Tirar del carro o pinchar las ruedas
Dice la sabidur¨ªa popular que dos no ri?en si uno no quiere; tampoco hay posibilidad de conseguir acuerdos que impliquen cesiones entre las partes si los interlocutores no los consideran en alguna medida beneficiosos para sus propios intereses. En cualquier caso, las sombr¨ªas perspectivas de la econom¨ªa espa?ola, azotada por el creciente desempleo (m¨¢s de cuatro millones de parados), el elevado d¨¦ficit (un 14,4%), el encarecimiento de una deuda en r¨¢pido aumento y los problemas financieros creados por la burbuja inmobiliaria, han ayudado a vencer las resistencias de los sindicatos y de la patronal para acordar el marco de la negociaci¨®n colectiva durante los pr¨®ximos tres a?os y para discutir con el Gobierno la reforma del mercado laboral.
El Monarca llama a la unidad de las fuerzas pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas frente a la crisis
No resultar¨¢ f¨¢cil, en cambio, que el presidente Zapatero y el l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n aparquen sus diferencias y suscriban un Pacto de Estado frente a la crisis. El Pleno del Congreso de hoy servir¨¢ para calibrar la viabilidad de ese entendimiento entre los dos grandes partidos estatales. Las implicaciones pol¨ªticas de la coyuntura econ¨®mica predecible para 2012 condicionar¨¢n las actitudes del Gobierno y de la oposici¨®n: mientras que la prolongaci¨®n o el agravamiento de la crisis favorecer¨ªa el triunfo electoral del PP, una recuperaci¨®n de las tasas de crecimiento y del empleo dar¨ªa esperanzas a los socialistas.
El Rey se ha unido a las voces favorables a los pactos frente a la crisis. A ning¨²n dem¨®crata se le ocurri¨® preguntar cr¨ªticamente durante la noche del 23-F por el encaje constitucional del ejercicio de las competencias de Juan Carlos l cuando se ech¨® a las espaldas todo el peso del Estado para liberar al Gobierno y a los diputados secuestrados en el Congreso por el teniente coronel Tejero y para cortar la propagaci¨®n a otras regiones militares del bando sedicioso del Capit¨¢n General de Valencia. No hay que recurrir a las teor¨ªas de Carl Schmitt sobre la soberan¨ªa y los poderes excepcionales para explicar que el Rey actu¨® la noche del 23-F en su triple papel de titular de la Corona, Jefe del Estado y Mando Supremo de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, en una situaci¨®n de normalidad el Rey se halla sometido a la Constituci¨®n como los dem¨¢s poderes del Estado. El T¨ªtulo II establece que su persona es inviolable y no est¨¢ sujeta a responsabilidad: sus actos requieren el refrendo del presidente del Gobierno (o de los ministros correspondientes) para tener validez. Aunque el ¨¢mbito de la privacidad del Rey se halla fuera de esa obligada cobertura gubernamental, la actuaci¨®n p¨²blica necesitada de refrendo tambi¨¦n ofrece zonas de indefinici¨®n y l¨ªneas de sombra. La facultad de moderar y de arbitrar el funcionamiento de las instituciones precisa de un ¨¢mbito de ejercicio propio, siempre que la neutralidad institucional delRey situada por encima de los intereses partidistas quede a salvo.
?D¨®nde situar los contactos del Jefe del Estado -oficialmente anunciados desde el palacio de la Zarzuela- con personajes p¨²blicos como los secretarios generales de la UGT y Comisiones Obreras, destacados actores del escenario pol¨ªtico actual? La audiencia dada la semana pasada por el Rey a C¨¢ndido M¨¦ndez e Ignacio Fern¨¢ndez Toxo ha sido interpretada en algunos medios como parte de una estrategia m¨¢s general para forzar el Pacto de Estado frente a un deterioro que no cede a las medidas hasta ahora adoptadas. La pregunta sobre el origen de la iniciativa del Rey s¨®lo puede ser contestada mediante conjeturas: o bien respondi¨® a una decisi¨®n personal plenamente aut¨®noma del Jefe del Estado, o bien fue resultado de una petici¨®n del Gobierno, motivadas en ambos casos por una visi¨®n dada de los intereses generales.
Sea cual sea el resorte ¨²ltimo de sus intervenciones p¨²blicas en favor de los acuerdos pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales, el Rey puede haber sido sensible a las reiteradas exhortaciones a trabajar denodadamente, arrimar el hombro y tirar del carro que la vicepresidenta primera suele dirigir a sus compatriotas (aunque sean estudiantes o no hayan logrado entrar todav¨ªa en el mercado laboral, est¨¦n en el paro o disfruten de la jubilaci¨®n) tras cada Consejo de Ministros. Todo hace prever, sin embargo, que Zapatero invitar¨¢ hoy a Rajoy sin ning¨²n resultado a empujar la furgoneta o cuando menos a no pinchar las ruedas del veh¨ªculo.
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