El Prado se rinde ante Berger
El escritor y ensayista recibe un homenaje de la Fundaci¨®n de Amigos del Museo por "haber revolucionado la manera de entender las bellas artes"
John Berger r¨ªe como un ni?o y medita como un campesino, en silencio, sin prisas, estruj¨¢ndose los labios. En v¨ªsperas de una semana repleta de honores en el Museo del Prado y La Casa Encendida, Berger y su hija Katya relatan tres historias.
1. El Prado de Antonio Lyons. John Berger (Londres, 1926), cr¨ªtico de arte, novelista, poeta, guionista, dramaturgo, hombre orquesta de la creaci¨®n, recibe hoy un homenaje de la Fundaci¨®n de Amigos del Museo del Prado por haber "revolucionado la manera de entender las bellas artes desde una nueva perspectiva" y por su contribuci¨®n al "enriquecimiento del patrimonio cultural espa?ol". En el Prado se reencontr¨® ayer con Zurbar¨¢n, Vel¨¢zquez y Ribera. Pocos sabr¨¢n que, para Berger, el Prado es Antonio Lyons. "A comienzos de los cincuenta daba clases de arte en un colegio cat¨®lico a hombres que quer¨ªan ser profesores. Hab¨ªa soldados y marineros que hab¨ªan ido a la guerra. Uno de ellos era Tony Lyons, de origen irland¨¦s, un poco mayor que yo y que ten¨ªa mucho talento para el dibujo y la observaci¨®n. Nos hicimos buenos amigos. Pasados dos a?os me dijo que quer¨ªa ir a Madrid a ver la obra de Vel¨¢zquez y Goya. Yo le anim¨¦. Se vino y no volvi¨®". Berger r¨ªe y cuenta que Tony, en adelante Antonio, se cas¨® con una espa?ola, sobrevivi¨® con clases de ingl¨¦s y escribi¨® cartas sobre la vida bajo el r¨¦gimen de Franco que Berger aire¨® en una revista de izquierdas. "Cada vez que ven¨ªa a Espa?a iba al Prado con Antonio".
Katya Berger quiere publicar los SMS que se intercambia con su padre
2. Charlas con la ni?a Katya. Para el homenaje del Prado, John y Katya Berger han preparado una performance a partir de la C¨¢mara de los esposos, los frescos de Andrea Mantegna para el palacio ducal de Mantua (Italia). Es la tercera colaboraci¨®n padre e hija. ?C¨®mo surgieron? "Cuando era una ni?a", comienza Katya, "John siempre estaba ocupado trabajando, pero aun as¨ª ten¨ªamos conversaciones intensas e ¨ªntimas. No habl¨¢bamos de arte, sino de temas como la muerte, que me produc¨ªa ansiedad. Tuve una gran nostalgia de estas conversaciones cuando dej¨¦ de vivir con John, tras la separaci¨®n de mis padres. Las retomamos cuando crec¨ª, John me mostraba cuadros, me le¨ª sus libros, visitamos museos e iglesias y volvimos a dejar de vernos cuando me fui a vivir a Atenas. Entonces empezamos a escribirnos cartas en las que habl¨¢bamos de arte y de la vida. John me propuso publicar esta correspondencia. Me im-pact¨®, pero respond¨ª que s¨ª. He decidido no escribirle m¨¢s". Katya bromea. En realidad mastica una venganza con los SMS que se intercambian desde que ella le regal¨® el primer m¨®vil. Son textos po¨¦ticos, fugaces y que ya no sabr¨ªan a qui¨¦n de los dos corresponden. "Es como el pimp¨®n", sintetiza el padre.
3. El caso de Giacometti. En 1966, Berger escribi¨® un ensayo sobre una foto de Giacometti. Caminaba encorvado bajo la lluvia con aire desamparado, como de sin techo. "No creo que haya habido otra obra m¨¢s modificada tras la muerte del artista que la de Giacometti". "Ni siquiera era ya el artista que se bate en retirada. Era el artista que considera a la sociedad irrelevante", escrib¨ªa entonces. Medita en silencio antes de dar su opini¨®n sobre el precio alcanzado esta semana por una escultura del artista (74 millones de euros, el m¨¢s alto de la historia). "Con una o dos excepciones, vivimos un periodo de medios de comunicaci¨®n que pretenden hablar con seriedad del mundo que nos rodea, incluido el arte, pero que se centran en valores superficiales como el dinero. No me sorprende nada lo que ha ocurrido con la subasta, ?es una aut¨¦ntica mierda!".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.