Mapa de los sonidos de Baltimore
"En Baltimore tenemos todo lo que necesitamos". Al habla, la francesa Victoria Legrand, heredera de una dinast¨ªa art¨ªstica —su padre es pintor y su t¨ªo es Michel Legrand, m¨²sico ganador de tres oscars— . Fue a estudiar a Nueva York y termin¨® formando con el ex carpintero Alex Scally el d¨²o de dream pop Beach House.
Con su debut hom¨®nimo, en 2006, ya dieron que hablar. Pero despegaron con su anterior disco, un Devotion (2008) que, entre teclados vintage, guitarras con delay y mayest¨¢ticas interelay y mayest¨¢ticas interpretaciones vocales de Victoria, les llev¨® de gira por todo el mundo. Teen dream, el reci¨¦n editado tercer disco del d¨²o, recuerda a los vaporosos montajes de David Lynch —"nos encantar¨ªa hacer m¨²sica para sus pel¨ªculas"—, pero tambi¨¦n remueve, sacude, transporta. "Est¨¢ hecho para ser escuchado muy alto o con esos cascos grandes que te cubren la cabeza". Sus letras hablan de momentos muertos, de espacios vac¨ªos y corazones como piedras. M¨²sica de c¨¢mara disfrutable en el sal¨®n de tu casa o en el trayecto del autob¨²s, y que a la postre resulta ser la milagrosa consecuencia sonora del lugar donde fue compuesto: la ciudad de The Wire.
"Es un buen lugar para componer. No es Nueva York o LA, aqu¨ª no hay muchas distracciones"
Si eres de los que leen Pitchfork.com o van al Primavera Sound, seguramente estar¨¢s al tanto de que el electro pop bastardo de Dan Deacon, la masclet¨¢ sonora-adolescente de Ponytail y, sobre todo, la gran vaca sagrada del pop actual, Animal Collective, confluyen en una ciudad llamada Baltimore. "Es un buen lugar para componer, no tiene muchas distracciones, tiene una gran comunidad de m¨²sicos. No es Nueva York o Los ?ngeles, ciudades en las que tienes demasiadas distracciones sociales, eso por no hablar de que no es ni la mitad de cara", sentencia Victoria.
El alquiler fue durante a?os la raz¨®n principal por la que muchos estudiantes gafapastas eligieron el encanto afrancesado de Mount Vernon, el ambiente universitario de Charles Village o el kitsch obrero de Hampden para desarrollar su carrera art¨ªstica en vez de los barrios de moda de las vecinas Washington DC o Filadelfia. Algunos incluso terminaban hartos de Nueva York y se refugiaban en la capital del pastel de cangrejo, como hizo Dan Deacon. Y eso a pesar de ser una ciudad que, con una poblaci¨®n como la de Valencia, tiene una media de 220 homicidios al a?o y casi el 30% de la poblaci¨®n vive bajo el umbral de la pobreza.
Y es que el sonido de Baltimore, antes de Animal Collective, era el de East Baltimore: hip-hop con sabor a crack y pollo frito, popularizado por el dj y productor Diplo. La cara amable, y medi¨¢tica, la dan ahora grupos como Beach House, que han encontrado en el Maryland Institute College of Art (MICA), la sala polivalente de The Forestry o en bares como The Ottobar o el Talking Heads los catalizadores perfectos para hacer de la m¨²sica una forma de vida. Una comunidad de poco m¨¢s de 100 personas que disco a disco hace pensar que, a lo mejor, esta ciudad ser¨¢ la pr¨®xima Portland o la heredera de la reconversi¨®n industrial-musical al m¨¢s puro estilo Manchester. "Musicalmente no nos une ning¨²n estilo o g¨¦nero. Lo que nos une es la energ¨ªa, las ganas de trabajar nuestra m¨²sica y compartirla. Hacer de la m¨²sica arte, y del arte, m¨²sica. En Baltimore, claro". Larga vida a Beach House. En Baltimore, claro.
Teen dream est¨¢ publicado en Nuevos Medios
M¨¢s all¨¢ de 'The Wire' y los cangrejos
Un paseo por una ciudad ¨²nica, contradictoria y fascinante.
En un cementerio de East Baltimore descansa el escritor Edgar Allan Poe, que termin¨® sus d¨ªas alcoholizado en lo que hoy es un gueto de violencia, drogas y pobreza popularizado por la serie The Wire. En otro camposanto, en un tranquilo barrio residencial al norte, lo hace Divine, musa del realizador John Waters. Cerca, varias universidades de ¨¦lite atraen a estudiantes que pagan 30.000 d¨®lares de matr¨ªcula, pero que si cruzan una calle puede que se queden s¨®lo con las Converse puestas. Al sur, el puerto, limpio de puticlubes y yonquis, atrae el turismo regional con el Acuario como reclamo. Pero, como comenta Victoria, "en Baltimore hay que escarbar, caminar y arriesgar. Si te quedas en el puerto o con la violencia, te pierdes lo mejor". Bordeando el puerto y los rascacielos se llega al American Visionary Art Museum. Un museo de arte en el que la ¨²nica regla es no ser a-r-t-i-s-t-a. Enfermos mentales, ni?os, amas de casa o carpinteros exponen en un espacio que abraza el arte diferente. De ah¨ª, si coges un barco que atraviesa la contaminada bah¨ªa, llegas a Fells Point, donde est¨¢n las oficinas de la polic¨ªa en la serie Homicidio, las mejores tiendas de m¨²sica y la sala de cine porno, a¨²n en funcionamiento, en la que John Waters secuestr¨® a Melanie Griffith en Cecil B. Demented. Y es que Waters es puro Baltimore. Aunque el director posee apartamentos en Nueva York y San Francisco, todav¨ªa es posible encontrarle en su ciudad natal. Concretamente, por el m¨ªtico cine Charles Theater, que a¨²n proyecta los anuncios que rod¨® hace 20 a?os, o en el Rendez Vous Lounge, un infecto bar frecuentado por traficantes de crack en modo descanso, estudiantes del MICA y profesores de la Universidad Johns Hopkins. Sin embargo, el barrio que mejor resume el esp¨ªritu de este irreverente realizador es Hampden (en la imagen). Flamencos rosas en el porche, artistillas a tiempo parcial y modernos con prole... En 31st, su calle principal, lo encontrar¨¢s todo para tu revival Waters: tiendas vintage, concursos de peinados colmena y una de las instituciones de la ciudad, la librer¨ªa Atomic Books. "Ah, y no olvides comer cangrejo", recomienda Victoria.
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