Ast¨¦rix estuvo aqu¨ª
El GR-20 atraviesa C¨®rcega. Quince d¨ªas de caminatas, de albergue en albergue, cuya recompensa es un bello paisaje de alta monta?a con sabor mediterr¨¢neo
Un ejemplar en alem¨¢n de La monta?a m¨¢gica aparece en una cuneta a mitad de camino. Estamos en la primera etapa del GR-20. Por delante nos quedan 15 d¨ªas perdidos por remotos valles del centro de C¨®rcega, lejos de toda civilizaci¨®n, bibliotecas incluidas. El comienzo de la traves¨ªa es de lo m¨¢s duro, se estrena con 1.300 metros de subida como gran peaje por querer ascender desde el mar hasta el cielo. Por eso, no resulta extra?o ver que un monta?ero alem¨¢n ha decidido desprenderse del lastre de la lectura. Primera lecci¨®n del camino: Thomas Mann puede resultar muy pesado.
Segunda etapa, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Tras atravesar un calvario de roca, terminamos en el refugio de Carrozzu, una especie de nido de ¨¢guilas que ofrece techo y comida para 24 monta?eros. En sus improvisadas estanter¨ªas, entre latas y mantas sobrantes, hay tambi¨¦n un secador de pelo que nadie reclama. Otro lastre abandonado. Y segunda lecci¨®n: el GR-20 no es ninguna pasarela. Con sus 200 kil¨®metros y 12.800 metros de desnivel, es una de las traves¨ªas de monta?a m¨¢s duras de Europa. Letraheridos y presumidos, abstenerse.
El resto, es decir, todos aquellos a los que no les importe despeinarse en las alturas ni pasar d¨ªas sin otra lectura que el paisaje, podr¨¢n hacer el gran recorrido siempre y cuando acudan con buena forma f¨ªsica, pies habituados al trote y una mochila armada sin caprichos. Insistimos, hay que ser radical en ello. Philippe es un belga que ha reducido todo el libro de ruta a sus fotocopias m¨¢s esenciales. Ludo, un franc¨¦s que ha convertido su toalla de mano en una de cuerpo. Ambos caminan ligeros.
En realidad, el GR-20 es dif¨ªcil sobre todo en sus comienzos, pero, superadas las primeras etapas, el resto va m¨¢s rodado. A veces hay s¨®lo cinco horas de caminata, con unos c¨®modos 500 metros de desnivel, lo que brinda la oportunidad de doblar jornadas y reducir la traves¨ªa a 10 d¨ªas. Tambi¨¦n se puede recorrer el camino de sur a norte y retrasar lo m¨¢s duro. Cuesti¨®n de gustos. Otros, como el catal¨¢n Kilian Jornet, lo han hecho sin parar de correr. El resultado, un nuevo r¨¦cord, la isla, de cabo a rabo, en tan s¨®lo 32 horas y 54 minutos.
Con planificaci¨®n
Para los m¨¢s pausados es importante saber que todas las etapas acaban en un albergue con zona de c¨¢mping y cada tres jornadas es posible reponer alimentaci¨®n. Supone un gran alivio. Pero tambi¨¦n una gran duda: ?se puede hacer todo el GR-20 sin cargar ni tienda ni comida? La respuesta es s¨ª, aunque con peros. Es posible s¨®lo si se planifica bien, ya que los albergues est¨¢n muy codiciados, sobre todo en verano. Otro pero: se podr¨¢ hacer si se lleva suficiente dinero para sobrevivir a un camino sin cajeros y con algunos ultramarinos de lujo: el paquete de 16 galletas subidas en helic¨®ptero cuesta 3,50 euros; la doble chocolatina elevada a lomo de mula sale por 2 euros. Estamos a 2.000 metros, no lo olvidemos, todo anda por las nubes.
De las 17.000 personas que emprenden este camino cada a?o, s¨®lo la mitad logran completarlo. Para todos, hay una prueba de fuego que puede sonar freudiana y que consiste en enfrentarse al Circo de la Soledad. As¨ª se llama el gran glaciar donde se producen la mayor¨ªa de los abandonos. Es la cuarta etapa, puro territorio alpino. Todo es roca pelada, graznidos de chovas piquigualdas, ecos dispersos y unas escaleras bien equipadas que caen 200 metros hacia el fondo en espectacular bajada. Es el ¨²nico paso posible. La monta?a de nuevo haciendo criba. A lectores y presumidos se suman esta vez los susceptibles de v¨¦rtigo ante soledades y otros abismos.
Los Alpes en el mar
Superadas las dificultades, curadas las primeras ampollas, conocidos los compa?eros de viaje... s¨®lo queda disfrutar del gran sendero. El GR-20 es un compendio de variedades, una traves¨ªa nada mon¨®tona, tremendamente completa. Si nace en altos pe?ascos cerca del monte Cintu (2.706 metros), es para atravesar despu¨¦s valles sinuosos camino de Castel di Verghio. Si se recrea en bosques tranquilos por Vizzavona, es para regresar de nuevo a la pura piedra en la cresta del Incudine. Todo con el preciado a?adido de tener al Mediterr¨¢neo por ambas vertientes, Liguria y Tirreno, un envoltorio de lujo.
La mejor ¨¦poca para hacer la traves¨ªa es primavera y oto?o, cuando C¨®rcega no es una caldera estival. Y se recomienda caminar de madrug¨®n, para evitar tormentas vespertinas y tener adem¨¢s el privilegio de ser el despertador del bosque. Bajo la ¨²ltima luna, uno puede quedarse de piedra ante la extra?a mirada de una manada de muflones, el big one de este safari. M¨¢s tarde aparecer¨¢n las lagartijas del Tirreno y endemismos como ese precioso gorri¨®n de altura llamado sitelle. Ante todos, uno puede comprobar la veracidad de aquella extra?a anotaci¨®n que hizo W. G. Sebald en su viaje por estos bosques: "Al parecer, los animales corsos, como ocurre a veces en las islas, son llamativamente peque?os".
M¨¢s f¨¢cil de comprobar es la hospitalidad corsa, con una despensa tan generosa como la chistera de un mago. Los escasos habitantes de estas monta?as, pastores curtidos en mil soles, animan al viajero y, si se descuida, le cargan la mochila con un queso de kilo, ¨²nico lastre irrenunciable si se quiere franquear su paso. Y luego est¨¢n los bosques, esos pinares interminables mezclados con aquellos tupidos casta?os que acogieron a Ast¨¦rix en su cap¨ªtulo corso. Para Ren¨¦ Goscinny, la isla del Mediterr¨¢neo se resum¨ªa en un perfume: "Ese soplo imperceptible de pino, ese toque de artemisa, esa pizca de romero y de lavanda". A pesar de los devastadores incendios y de la masificaci¨®n de la isla, el GR-20 permite comprobar una realidad desde la pituitaria: en C¨®rcega, esa fragancia descrita resiste todav¨ªa monta?a adentro. ?Por Tutatis!
Gu¨ªa
Informaci¨°n
? Turismo de C¨®rcega (http://es.franceguide.com/corcega/).
? Parque natural regional de C¨®rcega (www.parc-corse.org). El GR-20 cruza toda la isla de Noroeste a Sureste, entre las localidades de Calenzana y Conza, cerca de 200 kil¨®metros en total. Pernoctar en los refugios (con capacidades de entre 15 y 31 camas) cuesta 10 euros por persona y noche.
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