El muro de los Pirineos
Entre 1939 y 1945, con los pasos pirenaicos fuertemente vigilados por los alemanes, miles de personas intentaron huir de los nazis cruzando las monta?as hacia Espa?a, desde simples fugitivos a esp¨ªas o traidores. Lo cuenta Josep Calvet en Las monta?as de la libertad (Alianza)
Las monta?as que limitan Francia y Andorra con Espa?a eran el paso natural para todos aquellos que pretend¨ªan entrar en este ¨²ltimo pa¨ªs. Durante la Guerra Civil espa?ola, la inmediata posguerra y la II Guerra Mundial fueron sometidas a una vigilancia permanente con el objetivo de controlar tanto la llegada como la partida de personas. (...)
Durante los dos primeros a?os de guerra mundial, pasar a Espa?a fue relativamente f¨¢cil, a pesar de que, en un momento determinado, se acord¨® devolver a los detenidos a su pa¨ªs de procedencia. La situaci¨®n cambia de forma radical en noviembre de 1942, cuando los alemanes ocupan la Francia libre y se establecen a lo largo de toda la frontera con Espa?a. Inmediatamente se ordena el despliegue de aduaneros y militares a fin de impermeabilizar los pasos fronterizos. (...)
Algunos gu¨ªas fueron meros delincuentes que robaban, delataban, abandonaban y asesinaban a sus clientes
El grupo formado por el anarquista espa?ol Francisco Ponz¨¢n ayud¨® a unos 3.000 refugiados a pasar la frontera
Cruzar la frontera no estaba exento de problemas. A la dificultad derivada de la orograf¨ªa de la propia cordillera, que ya de por s¨ª constitu¨ªa un primer escollo, debemos a?adir otros factores que contribuir¨ªan a que el paso de territorio franc¨¦s a territorio espa?ol, a pesar de la contig¨¹idad entre ambos, se convirtiera en una acci¨®n arriesgada y a menudo letal: desde las inclemencias meteorol¨®gicas hasta las dificultades de completar el camino, la actuaci¨®n de pasadores sin escr¨²pulos o la posibilidad de una r¨¢pida detenci¨®n y una posterior repatriaci¨®n al pa¨ªs de salida. Todo un conjunto de elementos que, en ocasiones, har¨ªan que la situaci¨®n fuera tr¨¢gica para los ciudadanos extranjeros que se dirig¨ªan a Espa?a buscando la libertad.
Los momentos m¨¢s duros se produc¨ªan en invierno, cuando el riguroso clima y la presencia de abundante nieve convert¨ªan el paso en una aut¨¦ntica odisea y provocaban numerosos accidentes, como el que sufri¨®, el 22 de noviembre de 1942, el ciudadano luxemburgu¨¦s Frederic Grewell, que muri¨® despu¨¦s de caer por un canal cerca de Martinet de Cerdanya (Lleida). Grewell iba acompa?ado de su compatriota Emile Henry Krieps, un agente del espionaje belga que, una vez acabada la II Guerra Mundial, se convirti¨®, como miembro del Partido Liberal Dem¨®crata, en un destacado pol¨ªtico luxemburgu¨¦s y lleg¨® a ser ministro. Igualmente tr¨¢gica fue la peripecia del s¨²bdito franc¨¦s August Bizieres, que en el momento de ser detenido en Vielha (Lleida), el 17 de diciembre de 1943, presentaba congelaciones graves en el pie derecho como consecuencia de haber estado oculto algunos d¨ªas en la nieve. (...) O la de los dos holandeses detenidos por la Guardia Civil de Planoles despu¨¦s de haber penetrado a trav¨¦s de Oceja y D¨°rria (Girona): Willy Ysewyn permaneci¨® internado en el hospital de Puigcerd¨¤ (Girona) afectado de congelaciones y le fue amputada la ¨²ltima falange del dedo gordo del pie izquierdo. Su compa?ero, Alfred Martin Groeco, acab¨® en el Hospital Provincial de Girona, tambi¨¦n con congelaciones en los pies. (...)
Cuando en noviembre de 1942 los alemanes se establecen en los departamentos fronterizos, decretan la impermeabilizaci¨®n de los pasos de monta?a, por cuyo motivo la estancia en el sur de Francia se convirti¨® en arriesgada y peligrosa, y los gu¨ªas tuvieron que adoptar las m¨¢ximas precauciones. Sortear la vigilancia se convirti¨® en su principal objetivo, por lo que se estudiaba hasta el ¨²ltimo detalle de cada expedici¨®n y se abandonaban algunos itinerarios para pasar por otros menos vigilados. A pesar de ello, no se pudieron evitar distintos incidentes, alguno de los cuales adquiri¨® dimensiones tr¨¢gicas. El caso m¨¢s destacable tuvo lugar la noche del 28 de junio de 1943, cuando el gu¨ªa que acompa?aba a un grupo de evadidos tirote¨® a una pareja de aduaneros alemanes que les hab¨ªa interceptado en el puerto de Salau (Lleida). A consecuencia de los disparos, uno de los aduaneros result¨® muerto (Heinrich Schwarz), y el otro, herido (Franz Reichegger). La embajada alemana exigi¨® explicaciones al MAE (Ministerio de Asuntos Exteriores) por lo que calific¨® de asesinato. Las autoridades espa?olas tomaron como cabeza de turco a uno de los miembros del grupo, el ciudadano franc¨¦s Marcel Claes, que fue inmediatamente detenido y procesado por asesinato. En sus declaraciones, Claes acus¨® al gu¨ªa, que fue identificado como Jacinto Giraud, de ser el autor de la agresi¨®n. Giraud fue detenido en Francia, donde ser¨ªa sometido a un consejo de guerra. Por su parte, Claes realizar¨ªa una larga peregrinaci¨®n por Espa?a. Pas¨® por la prisi¨®n provincial de Lleida, e incluso se le someti¨® a un consejo de guerra sumar¨ªsimo. Las autoridades militares se inhibieron en favor de la jurisdicci¨®n ordinaria y se abri¨® un sumario por asesinato en el juzgado de primera instancia de Sort que, al final, fue sobrese¨ªdo por falta de pruebas. Tiempo despu¨¦s fue trasladado al campo de concentraci¨®n de Miranda de Ebro. Abandon¨® Espa?a el 24 de abril de 1944. (...)
En los Pirineos franceses, el balance de las personas muertas como consecuencia de la represi¨®n de los alemanes o de la estancia en las prisiones por haber intentado pasar clandestinamente a Espa?a es impresionante. ?milienne Eychenne, en su libro Pyr¨¦n¨¦es de la libert¨¦. Les evasi¨®n par l'Espagne 1949-1945, las cuantifica as¨ª: 12 muertos por los alemanes m¨¢s o menos cerca de la frontera, 6 a consecuencia de incendios provocados en granjas, 25 en la monta?a y 223 en las deportaciones (los arrestados en la frontera, tanto pasadores como clientes, van directamente a campos de deportaci¨®n). En total ofrece la cifra de 266 muertos entre 1939 y 1945. Por su parte, la Conf¨¦d¨¦ration Nationale des Anciens Combatants Fran?ais Evad¨¦s de France et des Intern¨¦s en Espagne cuantifica los desaparecidos en 450, incluidos los abatidos durante el paso de los Pirineos, los muertos en accidentes de monta?a y los fallecidos en las prisiones espa?olas. (...)
Otro contratiempo que debieron superar los que cruzaban la frontera fue la actuaci¨®n de algunas personas que efectuaban tareas de gu¨ªa y que se convirtieron en meros delincuentes al robar, delatar, abandonar y en algunos casos, presumiblemente, asesinar a sus clientes. Sobre este particular ha circulado toda una leyenda negra que habla de saqueos a extranjeros adinerados, en especial jud¨ªos, y del enriquecimiento de algunas personas que trabajaron de pasadores.
Gustave All¨¦rhand y su esposa, Icla, de origen jud¨ªo, partieron de la localidad de Usat-les-Bains (Ari¨¨ge) en septiembre de 1942 con la intenci¨®n de cruzar hacia Espa?a, adonde nunca llegaron. Como consecuencia de la denuncia presentada por su familia, la gendarmer¨ªa francesa arrest¨® al espa?ol Miguel Gonz¨¢lez cuando intentaba cobrar un cheque de la cuenta corriente del matrimonio All¨¦rhand. Adem¨¢s se le localizaron dos cheques en blanco firmados con el mismo nombre. Gonz¨¢lez admiti¨® que dichos talones se los hab¨ªa entregado su cu?ado, llamado Pepe Pou, que hab¨ªa aceptado pasar a Espa?a al matrimonio ofreciendo como gu¨ªa a un miembro de su red. Se constata que el gu¨ªa volvi¨® en solitario de la expedici¨®n y declar¨® que se hab¨ªa producido un enfrentamiento con los carabineros, pero llevaba la maleta de sus clientes, que conten¨ªa los cheques. Gonz¨¢lez es condenado a dos meses de c¨¢rcel, mientras que Pou y el gu¨ªa no son localizados. Desgraciadamente, el matrimonio All¨¦rhand nunca lleg¨® a cruzar la frontera, qui¨¦n sabe si por culpa de la mala jugada de un gu¨ªa sin escr¨²pulos. (...)
Los robos eran habituales. La familia jud¨ªa de apellido Gertner, formada por el matrimonio y dos hijas, fue detenida por la Guardia Civil de Espolla (Girona) en octubre de 1942. Una vez arrestados, declararon que uno de los gu¨ªas que los hab¨ªa recogido en Perpi?¨¢n los abandon¨® justo antes de llegar a territorio espa?ol y que, despu¨¦s de amenazarlos, les rob¨® las 6.000 pesetas que llevaban. En el Val d'Aran fueron detenidos, en diciembre de 1942, Pablo Sol¨¦ Benosa y Miguel Navarro Abella por introducci¨®n clandestina de extranjeros y robo a los mismos. Sol¨¦ ten¨ªa en arrendamiento la ermita de La Artiga de Lin, donde daba albergue a los evadidos que llegaban procedentes de Francia, y Navarro era propietario de una cuadra pr¨®xima. Fueron acusados de saquear, de acuerdo con los gu¨ªas, a un grupo de refugiados, a quienes robaron las maletas y abandonaron en la monta?a. Pero incluso teniendo evidencias, el gobernador civil de Lleida orden¨® que los dejaran en libertad despu¨¦s de permanecer casi cuatro meses en la prisi¨®n de Vielha. (...)
Brit¨¢nicos y norteamericanos impulsar¨¢n la mayor parte de las redes de evasi¨®n, que, adem¨¢s del paso de personas, pod¨ªan encargarse de llevar documentaci¨®n dirigida al ej¨¦rcito aliado organizado en el norte de ?frica o en Inglaterra y a los distintos gobiernos en el exilio establecidos en Londres. Por otro lado, muchas veces, en las expediciones de vuelta desde Espa?a se aprovechaba para pasar informes y dinero que se destinaban a organizar la resistencia.
Existir¨¢n numerosas redes de evasi¨®n, cada una especializada en pasar por un determinado territorio, conducir refugiados de una nacionalidad concreta y militares o pilotos aliados. Cada red ten¨ªa varias ramificaciones en funci¨®n del itinerario programado para efectuar el paso. La m¨¢s conocida de las redes brit¨¢nicas que actu¨® en los Pirineos catalanes es la llamada Pat O'Leary. Sus or¨ªgenes se encuentran en Marsella a finales de 1940, cuando varios militares brit¨¢nicos entran en contacto con el maestro anarquista espa?ol, residente en Toulouse, Francisco Ponz¨¢n, que dispon¨ªa de un grupo de apoyo formado por gu¨ªas de firmes convicciones antifascistas, conocedores de los pasos pirenaicos y con numerosos contactos a ambos lados de la frontera. El grupo de Ponz¨¢n, que tambi¨¦n trabaj¨® para los servicios secretos franceses y belgas, se encarg¨® fundamentalmente de pasar a aviadores abatidos en territorio franc¨¦s a trav¨¦s de distintas rutas. (...) Se calcula que el grupo Ponz¨¢n, y por extensi¨®n la red Pat O'Leary, ayud¨® a unos 3.000 refugiados, y que un centenar de los miembros del grupo acabaron detenidos por la Gestapo.
Al servicio de los norteamericanos funcion¨® una importante red dedicada al paso de documentaci¨®n de car¨¢cter militar. Se trata de la red conocida como Wi-Wi, que ten¨ªa su origen en Marsella y pasaba a Espa?a desde Perpi?¨¢n o Toulouse. (...) Otras redes que actuaron en los Pirineos fueron la belga Com¨¨te, que introduc¨ªa a aviadores aliados por el Pa¨ªs Vasco y Navarra; la Combat, la Fran?oise, la Marie Claire, la EWA, la Burgundy, la Sabot, la Bret Morton o la AKAK. (...)
La embajada alemana se ocupar¨ªa de denunciar reiteradamente el trabajo de los gu¨ªas espa?oles y de desenmascarar las redes de evasi¨®n a fin de que el gobierno de Madrid procediera a la detenci¨®n de los implicados. En agosto de 1942 se notifica la existencia de una organizaci¨®n dedicada a transportar extranjeros desde Perpi?¨¢n hasta Pert¨²s a cambio de un precio que oscilaba entre 10.000 y 15.000 pesetas. Una vez en Espa?a, son trasladados a Lisboa; los que quieren ir a ?frica son transportados a la isla de Mallorca y de all¨ª pasan al norte del continente africano en peque?as embarcaciones, mientras que los que pretenden ir a Gibraltar, primero son conducidos hasta Huelva y desde all¨ª, en peque?os barcos cargados de minerales, llegan al Pe?¨®n. Se incide particularmente en el paso de personas desde Oceja hasta Puigcerd¨¤ y desde aqu¨ª hasta Barcelona en ferrocarril pasando por Berga y Guardiola de Bergued¨¤. Toulouse y Perpi?¨¢n eran los dos centros donde se establecieron la mayor parte de las redes de evasi¨®n que realizaban actividades en los Pirineos catalanes. (...)
Los Pirineos catalanes fueron tambi¨¦n el lugar de paso de esp¨ªas aliados que hu¨ªan de los alemanes. La polic¨ªa espa?ola descubri¨® a algunos que hab¨ªan colaborado estrechamente con la resistencia francesa. Una de las evasiones m¨¢s significativas fue la de la norteamericana Virginia Hall, detenida en Sant Joan de les Abadesses el 14 de noviembre de 1942 junto con tres s¨²bditos brit¨¢nicos. (...) Hall era hija de un pr¨®spero hombre de negocios norteamericano. Ingres¨® en la carrera diplom¨¢tica en 1931 y hab¨ªa trabajado en varias embajadas de su pa¨ªs en Europa, hasta que dej¨® estas actividades en 1939 tras sufrir la amputaci¨®n de una pierna a consecuencia de un accidente de caza. Durante la II Guerra Mundial fue reclutada por el SOE (Special Operation Executive. Servicio puesto en marcha por Churchill en 1940 para realizar sabotajes tras las l¨ªneas enemigas) y desplazada a Vichy, donde realiz¨® trabajos haci¨¦ndose pasar por periodista. (...) Acabada la guerra, fue la ¨²nica mujer condecorada con la Cruz de los Servicios Distinguidos, adem¨¢s de ser miembro de la Orden del Imperio Brit¨¢nico; continu¨® trabajando para la OSS (Office of Strategic Service. Servicios de inteligencia americana ) y, posteriormente, desde 1955, como analista de inteligencia de la CIA, hasta 1966, a?o en que se retir¨®. (...)
Uno de los esp¨ªas m¨¢s relevantes detenidos en Girona fue Egbert V. H. Rizzo. (...) Rizzo hab¨ªa sido c¨®nsul polaco en Toulouse, y en abril de 1941 fue enviado a Francia para organizar la secci¨®n de evasi¨®n de la SOE con la misi¨®n concreta de buscar rutas de evasi¨®n a trav¨¦s de los Pirineos. Cuando los alemanes ocuparon la Francia libre y se vio en peligro, decidi¨® pasar a Espa?a a fin de volver a Inglaterra. Su mujer, Anna Rizzo, que aunque no era agente de los servicios secretos colaboraba activamente con ¨¦l, decidi¨® quedarse en Francia a pesar de las constantes advertencias que llegaban desde Londres. Arrestada por los alemanes en enero de 1944, fue enviada al campo de Ravensbr¨¹ck, donde fue ejecutada el 28 de marzo de 1945.
Las monta?as de la libertad, de Josep Calvet. Alianza Editorial. Precio: 19,50 euros. Fecha de publicaci¨®n: 22 de febrero.
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