El imperio de la debilidad
Muchos meses en crisis y sin conocer cu¨¢nto tiempo m¨¢s durar¨¢ ha llevado a un efecto de des¨¢nimo y progresiva dejaci¨®n. Y de la dejaci¨®n se llega a la molicie y de la molicie a la demanda l¨¢nguida y de la an¨¦mica demanda a un mayor desempleo, el p¨¢nico, la par¨¢lisis y la deflaci¨®n.
Otros periodos en la historia del progreso creyeron en un seguro porvenir mejor. La segunda revoluci¨®n industrial con su nuevo coraz¨®n el¨¦ctrico, uni¨® el culto a la velocidad con la esperanza en la revoluci¨®n social y el descubrimiento de la aspirina con la simb¨®lica superaci¨®n del dolor. De otro lado, d¨¦cadas antes, la m¨¢quina de vapor se alz¨®, en la primera transformaci¨®n industrial, como el l¨¢baro piafante de una energ¨ªa inaugural.
La debilidad de sindicatos y antisistemas compone una escena funeral que nos embalsamar¨¢ a todos
Cualquiera de estas dos estampas, cruzando tiempos de crisis, difieren del actual crash del mundo occidental donde se ha instalado como estado de ¨¢nimo la depresi¨®n, como gu¨ªa el ahorro de energ¨ªa y como padecimiento central la invalidez del paro.
De otra parte, en la consabida queja sobre la p¨¦rdida de valores a cargo de predicadores, pol¨ªticos, maestros o ministros de Educaci¨®n, el porro se impone al curro, la relajaci¨®n frente al estr¨¦s, el placer frente al dolor y la indolencia frente al esp¨ªritu de abnegaci¨®n. En todos los supuestos, la labilidad triunfa sobre la tensi¨®n y la languidez sobre la firmeza.
No se trata tan s¨®lo de la religi¨®n, la econom¨ªa o la pol¨ªtica donde la vacilaci¨®n y la misma endeblez son caracter¨ªsticas inconfundibles entre los l¨ªderes de la vida nacional. M¨¢s all¨¢ de estos indicadores morales que pueden considerarse negativos, otros signos, tenidos por positivos, completan el cuadro de la lasitud ambiental.
La ecolog¨ªa, por ejemplo, gu¨ªa hacia un quehacer pasivo, o un no hacer intervencionista, ya se trate de mares, de selvas o del clima celestial. No hay que hacer o es mejor dejar de hacer, no gastar energ¨ªa, petr¨®leo, agua o aire, no arrancar el coche, no tirar de la cadena, ducharse brevemente, no fumar ni eructar ni beber.
El mundo reaparece en nuestro tiempo como un sujeto que requiere especiales cuidados, dieta, silencio y luces de baja intensidad. Como consecuencia, aqu¨ª y all¨¢, ha ido cre¨¢ndose un ambiente hospitalario donde ha de cumplirse mejor el nuevo sistema que conviene a la anemia social. Todos enfermos, alica¨ªdos, hospitalizados, protegidos policialmente y encerrados a media luz. Ning¨²n cuadro m¨¢s propicio para el sue?o, la muerte o la cat¨¢strofe.
Porque si no fuera todav¨ªa bastante la terrible adversidad econ¨®mica, el Mal mismo, bajo distintas formas crece entre las grietas de la vieja sociedad neoliberal, jer¨¢rquica y especulativamente inmoral. Tiempo, pues, de penitencia y derribo, ¨¦poca de castigos y de rendici¨®n.
?Verdad? ?Mentira? La misma debilidad extendida a los sindicatos, a los antisistema o a los altermundistas va componiendo una gigantesca escena funeral que terminar¨¢ por embalsamarnos a todos. ?Una irremediable fatalidad?
Desde hace varios a?os las alternativas est¨¦ticas, las nuevas trazas arquitect¨®nicas y urbanas, los softwares y las innovaciones inform¨¢ticas, los avances cient¨ªficos, las organizaciones ciudadanas, se valen de las interacciones en la Red para ser creativas y eficaces mediante la colaboraci¨®n y la cooperaci¨®n de muchos. Muchos seres humanos de diferentes procedencias y puntos de vista. Esta nueva empat¨ªa que fomenta el bullicio de la Red no hace ruido, no echa tampoco humo ni produce contaminaci¨®n visual. Se trata de colaboraci¨®n y cooperaci¨®n humanas, la regla n¨²mero uno de la historia de la especie. Es decir, todo eso que tanto en Espa?a como en Europa, tanto en Estados Unidos como en Asia aparece ahora pendiente de actualizaci¨®n.
?Melancol¨ªa por el mundo perdido? ?Miedo al futuro? El contagio de la labilidad y su des¨¢nimo viene a ser la peor tara de la contemporaneidad. Pero, adem¨¢s, la oficial y popular presencia del flou en las fotograf¨ªas del futuro viene a ser tan interesada, desacertada y perniciosa como los falaces impostados y mundiales pron¨®sticos sobre la gripe A ("A" flu).
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