Zapatero en Elsinor
A fin de cuentas tampoco hace tanto tiempo que Rodr¨ªguez Zapatero aseguraba sin despeinarse que el pleno empleo estaba a la vuelta de la esquina, una esquina en la se las apa?an penosamente con la mano tendida m¨¢s de cuatro millones de parados y, especialmente, ese mill¨®n y un buen pico de familias que tienen a todos sus miembros desempleados. La econom¨ªa podr¨¢ ser un misterio, pero nunca una farsa. Y tal vez Zapatero, llevado de su imperturbable buen rollito, podr¨ªa mandar una carta personal a los parados, y a cada uno de los miembros de las familias en paro, asegur¨¢ndoles que no se preocupen, que dentro de nada ser¨¢n unos cuantos centenares de miles m¨¢s, as¨ª que no estar¨¢n tan solos como ahora, ya que su Gobierno prepara, adem¨¢s, una vacuna infalible contra esa pandemia sobrevenida, aunque para ello tenga que dedicar unos cuantos miles de euros en sellos, ya que, por desgracia, no todos los parados disponen de la maravilla del correo electr¨®nico.
Tambi¨¦n podr¨ªa incluir en esa misiva y a modo de ilustraci¨®n (en todos los sentidos del t¨¦rmino) una versi¨®n del texto de Swift Una modesta proposici¨®n sobre c¨®mo conviene tratar a los ni?os espa?oles que carecen de medios propios o ajenos para alimentarse, y, entrando ya en un terreno m¨¢s personal, nada le impedir¨ªa terminar con una pensada posdata en la que expusiera lo m¨¢s claramente que pueda (pero a ser posible sin entusiasmo) a santo de qu¨¦ viene ahora esa fingida parodia de estirpe hamletiana acerca de las dudas sobre si va a presentarse como candidato o si est¨¢ rumiando la posibilidad de abandonar el barco antes que las ratas, con lo que el bochorno de los pobres de solemnidad sobrepasar¨ªa los l¨ªmites del sobresalto para rumiar sin acritud una resuelta dedicaci¨®n al saqueo sin m¨¢s pretexto necesario que el terremoto de su desolada situaci¨®n. Porque no van a entrar a creer o descreer ahora que Zapatero y su asombrosa cuota paritaria conf¨ªan en el apasionante suspense de reposter¨ªa para inclinar una balanza seg¨²n la cual si Zapatero se va a su casa, que la tiene, entonces gana sin duda el enigm¨¢tico de casino Mariano Rajoy (y hasta es posible que gane algo el benem¨¦rito D¨ªaz Ferr¨¢n), mientras que si da la cara corre el riesgo de que se la rompan, ante un futuro tan menesteroso como el de Josemari Aznar.
Ante este estimulante panorama, el columnista, un desgraciado que rara vez sabe lo que dice, recuerda un Hamlet de Adolfo Marsillach donde un actor valenciano que hac¨ªa de la sombra del padre del protagonista, entre las almenas del castillo de Elsinor, cerca de Copenhague, clama venganza en el tono m¨¢s tr¨¢gico posible y antes de abandonar el escenario, por una esquinita del tel¨®n de boca, se dirige directamente al p¨²blico diciendo: "Y no se olviden ustedes, Felices Fiestas". Claro que por entonces siempre era Navidad.
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