Mercero de guardia
La vida no s¨®lo te da sorpresas, sino sinsabores y satisfacciones, lo mismo que la profesi¨®n te procura d¨ªas inolvidables, aunque puedan ser por distintos motivos. Esto del deporte, es decir, en Espa?a el f¨²tbol, te deja mucha rutina, mucho personaje vacuo, mucho kleenex, pero algunas satisfacciones para toda la vida. Una de ellas fue la ocurrencia de juntar un d¨ªa, en Madrid, con motivo de un derbi vasco Athletic-Real, a dos tipos singulares: Carmelo Bernaola, rojiblanco, y Antonio Mercero, blanquiazul. El restaurante lo eligi¨® Carmelo, en el Madrid bohemio y teatral, de cuyo nombre no logro acordarme para mi desd¨¦n, porque no he podido repetir, en una callejuela central, donde se com¨ªa como los ¨¢ngeles suponiendo que existan y que adem¨¢s coman. Fueron dos, tres, cuatro horas hablando de f¨²tbol con un gran m¨²sico y un gran director de cine que, sobre todo, demostraban que se puede ser de uno sin estar en contra del otro y que, dijera lo que dijo Bill Shankly, el f¨²tbol no es lo m¨¢s importante del mundo.
A?os despu¨¦s, Carmelo se cans¨® una tarde de estar despierto (gracias V¨ªctor Manuel por la met¨¢fora) y ah¨ª nos quedamos Antonio y yo en nuestras comidas semestrales o anuales o trimestrales, seg¨²n fuera el viaje a Madrid, a degustar un chulet¨®n a cuatro manos mientras habl¨¢bamos de todo menos casi de f¨²tbol. Antonio es un tipo singular, con esa melena blanca, entre bohemia y universitaria, que lleva con humildad haber sido el inventor de tantas cosas. Invent¨® por ejemplo el telefilme, con La cabina, que nadie ha sido capaz de repetir, e invent¨®, por ejemplo, las series de televisi¨®n con Farmacia de guardia. Y ahora resulta que hay canales tem¨¢ticos que viven exclusivamente de las series de televisi¨®n. Y cre¨® Verano azul, otro descubrimiento televisivo. Ya me gustar¨ªa a m¨ª que este pa¨ªs se fijara m¨¢s en Chanquete que en Bel¨¦n Esteban, aunque creo, Antonio, que vamos en minor¨ªa.
Recuerdo que en una de las comidas hablamos de un gui¨®n que le acaba de llegar entonces sobre los ni?os con c¨¢ncer. Despu¨¦s vi Planta cuarta y me di cuenta de lo que Mercero es capaz de hacer con un drama. Capaz de humanizar la desgracia ajena y de hac¨¦rnosla sentir como propia. Y vi La hora de los valientes, y me volv¨ª a dar cuenta de que la crudeza de la guerra civil tiene aristas que s¨®lo alguien sensible puede encontrar (am¨¦n de conceder a Gabino Diego la oportunidad de un personaje sin estridencias). Y hablamos de la persecuci¨®n a la que entonces le somet¨ªa Lina Morgan pidi¨¦ndole una serie a su medida. Y Madrid para m¨ª no existe sin Antonio Mercero. No crean que soy su amigo del alma (?ojal¨¢!), pero yo me siento as¨ª con esos ratos que para m¨ª son vidas. Y vi Y t¨² quien eres, otra humanizaci¨®n del Alzheimer. Algo sab¨ªas, bandido. T¨² eres Antonio, Mercero de guardia. Un donostiarra que humaniza Madrid. Casi nada. Palabra de bilba¨ªno.
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