Vote lo que digo, no lo que pienso
Las indiscreciones a micr¨®fono abierto de los pol¨ªticos revelan en ocasiones la falsedad del discurso de los partidos, pero apenas generan reproche social
"Una conversaci¨®n privada refleja la autenticidad de los sentimientos". Esta frase es de Alberto Ruiz-Gallard¨®n, alcalde de Madrid. Se refiere a una "conversaci¨®n privada" de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, con el vicepresidente, Ignacio Gonz¨¢lez, que capt¨® un micr¨®fono abierto sin que la presidenta supiera que la estaban escuchando. Como ya sabe toda Espa?a a estas alturas, los sentimientos aut¨¦nticos de Aguirre revelados en esa conversaci¨®n son que se alegra de haber quitado un puesto en la c¨²pula de Caja Madrid a su propio partido y que se alegra tambi¨¦n de que eso haya perjudicado a un "hijoputa" del PP.
Gallard¨®n, que se declar¨® ofendido por estas palabras, dirigidas a ¨¦l o a alguien muy cercano a ¨¦l, concedi¨® a la presidenta que "es verdad que una conversaci¨®n privada es muy dif¨ªcil someterla despu¨¦s a un juicio de reproche disciplinario o pol¨ªtico como si fueran unas declaraciones ante la prensa". Pero vamos a hacerlo.
El relato de hechos sobre Caja Madrid no tiene nada que ver con el consenso
En cualquier di¨¢logo privado se peca de incorrecto, dice un asesor del PP
Los cuadros medios evitan expresar discrepancias en sus partidos
El l¨ªmite de la obediencia est¨¢ en la conciencia, dice una experta
En nombre de la disciplina, las ideas se han sustituido por argumentarios
La ausencia de listas abiertas hace que prime lo que dice la organizaci¨®n
"Todos los partidos se han hecho leninistas", bromea Juan Jos¨¦ Laborda
El PP vasco mostr¨® que las disensiones pueden ser p¨²blicas y respetuosas
La conversaci¨®n de Aguirre revela dos cosas que el ciudadano no conoc¨ªa. Primero, el lenguaje que utiliza en privado una dirigente que presume de llaneza y cercan¨ªa al pueblo. No se pod¨ªa ni imaginar el pueblo lo llana y cercana que era. Y segundo, un relato de hechos de la renovaci¨®n de cargos en Caja Madrid que no tiene nada que ver con la historia de consenso y normalidad que han intentado vender (sin ¨¦xito) los implicados.
Este ha sido uno de los ejemplos m¨¢s impactantes de la "autenticidad de los sentimientos" de los pol¨ªticos que normalmente se ocultan al ciudadano. De pronto, un micr¨®fono indiscreto revela una distancia insospechada entre el discurso p¨²blico del pol¨ªtico y sus pensamientos m¨¢s ¨ªntimos. Gracias a micr¨®fonos abiertos el ciudadano se entera, por ejemplo, de que Jos¨¦ Bono piensa que Tony Blair es gilipollas. O que el presidente del Gobierno no sab¨ªa mucho de econom¨ªa cuando se present¨® a las elecciones y hubo que explic¨¢rselo "en dos tardes". O que en el Gobierno ve¨ªan imposible que "un charnego" como Jos¨¦ Montilla pudiera ser presidente de Catalu?a. ?Hace falta un accidente para o¨ªr lo que los pol¨ªticos piensan de verdad? ?Es tan dif¨ªcil ser m¨¢s claro con el ciudadano?
En el caso de Aguirre, est¨¢ claro que no le conviene que el p¨²blico sepa que le sale del alma llamar "hijoputa" a un compa?ero de partido. Tampoco le conviene al ex presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar que todo el mundo vea que, cuando le critican por apoyar la guerra de Irak, lo que le pide el cuerpo es hacer un gesto tan obsceno que a un futbolista le costar¨ªa la expulsi¨®n y una buena sanci¨®n.
Jorge R¨¢bago, experto en comunicaci¨®n pol¨ªtica internacional que trabaja para el PP, opina que no se puede hablar de "hipocres¨ªa". "Todos en nuestras conversaciones cotidianas pecamos de incorrecci¨®n. Me pregunto qu¨¦ comentarios puede hacer un empleado sobre su jefe en una conversaci¨®n con sus iguales. ?Eso es hipocres¨ªa? No". "Ser¨ªa c¨ªnico si todo el d¨ªa estuviera diciendo en p¨²blico que adora a su jefe".
En el caso de Aguirre, "es evidente que Gallard¨®n no es amigo de Esperanza", a?ade R¨¢bago. "?Quiere decir que se odian a muerte? Evidentemente, no. Las conversaciones privadas en tono coloquial no aguantan ninguna cr¨ªtica".
Pero, palabras gruesas aparte, el contenido pol¨ªtico de la conversaci¨®n sugiere otra pregunta, ?c¨®mo se puede mantener el tipo en p¨²blico, cuando la distancia con los sentimientos es tan grande? ?No hay un l¨ªmite para el parip¨¦?
Sin centrarse en Aguirre, hay imposturas menos espectaculares que est¨¢n en el d¨ªa a d¨ªa sin llamar tanto la atenci¨®n. Por ejemplo, las m¨ªnimas discrepancias p¨²blicas en el PSOE sobre el repentino planteamiento del Gobierno de tocar el sistema de las pensiones. Casi todos sus cuadros medios est¨¢n dispuestos a asegurar que conoc¨ªan la estrategia desde hace tres meses y que no hay cambio de rumbo ni improvisaci¨®n. O el hecho de que nadie en el PP se atreva a expresar p¨²blicamente la sospecha (casi un clamor) de que su tesorero, como m¨ªnimo, les ha estafado. El respeto, la lealtad y la disciplina son necesarios en un partido, pero ?hace falta llevarlo hasta el rid¨ªculo?
"El respeto, siempre", contesta Itziar Garc¨ªa, experta en comunicaci¨®n pol¨ªtica vinculada al PNV. "La lealtad y la disciplina, no. Deben mantenerse hasta que chocan con tus valores morales". Garc¨ªa se refiere a temas graves, como que el partido al que perteneces apoye una guerra. "En temas m¨¢s triviales, considero imprescindible ser leal y disciplinado. Nadie obliga a un pol¨ªtico a afiliarse". En todo caso, para Garc¨ªa "el l¨ªmite se encuentra en la honestidad y la decencia de cada pol¨ªtico, en la conciencia individual".
S¨®lo gracias a estos despistes, la campa?a de las Generales de 2008 fue una de las m¨¢s transparentes y honestas con el ciudadano. El presidente del Gobierno revel¨® la clave de la estrategia socialista en la cola de un v¨ªdeo de una entrevista televisiva con aquello de "nos conviene que haya tensi¨®n". Se refer¨ªa a que favorec¨ªa al PSOE que hubiera ciertas dudas sobre su victoria, para movilizar al m¨¢ximo a sus votantes. Pero el PP tambi¨¦n revel¨® el coraz¨®n de su campa?a en un desliz de su estratega, Gabriel Elorriaga, que confes¨® a un periodista del Financial Times que toda su estrategia consist¨ªa en sembrar dudas sobre el Gobierno. El PP tuvo que desmentirlo r¨¢pidamente.
Para Itziar Garc¨ªa, uno de los aspectos m¨¢s sorprendentes es la ausencia de reproche social cuando los despistes permiten conocer estas imposturas. "Siendo verdad que la valoraci¨®n de los pol¨ªticos es la m¨¢s baja de los ¨²ltimos tiempos, la sociedad no reprueba a los dirigentes por sus actuaciones". Para Garc¨ªa, "la brecha entre sociedad civil y poderes p¨²blicos es tal que ambos siguen caminos paralelos, no se cruzan. Como consecuencia, lo que diga un pol¨ªtico, aunque sea lo contrario de lo que ha dicho hace un mes, s¨®lo ser¨¢ enjuiciado como un chascarrillo m¨¢s". Lo que s¨ª tiene consecuencias es la acumulaci¨®n de esas an¨¦cdotas. Para Mar¨ªa Jos¨¦ Canel, presidenta de la Asociaci¨®n de Comunicaci¨®n Pol¨ªtica, "el 'mandahuevos' de Trillo, el 'co?azo de discurso' de Aznar, el 'nos conviene que haya tensi¨®n' de Zapatero o el 'hijoputa' de Aguirre, para bien y para mal, acu?an en los ciudadanos unas im¨¢genes espec¨ªficas sobre los pol¨ªticos". S¨®lo se da un rechazo social cuando hay una "acumulaci¨®n de im¨¢genes negativas que producen esos deslices".
Daniel Ure?a, socio del grupo de asesor¨ªa pol¨ªtica MAS Consulting recuerda que es un factor muy importante la ausencia de listas abiertas para que el mensaje del partido prevalezca sobre opiniones personales. Pero tambi¨¦n apunta q ue "esta cohesi¨®n del mensaje de partido est¨¢ interiorizada por los medios de comunicaci¨®n espa?oles, que convierten en noticia cualquier ruptura del mensaje". Por ejemplo, las recientes opiniones de Ernest Maragall sobre la "fatiga" del Gobierno catal¨¢n (del que forma parte). Se ha montado tal revuelo que Maragall ha tenido que echarse atr¨¢s. ?Se ten¨ªa que haber callado si le preguntan en una entrevista?
"Es muy dif¨ªcil saber d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite", admite Ure?a, "pero entiendo que cada pol¨ªtico lo debe poner en su caso particular". Pero aporta un dato importante: "est¨¢ claro que la transparencia es siempre bien recibida por la opini¨®n p¨²blica".
El pol¨ªtico al que pillan diciendo en privado lo contrario de su discurso p¨²blico no gana puntos ante sus jefes por disciplinado. Y adem¨¢s, el ciudadano le reprochar¨¢ su falsedad. Entonces, ?por qu¨¦ es tan dif¨ªcil o¨ªr opiniones personales de pol¨ªticos bien preparados sobre temas en que las controversias son obvias?
Los asesores pol¨ªticos consultados coinciden en poner las culpas en un juego pol¨ªtico que se ceba en las discrepancias. Los medios de comunicaci¨®n, afirman, destacan esas discrepancias de forma que acaba siendo un arma para el adversario pol¨ªtico. Incluso con contradicciones internas, como acusa Jorge R¨¢bago: "Al titular con las discrepancias, el periodista asume que en los partidos todos deben tener la misma opini¨®n, pero a la vez lo critica". "El juego es perverso. Si la discrepancia se va a utilizar de esa manera, pues no se expresa", dice R¨¢bago. Es m¨¢s, "como asesor mantendr¨¦ siempre que no se rompa, con salidas de tono, una estrategia de comunicaci¨®n que cuesta mucho elaborar. Esto no est¨¢ re?ido con la autenticidad de las personas".
Pero esa tensi¨®n que impide que haya m¨¢s naturalidad en la pol¨ªtica no la provoca s¨®lo la presi¨®n medi¨¢tica. Un pol¨ªtico al que siempre ha irritado el control de las c¨²pulas de los partidos sobre las instituciones es Juan Jos¨¦ Laborda, ex presidente del Senado y de los socialistas de Castilla y Le¨®n. A Laborda, hoy miembro del Consejo de Estado, no era raro leerle cr¨ªticas razonadas a su partido en art¨ªculos de prensa, y aun as¨ª pocos socialistas gozan de mayor respeto, propio y ajeno. Laborda opina que "hoy todos los partidos son leninistas, de izquierdas y de derechas". Se refiere a que en los partidos "una ¨¦lite o vanguardia decide el bien y el mal, la verdad cient¨ªfica, y transmite hacia abajo las ¨®rdenes. Es terrible, porque un partido debe ser reflejo de la sociedad. No es una secta. No debe negar el pluralismo, sino acogerlo. Cerrar la boca a los partidos es cerrar la boca a la sociedad".
Llevado al caso inicial de Esperanza Aguirre, el consejero de Estado opina que "si Aguirre tiene una discrepancia con Gallard¨®n lo l¨®gico es que los ciudadanos se enteren a trav¨¦s de una comparecencia p¨²blica razonada y respetuosa". No escuchando un "hijoputa" en una conversaci¨®n robada.
Pero en Espa?a esto es una quimera porque, seg¨²n Laborda, "se ha introducido la noci¨®n de enemigo en la pol¨ªtica espa?ola", algo que considera antidemocr¨¢tico, porque plantea la pol¨ªtica como una guerra, y como tal, "justifica la mentira". "Si prima el concepto de enemigo no hay debate interno, prima la disciplina". En esa disciplina, "las ideas se han sustituido por argumentarios", los papeles diarios que las c¨²pulas de los partidos env¨ªan a todos sus cargos p¨²blicos para que sepan lo que tienen que decir sobre cualquier tema de actualidad. En ese contexto, "en el momento que aparece una cosa en un micr¨®fono abierto, algo que debe ser normal, la discrepancia, parece que rasga al partido".
Ese funcionamiento "leninista" de los partidos impide que pol¨ªticos con gran preparaci¨®n intelectual expresen sus ideas con naturalidad, sin participar de una funci¨®n de teatro cuyo gui¨®n son los argumentarios. Buscando ejemplos de discrepancias razonadas, respetuosas y p¨²blicas, la m¨¢s cercana es la aprobaci¨®n del llamado blindaje del concierto econ¨®mico vasco. El l¨ªder del PP vasco, Antonio Basagoiti, es un entusiasta de esta medida y lo ha proclamado p¨²blicamente. Cuando la direcci¨®n nacional de su partido decidi¨® que se opondr¨ªa al blindaje en las Cortes, Basagoiti no rectific¨® un ¨¢pice, se mostr¨® seguro de poder convencer a su partido y sigui¨® defendiendo su postura. No les convenci¨®, pero tampoco asumi¨® las tesis de su partido. Los parlamentarios vascos se ausentaron en la votaci¨®n. Un parlamentario riojano del PSOE, por razones opuestas, tambi¨¦n. Nadie se lo ha reprochado. Es una situaci¨®n de discrepancia pol¨ªtica interna de lo m¨¢s civilizada que se ha visto.
?Cabe alguna duda de que es mejor eso, m¨¢s honesto con el ciudadano, que ir por los pasillos diciendo que no est¨¢s de acuerdo con tu partido? ?O que un d¨ªa te pille una c¨¢mara quej¨¢ndote de lo que te han hecho votar?
Pero por muy razonada y respetuosa que sea la discrepancia, la disciplina de los partidos puede ser brutal. En marzo de 2007 se tramitaba la llamada Ley de Transexuales, a la que el PP se opuso desde el principio. Cuando lleg¨® al Senado, el PP le encarg¨® la ley a Evaristo Nogueira, senador por Galicia y decano del Colegio de Abogados de Santiago de Compostela. Se apasion¨® con el tema, se reuni¨® con colectivos de transexuales y, al final, decidi¨® que sus reivindicaciones eran jur¨ªdicamente de lo m¨¢s razonable y no afectaban a ning¨²n otro inter¨¦s.
Nogueira expres¨® su opini¨®n donde ten¨ªa que hacerlo, dentro del grupo del PP. Con argumentos, convenci¨® a sus compa?eros de la C¨¢mara alta de que deb¨ªan votar a favor de la ley. As¨ª lo hicieron. Pero cuando la ley volvi¨® al Congreso, Eduardo Zaplana impuso la tesis inicial, hizo que el PP votara en contra y despreci¨® el trabajo de Nogueira. El senador no volvi¨® a hacer nada. Al acabar la legislatura, abandon¨® la pol¨ªtica y regres¨® a la abogac¨ªa en Santiago. Es la clase de ejemplo que revela por qu¨¦ a veces en pol¨ªtica es mejor seguir al reba?o y no pensar en voz alta.
"El ciudadano valora que reconozcas los errores", dice hoy Nogueira. Lo dice especialmente por esas situaciones en las que un pol¨ªtico no reconoce cosas que en la calle son obvias. "Por ejemplo, que el Gobierno no reconozca la gravedad de la crisis", apunta Nogueira. "Pero tambi¨¦n que el PP no reconozca que en la G¨¹rtel hay algo que se ha hecho mal y que hay que arreglar". El ciudadano, dice Nogueira, "agradece los gestos de sinceridad, no negar la mayor. Ya llevamos unos a?os en democracia y al ciudadano ya no le cuelas todo". La experiencia de discrepar dej¨® a Nogueira completamente desencantado. Pero no lo juzga. "Eso es la pol¨ªtica, ah¨ª est¨¢, para el que le guste".
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