¨¢s, otros dos soldados brit¨¢nicos murieron en el sur del pa¨ªs a consecuencia de una emboscada de los talibanes contra su patrulla.
La de Afganist¨¢n es sin duda la misi¨®n m¨¢s compleja en la que participan las tropas espa?olas en el exterior y tambi¨¦n la que mayor responsabilidad exige para abordar los numerosos problemas que se ciernen sobre ella. El ataque no puede servir de excusa para regresar a las recurrentes querellas pol¨ªticas en torno a la presencia espa?ola en Afganist¨¢n, sobre todo cuando a¨²n no se han atendido deberes elementales como rendir homenaje a quien ha perdido la vida por cumplir con la misi¨®n que se le ha encomendado, el soldado John Felipe Romero Meneses. Tambi¨¦n a sus seis compa?eros heridos.
Las incertidumbres que planean sobre el papel de las fuerzas internacionales en Afganist¨¢n, patentes tras la Conferencia de Londres, no deber¨ªan trasladar a las tropas sobre el terreno la impresi¨®n de que no se valora su esfuerzo o, peor a¨²n, de que es in¨²til y s¨®lo se justifica por necesidades diplom¨¢ticas que se sirven de ¨¦l como moneda de cambio. Ser¨ªa deshonesto ocultar que la actual situaci¨®n es resultado de m¨²ltiples errores pol¨ªticos en el planteamiento inicial y en el desarrollo de las dos misiones militares presentes en el pa¨ªs, una de guerra y otra de reconstrucci¨®n. Por duro que resulte reconocerlo, son estos errores -entre los que destaca la dif¨ªcil compatibilidad estrat¨¦gica de ambas misiones- los que est¨¢n dotando de sentido al trabajo de las tropas internacionales en Afganist¨¢n: gracias a que siguen desarrollando su trabajo con profesionalidad mientras se van adensando las dudas en la opini¨®n p¨²blica y las instancias de decisi¨®n pol¨ªtica, los errores no se han convertido en cat¨¢strofe.
El tiempo parece correr aceleradamente en contra de los objetivos que se impuso la comunidad internacional en Afganist¨¢n, mientras se incrementan los riesgos para las tropas desplegadas en el pa¨ªs. El discurso de que es all¨ª donde se libra un combate avanzado contra el terrorismo, ni se ajusta a la realidad, ni contribuye a la adopci¨®n de estrategias que permitan salir airosos del avispero. En Afganist¨¢n, las fuerzas adscritas a la misi¨®n Libertad Duradera s¨®lo combaten para evitar la derrota, en tanto que las de la ISAF, entre las que se cuentan las espa?olas, se ven obligadas a proseguir con una misi¨®n humanitaria que cada d¨ªa que transcurre se revela m¨¢s inviable. Se va acercando la hora de Afganist¨¢n, el momento en que los aliados deber¨¢n plantearse la realidad tal como es, y decidir en consecuencia.
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