Las sombras de 'La Farola'
El peri¨®dico se ha vuelto a vender tras desaparecer hace a?os entre acusaciones de estafa - Su pol¨¦mico fundador, George Mathis, sigue al frente de la cabecera
En cualquier esquina de Madrid, a las puertas de un supermercado o en un paso de peatones, en el centro de la ciudad o junto a un gran almac¨¦n de las afueras se vende un diario que nadie lee pero que todo el mundo conoce: La Farola. Poco se sabe de "el peri¨®dico que da pan y techo" a los mendigos, seg¨²n reza el lema de esta cabecera surgida a mediados de los a?os noventa en Espa?a y cuyo fundador, George Mathis, fue acusado de lucrarse a costa de los vendedores del diario.
Lo visible, lo que cualquiera puede constatar, es que los vendedores del peri¨®dico son todos africanos (la mayor¨ªa de ellos nigerianos) y que el peri¨®dico es, m¨¢s que un producto, un reclamo para pedir limosna. Si el lector ha tenido recientemente el diario en las manos habr¨¢ comprobado adem¨¢s que se trata de una publicaci¨®n humilde y extra?a: 24 p¨¢ginas que mezclan art¨ªculos de autores extranjeros -no siempre bien traducidos-, publicidades de productos milagrosos, editoriales de dif¨ªcil comprensi¨®n y portadas de creatividad cuestionable (la ¨²ltima muestra una imagen fantasmag¨®rica de Bin Laden surgiendo del desierto con el siguiente titular: Bum Bum Laden).
"Sin el diario no tendr¨ªamos nada", dice un vendedor nigeriano
Poco m¨¢s puede extraerse de sus p¨¢ginas. Los editores de La Farola dicen en la tercera p¨¢gina que el peri¨®dico se hace en Roma y que la entidad editora se llama Amici di Qui-z. Ni tel¨¦fonos, ni direcciones, s¨®lo un correo electr¨®nico (lafarola@hotmail.com) que no funciona.
La ¨²nica pista para desvelar los misterios de La Farola la da uno de los vendedores, un nigeriano llamado James que distribuye el peri¨®dico a las puertas de un centro comercial de la capital. "No s¨¦ qui¨¦n lo hace. Ni siquiera lo entiendo. Vendo pocos, unos seis al d¨ªa. La mayor¨ªa de la gente me da el dinero y no se lo llevan. Los martes vamos a un local en una calle que est¨¢ en la parada de Metro de Alto de Extremadura y se lo compramos a una mujer que los vende a un euro".
El local donde los nigerianos compran las farolas est¨¢ en el 34 de la calle de Juan Ant¨®n, cerca del paseo de Extremadura. A las siete de la ma?ana de un martes de enero, alguien abre desde el interior una ventanilla. Es una mujer mayor, con el pelo corto y blanco y unas gafas haciendo equilibrio sobre la punta de la nariz. Detr¨¢s de ella, al fondo de la habitaci¨®n, un anciano de barba blanca y gorra calada revisa unos cuadernos. A esa hora ya hay algunos vendedores esperando para comprar a un euro el peri¨®dico que ellos venden en la calle a dos. Todos tienen un carn¨¦ que les acredita para vender.
Doly, que as¨ª se llama la mujer, revisa atentamente los carn¨¦s y luego cuenta las monedas que le dan los nigerianos. "No me lo pod¨¦is traer todo suelto. Mejor en billetes, y ten¨¦is que llevaros m¨¢s de cinco. ?C¨®mo vas a poder vivir toda la semana si s¨®lo vendes cinco peri¨®dicos?", reprende la mujer a uno de los vendedores.
Doly dice que ella no sabe cu¨¢ntos ejemplares de La Farola se imprimen y que, en cualquier caso, no estar¨ªa autorizada a decirlo. Tampoco sabe d¨®nde se imprime. "Yo s¨®lo lo distribuyo. Se lo vendo a estos se?ores y ellos sacan un dinero para que no malvivan. Todo lo que quiera saber debe pregunt¨¢rselo a ¨¦l", dice la mujer se?alando al hombre de barba blanca que sigue revisando cuadernos al fondo del local. ?Y qui¨¦n es ¨¦l? Pues nada menos que George Mathis, el famoso fundador de La Farola, "nacido en Angers en 1933, aventurero, taxista patriarca entre los vagabundos parisienses, ex miembro de la OAS francesa durante la guerra de Argelia e indigente en 1985", seg¨²n recoge Mikel Barturen en su libro La prensa social en Espa?a: or¨ªgenes y desarrollo.
Mathis suelta un berrido en cuanto se menciona el nombre del peri¨®dico EL PA?S. "Ustedes publicaron cosas contra m¨ª", dice el hombre, "no pienso hablar con usted". Este peri¨®dico se hizo eco simplemente de las denuncias por estafa que algunos trabajadores de La Farola presentaron contra ¨¦l. Le acusaban de enriquecerse con una iniciativa que supuestamente pretend¨ªa ayudar a los m¨¢s pobres d¨¢ndoles un trabajo digno. La polic¨ªa interrog¨® a Mathis sobre sus ingresos y su relaci¨®n con diversas sociedades y con la Fundaci¨®n La Farola, creada en 1996 en Barcelona tras el ¨¦xito de la difusi¨®n de la revista, que en el periodo de un a?o lleg¨® a vender 3.500.000 ejemplares en toda Espa?a. Mathis vend¨ªa entonces la revista a 50 pesetas, los mendigos la revend¨ªan a 200 y se quedaban por tanto con 150. Todas esas cifras juntas alcanzaban una suma importante: la fundaci¨®n se embolsaba unos 175 millones de pesetas (algo m¨¢s de un mill¨®n de euros) anuales por las ventas. Esas cantidades nunca se declaraban a la Generalitat y Mathis tuvo que echar el cierre.
Pero ha resurgido. Pese a su negativa inicial, su fundador accede a charlar un rato. No dice mucho de qu¨¦ ha hecho en todo este tiempo. Su discurso parte de una cr¨ªtica a la sociedad burguesa y a las religiones para acabar despotricando contra la prensa tradicional, los pol¨ªticos y los trabajadores que le denunciaron. Lo ¨²nico que se saca en claro de su conversaci¨®n es que sigue haciendo La Farola en varios pa¨ªses y que no gana mucho dinero con ello, seg¨²n dice. "Tengo peri¨®dicos en Alemania, Francia, Italia y Canad¨¢. Has tenido mucha suerte de verme aqu¨ª en Madrid porque estoy casi siempre metido en un avi¨®n", asegura.
Mathis ha tenido problemas similares en algunos de esos pa¨ªses. En Francia fue condenado por fomentar en sus art¨ªculos el racismo y el odio contra la comunidad jud¨ªa y los masones. En Italia, Amici di Qui-Zorro, la cooperativa con la que Mathis editaba el peri¨®dico, fue disuelta por no presentar las cuentas.
La Farola sigue siendo hoy un peri¨®dico sin periodistas -la mayor¨ªa de los art¨ªculos proceden de publicaciones de Internet-, un posible negocio lucrativo y la ¨²nica forma de vida que tienen cientos de inmigrantes africanos. Uno de ellos dice: "No s¨¦ nada del diario, pero sin La Farola no tendr¨ªamos nada en esta ciudad".
Un modelo fallido
La llamada prensa social nace en Nueva York en los a?os ochenta. Una simple hoja doblada con contenidos propios sirve a los sin techo para conseguir un m¨ªnimo sustento. Nacen as¨ª los street news (diarios de calle). El modelo se copia en el Reino Unido. Surge en Londres The Big Issue, una revista que desde 1991 ayuda a los indigentes gracias a un modelo de financiaci¨®n que combina los ingresos por subvenciones, la venta y la publicidad.
La idea se export¨® luego a Francia con ¨¦xito. ?Por qu¨¦ no termin¨® de cuajar en Espa?a? "La idea era buena y pod¨ªa haber permitido la integraci¨®n de los excluidos", se?ala Mikel Barturen, autor de La prensa social en Espa?a: or¨ªgenes y desarrollo. "Desgraciadamente, la revelaci¨®n de que detr¨¢s de La Farola hab¨ªa un af¨¢n de lucro arrastr¨® a todas las publicaciones que surgieron despu¨¦s y que s¨ª pod¨ªan haber logrado un modelo parecido al de The Big Issue".
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