Teteras, disfraces y pistolas
William Temple tiene 59 a?os, es de Georgia, dice ser un ex agente del Servicio Secreto de Estados Unidos y para los seguidores del Tea Party ser¨ªa la caricaturizaci¨®n grotesca que desde los principales medios de comunicaci¨®n de EE UU se hace de su movimiento. "Cuando estoy frustrado", relata Temple, "mi tendencia natural es desenfundar mi pistola y acabar con todos y todo". Demasiado gr¨¢fico es el gesto de Temple como para no considerarlo extremo o incluso como para no echarse a temblar porque este hombre haya pertenecido al cuerpo de ¨¦lite que protege con su vida la del presidente y su familia.
Temple porta una tetera de cobre en la mano -"Alguien quiere t¨¦?, ?t¨¦?", ofrece por los pasillos de la convenci¨®n- y viste como Samuel Adams, uno de los padres fundadores de la naci¨®n. Ayer Temple se disfraz¨® del escoc¨¦s revolucionario Button Gwinett, cuya firma es la primera por la izquierda en la Declaraci¨®n de Independencia Americana.
El ex agente Temple incluso adopta un marcado acento escoc¨¦s para explicar su ideario: menos gobierno y menos impuestos. "?Ah!, y mi sagrado derecho a la segunda enmienda", apostilla, o lo que es lo mismo, y en la interesada interpretaci¨®n que los defensores de las armas hacen de la enmienda constitucional, el derecho de los ciudadanos a portar armas. El jueves, el d¨ªa de la inauguraci¨®n, el camale¨®nico Temple se atavi¨® como un Casaca Roja de la infanter¨ªa imperial brit¨¢nica.
Entre teteras y referencias a pistolas -y su derecho a tenerlas- han discurrido tres d¨ªas de seminarios y talleres teapartistas. Mark Skoda, portavoz de la conferencia de Nashville, se define orgulloso del resultado y dice que otros deber¨ªan tomar ejemplo de su buen hacer en su pac¨ªfico disentir pol¨ªtico. "No tiroteamos a nadie", bromea Skoda. "Al menos no todav¨ªa".
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