La OTAN en guerra
La operaci¨®n Mushtarak (Juntos), desencadenada el 12 de febrero por las fuerzas de la OTAN en la provincia de Helmand (Afganist¨¢n), constituye un hito muy importante en el desarrollo del conflicto afgano. Puede entenderse como el primer paso para la implementaci¨®n de la nueva estrategia de la OTAN (en realidad estadounidense) e incluye un mensaje con dos destinatarios principales. El primero es la insurgencia, con la que se pretende una negociaci¨®n posterior desde una posici¨®n de fuerza. El segundo son las opiniones p¨²blicas de los pa¨ªses de la OTAN, a las que pretende insuflar una nueva esperanza en que el desarrollo del conflicto permita rescatar a las respectivas fuerzas militares del lodazal afgano. Nada nuevo. En realidad, es un enfoque muy clausewitziano, por el que se emplea la fuerza militar con una directa y exclusiva finalidad pol¨ªtica.
El objetivo principal de la operaci¨®n, la ciudad de Marjah, est¨¢ muy bien elegido: se trata de la mayor concentraci¨®n humana de la provincia de Helmand bajo control insurgente y una las zonas de mayor producci¨®n de opio en Afganist¨¢n. Marjah ocupa, adem¨¢s, una posici¨®n central en la l¨ªnea que va desde la presa de Kajak hasta la provincia de Farah (en la panza del ¨¢rea de despliegue de las fuerzas espa?olas), por la que la insurgencia se mov¨ªa hasta ahora como pez en el agua. Es, asimismo, una pieza clave para controlar el valle del r¨ªo Helmand, con m¨¢s de 1.200 kil¨®metros de recorrido, desde su nacimiento en las proximidades de Kabul hasta el lago iran¨ª de Ham¨²n, cuyas aguas son esenciales para los agricultores de Sist¨¢n y Baluchist¨¢n, una de las provincias m¨¢s secas y extensas de Ir¨¢n (lo que tiene un obvio significado colateral). En definitiva, estamos ante un movimiento de ficha sobre el tablero de Asia central de particular importancia en los cuatro niveles: pol¨ªtico, estrat¨¦gico, operacional y t¨¢ctico.
Hasta ahora, la guerra parec¨ªa localizada en el este del pa¨ªs, donde "los que hac¨ªan la guerra" llevaban a?os combatiendo al talib¨¢n a lo largo de la frontera con Pakist¨¢n. La operaci¨®n Mushtarak extiende la percepci¨®n de que la OTAN se ha embarcado definitivamente en la guerra. Se roza el rid¨ªculo cuando algunos la califican como "ofensiva afgana". Cualquiera que conozca la OTAN y la situaci¨®n sobre el terreno sabe que una operaci¨®n de combate real, planeada y conducida por un general estadounidense y donde el 80% de las fuerzas son norteamericanas no puede ser m¨¢s que norteamericana, y en este caso con el concurso de fuerzas de los pa¨ªses de la Alianza.
Existe, obviamente, un cierto aroma local y punto. ?Ojal¨¢ fuera cierto que el Gobierno y el Ej¨¦rcito afgano tuvieran capacidad propia para abordar responsabilidades pol¨ªticas y militares de ese calado! El escenario ser¨ªa muy distinto.
A estas alturas, es fundamental que la OTAN pueda demostrar finalmente su capacidad para destruir y desalojar a la insurgencia de un lugar y en un momento concretos. El ¨¦xito debe ser el ¨²nico resultado admisible de esta operaci¨®n. No faltar¨ªa m¨¢s, cuando la coalici¨®n internacional, donde figuran fuerzas de los ej¨¦rcitos m¨¢s sofisticados del planeta, cuenta con m¨¢s de 100.000 soldados desplegados. Pero tambi¨¦n lo es comprobar si existe o no la suficiencia para controlar efectiva y permanentemente el territorio afgano, si existe o no la capacidad para desarrollar un programa real de construcci¨®n o rehabilitaci¨®n all¨ª donde los insurgentes sean desalojados. Porque, si no ?para qu¨¦ tantos esfuerzos, tanto dinero y, sobre todo, tanta sangre?
Pedro Pitarch es teniente general (en la reserva) y ex jefe del Eurocuerpo.
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