Un toque de histeria
El castigo que est¨¢n sufriendo en la Bolsa los valores de nuestro pa¨ªs es, a mi juicio, excesivo, y carece de base real. Es cierto que los mercados sufren de tiempo en tiempo accesos de histeria, pero esta vez parece que ¨¦sta ha ido m¨¢s lejos de lo que suele ser habitual, incluso en los tiempos agitados que corren.
Desde hace alg¨²n tiempo, la prensa anglosajona nos ha incluido en el despectivamente llamado grupo de los pigs (Portugal, Italia, Grecia y Espa?a) y ha tratado de asimilar estrechamente nuestra situaci¨®n econ¨®mica a la griega. Ser¨ªa absurdo negar algunas similitudes, pero lo que no es aceptable es que los problemas econ¨®micos actuales se circunscriban de manera prioritaria a los pa¨ªses europeos que bordean el Mediterr¨¢neo.
Los valores burs¨¢tiles espa?oles est¨¢n sufriendo un castigo excesivo que carece de base real
Con suerte y explicaciones razonables puede volver la calma
Algunos observadores, con m¨¢s tino, hablan de los pa¨ªses perif¨¦ricos (se supone que al centro de la Europa continental), entre los que se encuentran Irlanda y, sobre todo, Inglaterra. Nuestra situaci¨®n econ¨®mica de parecerse a alguna otra, se acerca m¨¢s a la inglesa que a la griega.
Tanto Inglaterra como Espa?a han sufrido el choque simult¨¢neo de dos crisis: la financiera y la de la construcci¨®n residencial. Inglaterra sufri¨® m¨¢s el impacto de la crisis financiera y nosotros nos vimos m¨¢s afectados por la crisis de la construcci¨®n, pero el resultado final ha sido parecido en los dos casos, ya que hemos sufrido un fuerte deterioro de las finanzas p¨²blicas que ha venido a a?adirse al persistente desequilibrio exterior que ya ven¨ªa produci¨¦ndo-se desde hace a?os; en el caso ingl¨¦s desde el inicio del descenso en la producci¨®n petrol¨ªfera de los yacimientos del Mar del Norte.
El que Inglaterra no pertenezca a la zona del euro no cambia sustancialmente la situaci¨®n. Su independencia le ha dado m¨¢s capacidad de maniobra en esta crisis, pero no la ha eximido del ajuste. En realidad, basta con observar las previsiones de los organismos internacionales para comprobar que, a pesar de la devaluaci¨®n de la libra, la correcci¨®n del d¨¦ficit comercial con el resto del mundo en los pr¨®ximos a?os ser¨¢ menor que la de Espa?a.
La Comisi¨®n Econ¨®mica de la Uni¨®n Europea prev¨¦ para nuestro pa¨ªs una ca¨ªda del d¨¦ficit comercial en relaci¨®n con el PIB, entre 2008 y 2011, del 7,9% al 3,2%, mientras que las cifras correspondientes para Inglaterra son, respectivamente, del 6,5% y el 5,2%. Es cierto que Inglaterra exporta muchos servicios y que su d¨¦ficit por cuenta corriente ser¨¢ menor que el nuestro en los pr¨®ximos a?os, pero el abandono de la base industrial inglesa tal vez no sea el mejor camino a largo plazo para superar la crisis, tanto m¨¢s cuanto que no sabemos de qu¨¦ estar¨¢ hecho el ma?ana de los servicios financieros, de los que vive Londres y una buena parte de Inglaterra.
A lo largo de esta crisis, tras el descalabro de algunos grandes bancos ingleses, el Banco de Inglaterra se ha lanzado con desmesurado entusiasmo al ahora llamado Quantitative Easing, que consiste pura y simplemente en lo que anta?o se llamaba "mone-tizaci¨®n de la deuda p¨²blica", t¨¦rmino con el que se descalificaba a los bancos emisoresque la practicaban. A¨²n con el indiscutible saber hacer en materia financiera de los ingleses, est¨¢ a¨²n por ver c¨®mo regresar¨¢ a la normalidad su sistema financiero.
En dos aspectos clave para la sostenibilidad de las finanzas p¨²blicas, Inglaterra se sit¨²a a medio camino entre Espa?a y Grecia. Me refiero al endeudamiento del Sector P¨²blico en 2008 (99,2% del PIB en Grecia, 52% en Inglaterra y 39,7% en Espa?a) y a la tasa de ahorro nacional de la econom¨ªa (7,2% del PIB en Grecia, 15,2% en Inglaterra y 19,8% en Espa?a). Es bastante obvio que las perspectivas de un pa¨ªs con un sector p¨²blico fuertemente endeudado y con una baja tasa de ahorro no son las mismas, desde el punto de vista financiero, que las de otro con un Sector P¨²blico relativamente poco endeudado y con una elevada tasa de ahorro interno.
Afortunadamente estamos en el segundo caso, si bien el margen del Gobierno es bastante estrecho, especialmente porque pesa sobre nosotros el drama del desempleo, terreno en el que desgraciadamente superamos a todos los pa¨ªses de nuestro entorno. Los cuatro millones de parados que nos ha dejado hasta ahora la crisis requieren un esfuerzo importante para aliviar su situaci¨®n y poderles ofrecer alguna perspectiva de futuro.
La crisis por la que atravesamos es la m¨¢s dura desde la que tuvo lugar en 1929 y por ahora podemos decir, al menos, que las consecuencias ser¨¢n bastante m¨¢s limitadas que las que ocurrieron en aquellos lejanos a?os. Es una consideraci¨®n que conviene tener en cuenta, lo cual no nos exime, ni a nosotros, ni a los ingleses, ni a nadie, de poner orden en la econom¨ªa.
Si nuestras autoridades fueran capaces de enfrentarse de verdad con los problemas que tenemos planteados, si fueran capaces de explicar las cosas con claridad y aprovechar el momento dif¨ªcil por el que atravesamos para llevar a cabo las reformas que nuestro pa¨ªs necesita, la confianza podr¨ªa iniciar el camino de retorno y podr¨ªamos ver con algo m¨¢s de esperanza el porvenir de Espa?a. El documento que el Gobierno ha enviado a Bruselas sobre el ajuste de la econom¨ªa contiene elementos interesantes que requerir¨ªan alg¨²n comentario oficial como, por ejemplo, el cierre presupuestario del pasado a?o y las perspectivas para ¨¦ste que acaba de comenzar.
Con un poco de suerte y un mucho de explicaciones razonables, los mercados podr¨ªan abandonar la histeria actual y considerar con m¨¢s calma los condicionantes de fondo de nuestra econom¨ªa que, a pesar de todo, son m¨¢s s¨®lidos de lo que los vaivenes de las bolsas parecen indicar.
Jos¨¦ Luis Leal fue ministro de Econom¨ªa.
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