Sobre el juez Garz¨®n
A quienes hemos sufrido cr¨ªmenes de lesa humanidad que han quedado impunes, nos agrede y duele el enjuiciamiento actual contra el juez Baltasar Garz¨®n. En su defensa, el juez ha pedido que se consulte a jueces y juristas de Am¨¦rica Latina. En mi calidad de testigo y, en su momento, parte ofendida en el juicio que consagr¨® la impunidad de los autores intelectuales del asesinato de seis jesuitas en El Salvador y dos de sus trabajadoras, el 16 de noviembre de 1989, quisiera hacer una peque?a relaci¨®n de lo que signific¨® para nosotros la aplicaci¨®n del principio de justicia universal del juez Garz¨®n en el conocido caso del dictador Pinochet.
En primer lugar, nos dio ¨¢nimo y esperanza. El caso Pinochet abri¨® posibilidades in¨¦dit/i> abri¨® posibilidades in¨¦ditas. En El Salvador ten¨ªamos una recomendaci¨®n de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos de la OEA pidiendo al Gobierno de nuestro pa¨ªs que investigara con est¨¢ndares internacionales el caso de los jesuitas en el nivel de la autor¨ªa intelectual, llevara a juicio a sus autores e indemnizara adecuadamente a las v¨ªctimas. El entonces presidente de El Salvador, Francisco Flores, dijo con toda tranquilidad que no iba a seguir las recomendaciones. Las recomendaciones siguen hoy pendientes, pero los dos ¨²ltimos Gobiernos han abierto al menos conversaciones sobre el camino de cumplimiento de las mismas. Para nosotros no hay duda de que los esfuerzos del juez Garz¨®n por aplicar el principio de justicia universal contribuy¨® tanto a darnos fuerza en la defensa de nuestros derechos como a darnos seguridad moral.
Al igual que Pinochet, quienes mataron a los jesuitas y sus dos trabajadoras est¨¢n amnistiados. Y ambos casos se han abierto en Espa?a a pesar de las amnist¨ªas que en sus pa¨ªses los proteg¨ªan. Acusar al juez Garz¨®n de prevaricato porque los cr¨ªmenes de la Guerra Civil que investig¨® est¨¢n amnistiados no deja de escandalizarnos. Supone que las amnist¨ªas espa?olas son m¨¢s respetables que las latinoamericanas. O que los criminales de lesa humanidad espa?oles son m¨¢s dignos del perd¨®n legal que otros criminales del mundo. Para quienes pensamos que la humanidad es una, en esa gran tradici¨®n que abrieron cada cual a su modo Francisco de Vitoria o Bartolom¨¦ de las Casas, perseguir ahora al juez Garz¨®n es enfrentarse a una tradici¨®n, no siempre continuada ni defendida, pero que ennoblece al pensamiento espa?ol.
Si el juez existe para algo es para defender el derecho de la v¨ªctima y no del verdugo. M¨¢s a¨²n, desde el uso del idioma, y m¨¢s all¨¢ de los contenidos de las diversas legislaciones, podr¨ªamos llamar prevaricador a cualquier juez que se implique defendiendo a los verdugos. Y ciertamente no es ¨¦ste el caso de Baltasar Garz¨®n. Lamentar¨ªamos, sin embargo, que fuera ¨¦se el caso de los jueces que en este momento est¨¢n decidiendo sobre el juez Garz¨®n.
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