Dijeron no a la esv¨¢stica
El reciente fallecimiento de Freya von Moltke, que form¨® parte de la oposici¨®n clandestina a Hitler, invita a revisar, m¨¢s all¨¢ del coronel Von Stauffenberg y la Operaci¨®n Valkiria, el poco conocido mundo de la resistencia alemana contra los nazis. Fueron muchos y muy valientes
Mucha gente, sobre todo en el extranjero, no sabe, y otra no quiere saber, que en Alemania no s¨®lo hubo nazis, sino tambi¨¦n alemanes buenos, y que fueron numerosos los que pagaron con la vida su oposici¨®n pol¨ªtica, ¨¦tica o religiosa a Hitler; eso no significa minimizar la responsabilidad de los alemanes y las terribles cosas que se hicieron, pero es de justicia recordarlo". La que habla es una voz sin duda autorizada: Konstanze von Schulthess, la hija de Claus von Stauffenberg, el c¨¦lebre oficial que atent¨® contra el l¨ªder nazi el 20 de julio de 1944 en el curso de la Operaci¨®n Valkiria y que fue fusilado por ello. El reciente fallecimiento de Freya von Moltke, la viuda de otro de los grandes personajes de la resistencia alemana antinazi, el conde Helmuth James von Moltke, condenado por alta traici¨®n y ahorcado tras la acci¨®n de Stauffenberg, y ella misma miembro tambi¨¦n del grupo clandestino conocido como el C¨ªrculo de Kreisau, pone de actualidad la bastante desconocida historia de c¨®mo los alemanes se enfrentaron a Hitler.
"La resistencia se hizo desde todas las partes de la sociedad alemana", subraya la hija de Von Stauffenberg
"A Freya von Moltke la vi un par de veces, era una mujer fuerte, inteligente y valiente, que tuvo una vida larga tras aquellos hechos dram¨¢ticos", recuerda Konstanze von Schulthess en conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S. Tras la muerte en 2008 de Philip von Boeselager, el ¨²ltimo de los oficiales implicados en la conjura del 20 de julio -un hombre inolvidable que te dejaba de piedra reproduciendo los gestos del mutilado Stauffenberg para montar la bomba en el cuartel general del F¨¹hrer-, Freya von Moltke era la ¨²ltima superviviente del sector digamos upper class de la resistencia. Pero por supuesto, la resistencia alemana fue mucho m¨¢s que los oficiales de la hoy tan popular, gracias al cine, Operaci¨®n Valkiria y los reflexivos miembros del C¨ªrculo de Kreisau.
A menudo se olvida que los alemanes no fueron s¨®lo los que auparon a Hitler, libraron su guerra de aniquilaci¨®n y encendieron sus hornos. Tambi¨¦n fueron, algunos de ellos, los primeros en sufrirlo, en jugarse la vida oponi¨¦ndose al nazismo, mientras el resto del mundo contemporizaba o miraba hacia otro lado. Esos alemanes justos, una minor¨ªa m¨¢s amplia de lo que generalmente se cree, eran suficientes para llenar ya antes de la guerra los campos de concentraci¨®n y las celdas de la Gestapo; y para dar trabajo, y mucho, al verdugo. En diferentes grados, de la resistencia pasiva a la conspiraci¨®n para matar a Hitler, lucharon esos otros alemanes a lo largo de 12 a?os una guerra solitaria, sin ayuda exterior, ante un enemigo despiadado, una sociedad entregada y delatora y el aparato policial m¨¢s terrible y mejor organizado del mundo. Hac¨ªa falta tener coraje, mucho coraje. Pese a su fracaso, recalca la hija de Stauffenberg, los resistentes preservaron, de alguna manera, el honor del pueblo alem¨¢n frente a la esv¨¢stica.
Las razones de que se les ignore tienen que ver con la propia memoria alemana tras la guerra: si has sido d¨¦bil o infame es mejor que lo hayan sido todos, queda m¨¢s repartido. Y tambi¨¦n con la visi¨®n que a los Aliados les interes¨® mostrar de los alemanes: era mejor para combatirlos y someterlos verlos como una naci¨®n homog¨¦nea en la brutalizaci¨®n; as¨ª que los vencedores determinaron que no hubo una resistencia alemana digna de tal nombre. Todav¨ªa hoy, hay pocos lugares de Alemania en los que uno pueda sentirse tan solo como en el por lo dem¨¢s espl¨¦ndido Centro de la Memoria de la Resistencia, en Berl¨ªn, en el mismo Bendlerblock que fue el centro de la operaci¨®n Valkiria y donde fue fusilado Stauffenberg.
Se calcula (v¨¦ase La resistencia alemana contra Hitler, de Barbara Koehn, Alianza, 2005) que los nazis encarcelaron a alrededor de ?un mill¨®n de alemanes! Entre 1934 y 1944 fueron ejecutadas en Alemania 7.000 personas por motivos pol¨ªticos. Por ¨®rdenes del F¨¹hrer se construyeron 36 guillotinas suplementarias y nuevas horcas para colgar de cinco a diez personas a la vez. Seg¨²n los propios archivos del III Reich, s¨®lo en la prisi¨®n de Brandeburgo, entre 1940 y 1945, fueron ejecutadas por alta traici¨®n, desmoralizaci¨®n, ayuda al enemigo u objeci¨®n de conciencia 1.807 personas. Entre ellas 775 obreros (un colectivo que alumbr¨® numerosos grupos clandestinos, desarticulados una y otra vez, salvajemente, por la Gestapo), 79 campesinos, 6 profesores de universidad, 49 artistas, 12 periodistas y 21 sacerdotes; uno de los ejecutados era ciego, seis eran padres e hijos y 75 menores de 20 a?os.
Representa especialmente a la resistencia alemana la Rosa Blanca, el movimiento de protesta estudiantil en torno a los hermanos Hans y Sophie Scholl, esta ¨²ltima, junto con Stauffenberg, gran icono, y m¨¢rtir -la decapitaron-, de la oposici¨®n del pueblo alem¨¢n a Hitler. Al igual que el arist¨®crata coronel encarnado en el cine, entre otros, por Tom Cruise, a la valiente l¨ªder universitaria se le han dedicado varias pel¨ªculas.
En el magma de la resistencia, que nunca lleg¨® a presentar un frente com¨²n, figura destacada la Rote Kapelle (la Orquesta Roja), una red con miembros de diferente extracci¨®n social y variada ideolog¨ªa -aunque muchos simpatizantes con el comunismo- organizada en torno a Harro Schulze-Boysen y Arvid Harnack y sus esposas, Libertas y la estadounidense Mildred, respectivamente. Freya von Moltke admiraba por su activismo a las numerosas mujeres de este grupo, 19 de las cuales fueron ejecutadas; entre ellas las propias Libertas y Mildred, a las que, para denigrarlas, se acus¨® adem¨¢s de libertinaje sexual -"nuestra muerte debe ser una antorcha llameante", dijo antes de ser decapitada Libertas: un buen lema para la resistencia-.
La lista de los alemanes que resistieron contra Hitler es muy larga y variada. Est¨¢n en ella, por s¨®lo citar a unos cuantos, los 700 sacerdotes detenidos por leer en 1935 desde el p¨²lpito un manifiesto contra la m¨ªstica racial nazi; el grupo obrero VKA, que combati¨® a tiro limpio contra las SS y colg¨® banderas rojas en las altas chimeneas de la f¨¢brica de armas Arsenal de Dresde (tuvo 24 muertos); el grupo Baurn compuesto de jud¨ªos de Berl¨ªn (todos ejecutados) o los chicos de la Swingjugend, amantes del "degenerado" jazz. Est¨¢n tambi¨¦n los alemanes exiliados que lucharon desde el extranjero, los prisioneros de guerra y sobre todo los millares de hombres y mujeres que se opusieron a t¨ªtulo personal al r¨¦gimen y escondieron jud¨ªos, realizaron sabotajes o acometieron, en un pa¨ªs en el que un chiste pod¨ªa costarte literalmente la cabeza, peque?as pero corajudas acciones de oposici¨®n. Un ejemplo son Otto y Elise Hampel, la pareja que tras perder ella a su hermano en el frente repart¨ªan a mano postales con consignas contra la guerra (de las 276 postales, todas menos 18 fueron entregadas inmediatamente a la Gestapo: los autores fueron detenidos y ejecutados). En ese matrimonio se bas¨® Hans Fallada para su conmovedora Jeder stirbt f¨¹r sich allein (Todos morimos solos), la gran novela de la resistencia, publicada en 1947.
"La resistencia se hizo desde todas las partes de la sociedad alemana, obreros, estudiantes, sacerdotes, artistas, generales, madres con hijos o maridos en el frente", subraya la hija de Stauffenberg. Entre los resistentes, Konstanze von Schulthess cree necesario recordar al "valiente y solitario" Georg Elser, el autor del primer atentado contra Hitler, en noviembre de 1939. Elser, un carpintero de Baden-W¨¹rttenberg cuya oposici¨®n a los nazis era bastante visceral (cuando un amigo le se?al¨® durante un desfile de la SA la conveniencia de saludar a las tropas brazo en alto contest¨® delante de la entregada audiencia "?b¨¦same el culo!", que ya son ganas de liarla), puso una bomba en la cervecer¨ªa B¨¹rgerbr?ukeller de M¨²nich que estall¨® muy poco despu¨¦s de que Hitler se fuera tras pronunciar un discurso (v¨¦ase Matar a Hitler, de Roger Moorhouse, Debate, 2008). Los nazis quedaron bastante desconcertados porque el autor del atentado era un alem¨¢n corriente y de clase obrera, de esos a los que pensaban que hab¨ªan seducido.
Sin duda, la imagen m¨¢s popular de la resistencia alemana, por su contundencia, son los militares. Pero aunque con personalidades de tanto empaque moral como los generales Hans Oster, que ya organiz¨® la Conspiraci¨®n de Septiembre de 1938, y von Tresckow, que orquest¨® repetidos intentos de atentado (ambos pagaron con la vida), constituyen s¨®lo un cap¨ªtulo de la lucha del pueblo alem¨¢n contra los nazis. "Y no el m¨¢s admirable", opina Ferran Gallego, profesor de historia del fascismo en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. "Hay m¨¢s dignidad en la Rosa Blanca que en el movimiento del 20 de julio. Los estudiantes del grupo de los Scholl nunca jugaron a favor de la guerra de Hitler y s¨ª muchos oficiales de Valkiria. Su intenci¨®n no era volver al orden constitucional de Weimar tras eliminar a Hitler, sino implantar un gobierno tutelado por los militares. Menospreciaban a Hitler y les repugnaba el populismo nazi, pero odiaban la sociedad democr¨¢tica de masas". Gallego reconoce que los oficiales de la conjura tuvieron agallas, "pero en los primeros a?os de la guerra, antes de la brutalizaci¨®n en el Este y los atisbos de derrota, muchos colaboraron en ella entusi¨¢sticamente".
Entre los m¨¢s inesperados resistentes se encuentran el inescrutable almirante Canaris, jefe de la Abwehr, que permiti¨® que el propio servicio de inteligencia militar se convirtiera en nido de oposici¨®n; y el chaquetero converso Albert Speer, ministro y protegido de Hitler, que boicote¨® las destrucciones ordenadas por su jefe al final de la guerra y hasta lleg¨® a plantearse formas sumamente novelescas de matarlo.
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