Defiendan a Fatima
Que un im¨¢n radical instalado en un pueblo de Tarragona coaccione presuntamente a una mujer de origen marroqu¨ª, mediadora social del Ayuntamiento, por no llevar velo, por conducir y vestir como le permite una democracia (es decir, como le da la gana), no s¨®lo es digno de la denuncia que ya est¨¢ en marcha. Es un aviso de bomba que nos alerta del retroceso que amenaza a muchas mujeres en Espa?a cuando la igualdad ni siquiera est¨¢ consolidada. Y eso es grave.
Pero que una alcaldesa (socialista) como la de Cunit haya optado por calmar al monstruo, por confraternizar, por evitar su detenci¨®n y apelar a guardar la denuncia en un caj¨®n nos sit¨²a ante un aviso de bomba de otro tipo: la de una supuesta tolerancia que es rendici¨®n, la de una supuesta prudencia que, en palabras de Amelia Valc¨¢rcel, consejera de Estado, no es sino miedo.
El foro de mujeres reci¨¦n celebrado en C¨¢diz ha recordado los grandes frentes abiertos en la lucha contra la discriminaci¨®n milenaria: desde las diferencias salariales a la invisibilidad en los cargos, la violencia de g¨¦nero o la igualdad en los ¨®rganos de decisi¨®n; se habl¨® del machismo reencarnado en posmachismo o neomachismo; se habl¨® de nuevo de la ejemplaridad de un Gobierno como el espa?ol, que luce la paridad. Pero nada de eso sirve para nada, ninguna bandera feminista merece ese nombre si por el camino olvidamos a Fatima Ghalian. La igualdad no puede ser s¨®lo un escaparate, socialista en este caso, sino esto: que una mujer vista vaqueros sin que un im¨¢n le haga la vida imposible, sin que sus hijos sean acosados en el colegio y sin que una alcaldesa le d¨¦ la espalda. As¨ª de sencillo. Ninguna causa feminista puede tener otra prioridad en Espa?a que frenar en seco y con el peso de la ley el imperio machista del islamismo radical.
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