La OTAN, al ataque
Invertir la relaci¨®n de fuerzas en Afganist¨¢n es la condici¨®n para cualquier salida pol¨ªtica
La OTAN ha lanzado en la localidad afgana de Marjah la ofensiva m¨¢s importante desde el inicio de la guerra en 2001. Seg¨²n la previsi¨®n de los mandos militares, el desenlace podr¨ªa demorarse varios d¨ªas o incluso semanas, pero las fuerzas internacionales, apoyadas por un contingente afgano de 1.500 efectivos, prev¨¦n proseguir las operaciones hasta hacerse con el control de este enclave estrat¨¦gico para los talibanes. Adem¨¢s de su importancia en el comercio del opio, una de sus principales fuentes de financiaci¨®n, la regi¨®n de Marjah ha ido consolid¨¢ndose desde el inicio de la guerra como arsenal y base log¨ªstica en la que los talibanes han adiestrado a buen n¨²mero de sus combatientes. Hasta este ataque, se trataba de un territorio en el que las fuerzas internacionales no se aventuraban.
Las operaciones en curso obedecen a dos l¨®gicas distintas aunque inseparables. El presidente Obama necesitaba dejar patente a efectos internos su condici¨®n de comandante en jefe, desmintiendo las acusaciones de que su apuesta por la v¨ªa diplom¨¢tica en contenciosos como el de Ir¨¢n, o por la de la negociaci¨®n con algunos grupos talibanes, seg¨²n se acord¨® en la reciente conferencia de Londres, era consecuencia del temor o la debilidad. Desde la estricta l¨®gica militar en la conducci¨®n del conflicto afgano, Obama necesitaba, adem¨¢s, pasar a la ofensiva contra los talibanes para deshacer cualquier equ¨ªvoco que pudiese llevar a interpretar la retirada prevista en 2011 como una derrota y tambi¨¦n para que el relevo en las tareas de seguridad se produzca en las mejores condiciones para las tropas dependientes de Kabul.
Sobre el terreno, el ataque supone un intento de romper la asimetr¨ªa con que ven¨ªa desarroll¨¢ndose la guerra y que favorec¨ªa sobre todo a los talibanes, militar y pol¨ªticamente. Hasta ahora, las fuerzas internacionales parec¨ªan condenadas a mantenerse en posiciones defensivas y resistir el acoso de los talibanes; ahora son los talibanes quienes est¨¢n obligados a adoptarlas para no perder un territorio que les resulta imprescindible a la hora de sostener su estrategia de desgaste, ensayada durante los a?os de invasi¨®n sovi¨¦tica. Si logran rechazar la ofensiva, la OTAN tendr¨¢ serias dificultades para imponerse antes de la retirada en 2011.
Pero si los talibanes pierden Marjah, las fuerzas internacionales habr¨¢n logrado algo que ha faltado dram¨¢ticamente en esta guerra: la obtenci¨®n de una victoria precisa porque precisos eran, a su vez, los objetivos perseguidos. Se trata, pues, de una ofensiva que puede resultar trascendental para el desenlace de la guerra. Tambi¨¦n para el futuro de la regi¨®n: Obama necesita recomponer cuanto antes la capacidad de disuasi¨®n convencional del Ej¨¦rcito m¨¢s poderoso del mundo. La estrategia de "la guerra contra el terror" no calcul¨® las consecuencias de permitir que quedase atrapado en escenarios como el iraqu¨ª o el afgano, dando ocasi¨®n a que proliferasen otras amenazas.
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