Alarma, casi p¨¢nico
Los mercados financieros se desploman por la desconfianza sobre la solvencia de Espa?a
La crisis de confianza de los mercados en la econom¨ªa espa?ola estall¨® ayer virulentamente. El Ibex 35 se hundi¨® el 5,94%, la mayor ca¨ªda en una sesi¨®n desde noviembre de 2008. En Europa se registraron descensos burs¨¢tiles generalizados (el Euro Stoxx 50 se desplom¨® el 3,51%) y en Estados Unidos el Dow Jones bajaba el 2% a media sesi¨®n, deprimido por la persistencia de elevadas tasas de paro y la crisis de los mercados europeos.
Pero no hay que llamarse a enga?o. En la diana est¨¢n la econom¨ªa espa?ola y las acciones de sus empresas. El Banco Santander, el BBVA y Telef¨®nica acumularon ayer un tercio de las acciones negociadas de todo el mercado europeo en este amago de crash. Es probable que el desastre se prolongue si el presidente del Gobierno o una persona con autoridad ante los mercados no convencen a los inversores de que las finanzas p¨²blicas, arruinadas por un d¨¦ficit p¨²blico pr¨®ximo al 10%, pueden estabilizarse en un plazo razonable.
En momentos de alarma, pr¨®xima al p¨¢nico, conviene que el Gobierno no se equivoque en el diagn¨®stico. La raz¨®n directa y descarnada del desplome registrado ayer es que los inversores de todo el mundo han conectado la quiebra griega con la debilidad de las finanzas espa?olas. Los mercados desconf¨ªan de Espa?a en primer lugar porque observan que una tasa de paro del 19% no puede financiarse de forma prolongada y no hay visos de que baje a l¨ªmites financiables al menos hasta 2012; despu¨¦s, porque no creen que los vagos remedios del Gobierno, como una vacilante reforma de las pensiones o un plan de austeridad que ni siquiera congela el sueldo de los funcionarios, garanticen la solvencia p¨²blica; y, en fin, porque detectan la debilidad pol¨ªtica del Gobierno (y su falta de rigor), que le impide, por ejemplo, ordenar el gasto auton¨®mico.
El caso griego ha contaminado a la siguiente econom¨ªa m¨¢s d¨¦bil de Europa, que es la espa?ola. Es verdad que Espa?a es una econom¨ªa mejor estructurada que la griega; pero no son s¨®lo los fundamentos econ¨®micos los que mueven la inversi¨®n. Al desconfiar, los inversores toman posiciones cortas respecto a los activos espa?oles; creen que seguir¨¢n perdiendo valor. A partir de ah¨ª, el hundimiento de las acciones es cuesti¨®n de mec¨¢nica.
Ahora se aprecian con claridad las consecuencias de presentar un plan no cre¨ªble de recorte del gasto, de arrastrar los pies en el debate sobre la viabilidad de las pensiones o de mantener est¨ªmulos p¨²blicos dispersos e improductivos. La emergencia s¨®lo amainar¨¢ cuando el Gobierno presente un plan fiable de reestructuraci¨®n del gasto (pensiones incluidas), cuando existan perspectivas de recorte del paro (lo cual exige un pacto laboral) y cuando los responsables pol¨ªticos demuestren que tienen capacidad de gesti¨®n. Hoy resulta dif¨ªcil creer que el presidente del Gobierno o el jefe de la oposici¨®n tengan la credibilidad suficiente para convencer a los mercados de que pueden hacer todo eso.
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