"Oriente es una cultura de comida; Occidente, de sexo"
China siempre depara sorpresas. ?Un almuerzo entrevista con Da Dong, uno de los chefs m¨¢s renombrados del pa¨ªs y due?o de los restaurantes del mismo nombre? Nada m¨¢s f¨¢cil; al fin y al cabo es un buen conocedor de la cocina de los hermanos Ferran y Albert Adri¨¤, de elBulli, en Roses (Girona), con quienes ha compartido mesa en varias ocasiones. O eso parece en un principio.
La cita es a las 13.30. El lugar: el local que abri¨® en 2009 en la calle Jinbao, el m¨¢s lujoso de los tres que tiene en Pek¨ªn. En el centro del restaurante hay cuatro hornos capaces de asar cada uno a la vez 20 patos laqueados. En las paredes, brillan poemas chinos. Capacidad: 500 comensales. Empleados: 300, de ellos, un centenar en la cocina.
El famoso 'chef' cree que un buen plato recupera la alegr¨ªa de la infancia
Dong Zhenxiang, como se llama realmente, de 48 a?os, extiende la mano y, de inmediato, salta a la vista por qu¨¦ ha adoptado el nombre Da Dong (Gran Dong). Mide 1,92 metros. Tras un recorrido por el local, comienza a contar c¨®mo empez¨® a trabajar en los fogones en 1981. "Tuve mucha suerte, trabaj¨¦ con grandes chefs, de los que aprend¨ª mucho".
Con la experiencia acumulada y la fama labrada al haber ganado varias competiciones en Pek¨ªn y Tokio, en 2002 compr¨® un restaurante del Gobierno. "La gente no busca s¨®lo comer bien, busca una experiencia que vaya m¨¢s all¨¢, algo espiritual", afirma. "Un buen plato debe estar bueno, sorprender y ser divertido. Debe recuperar la diversi¨®n, la alegr¨ªa de la infancia".
Los minutos van pasando y la entrevista no tiene aspecto de convertirse en almuerzo. "Yo tengo mi estilo de sorprender", dice. De repente, hace una se?a a su secretaria y aparece una camarera con una especie de maceta con varias varillas de alambre coronadas por nubes de az¨²car, que esconden un dulce crujiente. Poco despu¨¦s, llega otra con una bola de chocolate con forma de bomba y una bengala encendida. En su interior hay varias bolsitas, que al morderlas estallan, dejando escapar una mousse de chocolate. Interesante, pero parece que este almuerzo ha comenzado por el postre. O, quiz¨¢s, Da Dong ha comido ya.
"Lo m¨¢s importante es la materia prima", prosigue. "En China tenemos un viejo dicho: 'Sin arroz, ni la mejor de las esposas puede cocinar". Y cuando se le comenta que los chinos parecen amar la mesa m¨¢s que Occidente, responde: "La comida y el sexo est¨¢n en la naturaleza del ser humano. Oriente es m¨¢s una cultura de la comida; Occidente es m¨¢s una cultura del sexo".
Da Dong se ofrece para la sesi¨®n de fotos, tras recibir unos toques de maquillaje. Luego nos conduce a una mesa, y pide un abanico de especialidades de la casa. Entre ellas, pepino de mar con salsa de guaba, muy solicitado por los clientes chinos, pero no por los extranjeros, a quienes la forma f¨¢lica de este equinodermo de color oscuro y aspecto de babosa gigante echa para atr¨¢s.
Tras elegir el men¨², Da Dong se retira, deja al visitante en compa?¨ªa de otra de sus asistentes para que saboree su elegante cocina, fusi¨®n china y occidental, y se va a gestionar el negocio.
Familia Dong Pepino de Mar. Pek¨ªn
- Dos men¨²s: tomate con setas crujientes, lonchas de almeja en globo de hielo, tiras de ala de pato picantes, sopa de pasta de gambas, pepino de mar, fideos de langosta con salsa dulce, guisantes y jam¨®n con aceite de oliva, pato de Pek¨ªn, bolitas de manzana fritas con caramelo y fruta variada.
Total: 1.594 yuanes (170 euros).
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