El bumer¨¢n europeo
El bumer¨¢n del Tratado de Lisboa, lanzado tras un laborioso parto para dar una voz ¨²nica y peso global a nuestro continente, ha regresado con fuerza impactando sobre Europa, dej¨¢ndola desconcertada en el primer asalto. Ahora que ya tenemos un tel¨¦fono ¨²nico, no acuden a nuestras llamadas o no nos llaman. En cierto modo se ve¨ªa venir. La foto del presidente norteamericano comunicando a unos estupefactos l¨ªderes de la UE en Copenhague el acuerdo que acababa de cerrar, a sus espaldas, con China y las potencias emergentes, fue un presagio. Obama se habr¨ªa limitado a constatar la desnudez estrat¨¦gica de la UE, sin posiciones ¨²nicas en casi ninguna de las grandes cuestiones, desde la energ¨ªa a China, pasando por Rusia, Oriente Pr¨®ximo, la gobernanza econ¨®mica o la lucha contra el terrorismo internacional. La negativa del presidente estadounidense a coger un avi¨®n y plantarse en Europa para celebrar la tradicional cumbre, a la que todos sus predecesores han acudido desde 1991, ha pinchado la burbuja europea. Ya ten¨ªamos nuevo presidente permanente, una ministra de Exteriores paneuropea y una agenda semestral repleta. Mucho proceso y pocas nueces. Agitaci¨®n burocr¨¢tica sin consecuencias. En Washington ya sonaba desde hac¨ªa tiempo el ?No es Europa, est¨²pido! Es, sobre todo, China, pero tambi¨¦n India, Brasil, Rusia, y Afganist¨¢n, Pakist¨¢n, Ir¨¢n.
Europa se mueve a las 33 rpm de un viejo vinilo, mientras EE UU y Asia viajan a bordo del iPad
Zapatero ha salvado alg¨²n mueble obteniendo una limitada compensaci¨®n medi¨¢tica, con su presencia b¨ªblica el jueves en el Desayuno de Oraci¨®n en Washington; fue abrazado cari?osamente por Obama y ara?¨® tres l¨ªneas de la Casa Blanca resaltando la importancia de la relaci¨®n con Espa?a. Pero la decisi¨®n de Obama no es un gesto contra Zapatero, ni mucho menos contra nuestro pa¨ªs. Es la confirmaci¨®n de que Europa s¨®lo emite un eco p¨¢lido y lateral en el radar de la presidencia de Obama. En las formas, EE UU ha mostrado un inmerecido y arrogante ninguneo. La Casa Blanca no se puso en contacto ni con Van Rompuy, ni con Zapatero. El mensaje fue descarnado: el presidente Obama no est¨¢ para perder el tiempo en reuniones que no obtienen resultados concretos y estimamos que ustedes no se han dotado a¨²n de instituciones eficientes.
No se trata ¨²nicamente de un problema de agenda de Obama, que ha debido reiniciar su presidencia relegando supuestamente al desv¨¢n la pol¨ªtica exterior en beneficio de su lucha por las clases medias. No es una vuelta al aislacionismo. El repliegue electoral sobre la econom¨ªa y los empleos es una cuesti¨®n de seguridad nacional. S¨®lo con una econom¨ªa fuerte Estados Unidos continuar¨¢ siendo la influencia dominante. Obama no admite el segundo lugar para su pa¨ªs. Europa ha desaprovechado el momento Obama, su primer a?o de su mandato, con una pol¨ªtica pasiva a la espera de qu¨¦ iba a pedir el nuevo Washington, en vez de adelantarse ofreciendo respuestas a los retos mundiales. Es el presidente menos europeo de los Estados Unidos: naci¨® en el Pac¨ªfico, mestizo con sangre africana, se educ¨® en Indonesia. Por edad no tiene una relaci¨®n sentimental con la relaci¨®n transatl¨¢ntica, que vive de los recuerdos de una ¨¦poca que acab¨® con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
?Y cu¨¢l es la reacci¨®n de la UE? No he encontrado una sola declaraci¨®n institucional de Van Rompuy, Catherine Ashton o el propio Zapatero respondiendo en nombre de Europa al menosprecio de Washington. S¨®lo salidas al paso restando importancia a lo sucedido y orgullosas afirmaciones nacionales de que no afecta a la relaci¨®n bilateral especial -nuevo error europeo- que cada pa¨ªs intenta anudar con EE UU. Mal arranque del nuevo Tratado de Lisboa y de la presidencia rotatoria espa?ola.
Por otra parte, reaparecen los tenores. Sarkozy, con su irrefrenable ego, enarbolando la bandera contra los excesos financieros en la monta?a m¨¢gica de Davos, o convocando un consejo de ministros franco-alem¨¢n en el El¨ªseo. La canciller Merkel est¨¢ desaparecida tras su reelecci¨®n y el cambio de coalici¨®n en Berl¨ªn. Vuelve a hablarse del eje franco-alem¨¢n. Pero esto no va ya de ejes, concepto con el que venimos entreteni¨¦ndonos desde hace varias d¨¦cadas. Va de m¨¢s Europa y menos nacionalismos. Europa se mueve a las 33 rpm de un viejo disco de vinilo, mientras Estados Unidos, Asia y los emergentes viajan a bordo de la tableta iPad. El camino hacia la irrelevancia. Ser¨ªa una l¨¢stima que resultara cierta la predicci¨®n del ex ministro de Exteriores alem¨¢n Joschka Fischer: "Si los europeos no pueden hacerse a la idea de que el siglo XX se acab¨® hace tiempo, la caravana mundial seguir¨¢ adentr¨¢ndose en el siglo XXI sin ellos".
fgbasterra@gmail.com
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