Los Medici de la era audiovisual
Un matrimonio de empresarios, premio Arco 2010 al coleccionismo de videoarte, muestra c¨®mo es convivir con casi 300 filmes en su piso - La feria inaugura un apartado sobre este tipo de creaci¨®n
En una casa corriente, la presencia del arte se reduce a un cuadro colgado de una punta clavada en la pared, tanto si es una imagen de Jesucristo, si hay fe en el domicilio, como si es el p¨®ster enmarcado de el Guernica que uno compr¨® de paso por el Reina Sof¨ªa. Hasta puede ocurrir que se tenga suficiente dinero para adquirir piezas originales de artistas c¨¦lebres; ahora bien, como los anteriores: con su marco y su alcayata de soporte. Muy distinto e inusual es el caso de Emilio Pi y Helena Fernandino, que en vez de colgar cuadros en el sal¨®n de su casa, proyectan luz con contenidos de lujo sobre las paredes.
Son un matrimonio de empresarios pamplonicas, afincados en Madrid desde hace a?os, y poseen una colecci¨®n de videoarte que Arco ha reconocido como la mejor de Espa?a en 2010. Fernandino y Pi elaboran personalmente su selecci¨®n desde inicios de los noventa, cuando su inter¨¦s por el arte contempor¨¢neo lig¨® con la expansi¨®n del v¨ªdeo como medio art¨ªstico.
La pareja posee 90 copias ¨²nicas de grabaciones art¨ªsticas
"No es f¨¢cil convivir con un v¨ªdeo de Tony Oursler", afirma Emilio Pi
Algunas pel¨ªculas est¨¢n siempre encendidas, como pinturas m¨®viles
Los coleccionistas pagan fortunas por piezas que podr¨ªan acabar en You Tube
Cada uno se enganch¨® a su manera a este sofisticado hobby. "Ella hab¨ªa trabajado 15 a?os en Par¨ªs y all¨ª entr¨® en contacto con el mundo del arte; descubr¨ª mi afici¨®n en 1972 con los Encuentros de Pamplona [la primera feria internacional de arte experimental que hubo en Espa?a]
", cuenta Emilio Pi. "Era un chico de 18 a?os de una ciudad de provincias, y lo que vi me cre¨® un shock tan grande que dej¨¦ de estudiar el examen de acceso a Arquitectura que estaba preparando".
Pi acab¨® licenci¨¢ndose en Derecho y rodeado de obras conceptuales de videoarte en el sal¨®n de su casa.
Esta edici¨®n de la feria es la primera en la que hay un espacio dedicado s¨®lo a esta clase de obras, Cinema Loop, que incluy¨® esta semana una conferencia sobre el auge y los problemas de propiedad de la compra de piezas audiovisuales, realizadas en DVD o, trat¨¢ndose de v¨ªdeos de hace m¨¢s de una d¨¦cada, transferidas de VHS u otro formato al medio digital.
?C¨®mo se sentir¨ªa si tuviese un Ferrari en el que se sentasen a manosear el volante 10.000 personas al d¨ªa? Algo as¨ª le preocupa a los coleccionistas de videoarte, obras que pueden valer entre 8.000 y 100.000 euros, cuando piensan en la posibilidad de que sus grabaciones aparezcan un d¨ªa copiadas en YouTube junto a la ¨²ltima toma de las correr¨ªas de Bel¨¦n Esteban.
Emilio Pi no teme a la pirater¨ªa digital y apuesta por abandonar la perspectiva tradicional del comprador de arte. "Tenemos que dejar atr¨¢s la idea del coleccionismo del siglo XIX, del objeto material que es mi propiedad, un cuadro o una escultura, y que es ¨²nico. La era de la copia es un reto para el coleccionista. Quiz¨¢s tengamos que cambiar el chip de la posesi¨®n y comprar con otra motivaci¨®n, como ser el mecenas de un artista".
Con todo, reconoce que el peligro del pirateo de obras audiovisuales todav¨ªa es una suposici¨®n. Todos los tesoros que ¨¦l y su esposa Helena tienen en su apartamento, por lo general, son piezas de las que s¨®lo tienen copia un museo y alg¨²n otro coleccionista perdido por los cen¨¢culos burgueses del mundo del arte.
El matrimonio Pi-Fernandino guarda su colecci¨®n en su casa de Madrid, un piso c¨¦ntrico de 250 metros cuadrados. Tiene las paredes pintadas de rojo oscuro y una distribuci¨®n asim¨¦trica, con mucha m¨¢s profundidad que anchura, que contrasta con el eficaz orden dom¨¦stico de sus inquilinos. Son detalles que nos permiten distinguir que no estamos en una galer¨ªa de arte contempor¨¢neo. "Esto es nuestra casa", afirma Pi. "No un museo".
Y no ser¨¢ por la calidad de sus piezas. En la esquina del sal¨®n que habitualmente reservamos a un jarr¨®n con flores o a la mesilla de fotos de familia, esta pareja tiene una obra del catal¨¢n Antoni Muntadas, Portrait (1995), una televisi¨®n donde se ve el torso de un hombre, de corbata de flores y americana de cuadros, con sus manos en primer plano movi¨¦ndose como cuando se explica algo con tino y seguridad. "Tiene sonido. Es el discurso de un pol¨ªtico, pero no dice nada importante y preferimos que este as¨ª, en silencio, igual que un cuadro en movimiento", dice Pi.
Si nos movemos a la siguiente estancia, separada s¨®lo por un tabique, encontramos un mueble-bar con sorpresa; la pista, un inopinado objeto blanco que est¨¢ enfrente, de un metro de altura y con forma de donut.
Se resuelve el misterio cuando del caj¨®n inferior del mueble, en lugar de salir una nevera con cubos de hielo, como se espera de un armarito de post¨ªn, sale un proyector de v¨ªdeo que alumbra el donut antedicho con una obra de arte de uno de los artistas estadounidenses m¨¢s importantes de las ¨²ltimas d¨¦cadas. ?l se llama Tony Oursler y la pieza, Sacc (2004). Al contrario del v¨ªdeo de Muntadas, que est¨¢ encendido constantemente ("menos cuando salimos de fin de semana", concede Pi), este otro objeto s¨®lo lo encienden para las visitas. "Es complicado convivir con ¨¦l", sopesa el coleccionista. "De hecho, el propio Oursler nos pregunt¨® una vez qu¨¦ tal lo llev¨¢bamos".
Para explicar los reparos que causa Sacc, valga la descripci¨®n que hace de ¨¦l su creador en un cat¨¢logo: "Tal vez vino del espacio exterior o de un experimento cient¨ªfico fracasado. Cuando lo ves, tu reacci¨®n visceral es: quieres que se vaya, quieres que muera". Sacc es la imagen de dos ojos y una boca carnosa comprimida sobre un ¨®valo de fibra de vidrio. Repite sin cesar, en ingl¨¦s, un texto sin quicio: Juego de poder, vete, bocazas, ve hacia el sur./ Copia cuerpo, copia mente, c¨¢scara atr¨¢s./ Bueno con los n¨²meros, arr¨¦glame la cara./ Quiero ayudarte... az¨²car.
Si bien es la m¨¢s desagradable, quiz¨¢ esta pieza de Tony Oursler sea la m¨¢s valiosa de la colecci¨®n Pi-Fernandino. La ¨²nica copia que hay en el mundo es la que sale del caj¨®n de debajo de las botellas de whisky y ron caribe?o. Aunque, bien visto, si se pasa a la siguiente sala, puede que esta obra s¨®lo sea la segunda m¨¢s desagradable.
Sergio Prego, Home (2004). Emilio Pi aprieta el bot¨®n de un mando y del techo del tercer espacio bajan un proyector, al abrirse una trampilla, y una tela de proyecci¨®n de dos por dos. Se hace la luz y aparece el autor del v¨ªdeo, un vasco de San Sebasti¨¢n, en su piso de Brooklyn, vomitando en una imagen semicongelada, que no permite que el l¨ªquido deje nunca su boca pero s¨ª que se mueva de adelante a atr¨¢s y que cambie de forma. "S¨ª, una pieza fant¨¢stica", se alegra Emilio Pi.
En la sala del comedor no hay alien¨ªgenas ni v¨®mitos rebobinados. Como lugar de relajo, Helena Fernandino y Emilio Pi la han acondicionado con una obra sosegada. De videoarte, claro. Es otra de las que mantienen siempre encendidas. Rain (2001), de Fiona Tan. Dos monitores en los que se ve en distintos momentos del metraje una grabaci¨®n id¨¦ntica: dos cubos azules en los que cae el agua de un chaparr¨®n. Se oyen los golpetazos de la lluvia fuerte contra el suelo y los goteos met¨¢licos que se vuelcan desde un tejado en los recipientes.
La obra de Tan ilustra otro aspecto del uso dom¨¦stico del videoarte: la preocupaci¨®n de los artistas por c¨®mo se instalan sus creaciones. "Fiona Tan nos mand¨® desde Londres un tocho de documentaci¨®n con instrucciones de montaje muy precisas. Tambi¨¦n envi¨® los monitores... y hasta los tornillos para fijarlos", detalla Pi. En tal situaci¨®n, como explica el coleccionista, una empresa especializada se encarga de ejecutar las mani¨¢ticas reglas de los autores.
Desde que empez¨® a coleccionar obras audiovisuales hace dos d¨¦cadas, este matrimonio ha aunado 90 piezas ¨²nicas (esto es, que s¨®lo tienen muy contados coleccionistas o instituciones) y 200 de edici¨®n limitada (una o varias decenas de copias en circulaci¨®n). Sus obras est¨¢n grabadas, seg¨²n su antig¨¹edad, en Super-8, Beta, VHS (formato de las obras clave de la corta historia del videoarte) y DVD. La era digital ha convertido algunas de ellas en antiguallas, al desaparecer los aparatos que las reproduc¨ªan. "En verdad", reconoce Pi, "tengo v¨ªdeos que no he visto en el formato en que los compr¨¦, sino en DVD".
?Qu¨¦ hacen con esas grabaciones condenadas por el progreso inform¨¢tico? Las conservan en armarios ign¨ªfugos a temperatura adecuada y con un seguro firmado. Y es que en estos trastos hay un detalle que activa su valor: una firma original en la car¨¢tula. El mismo detalle que hace que un picasso sea un Picasso y una vieja cinta de VHS una exclusiva obra de arte.
M¨¢s informaci¨®n en la p¨¢gina 49
El v¨ªdeo se independiza
Desde que comenz¨® la feria madrile?a de arte contempor¨¢neo Arco, en 1981, ¨¦sta es la primera edici¨®n con un apartado espec¨ªfico para obras audiovisuales, un medio art¨ªstico que surgi¨® en los a?os sesenta, se expandi¨® en los noventa y actualmente es parte corriente de los programas de los museos de arte contempor¨¢neo.
"Antes en Arco se mezclaba el v¨ªdeo con nuevas tecnolog¨ªas; al fin hay un espacio exclusivo para exponer en condiciones piezas audiovisuales", afirma Carolina Grau, que ha dirigido con Paul Young, un comisario de Los ?ngeles, la nueva secci¨®n de la feria, Cinema Loop, que cuenta con la colaboraci¨®n de LOOP, la Feria y Festival Internacional de Videoarte de Barcelona. La muestra se puede ver en el pabell¨®n 10 de Ifema y termina hoy, como el resto de la feria, a las ocho de la tarde. La forman 14 obras de autores extranjeros.
Rebecca Men¨¦ndez, artista afincada en Los ?ngeles, expone At any Given Moment, Rivers and Fall (2009), un v¨ªdeo de 15 minutos que se abre con un flujo sucio de agua que corre a borbotones y acaba con la imagen de una catarata. La obra Studio Visit (2004), de Joe Sola, tambi¨¦n residente en Los ?ngeles, limita con la comedia: el creador ense?a su estudio a una serie de visitantes y finalmente, despu¨¦s de explicarles que hace una s¨ªntesis arriesgada de arquitectura y body-art, acaba tir¨¢ndose por la ventana. La artista israel¨ª Yael Bartana, en Mur I Wieza (2009), trenza imagen y pol¨ªtica en un film de an¨¢lisis cr¨ªtico de la propaganda pol¨ªtica sionista. Otra de las piezas es la firmada por Qiu Anxiong, The Temptation of the Land, sobre el desarraigo de la sociedad china.
El apartado de la feria Cinema Loop consta de seis habit¨¢culos de proyecci¨®n individuales para que los espectadores puedan ver las obras, una sala donde se encadena en la pared durante 58 minutos una serie de v¨ªdeos distintos, y tres espacios para instalaciones audiovisuales, con m¨¢s elementos art¨ªsticos que la imagen.
"?ste es un primer paso para que las galer¨ªas participantes en la feria se atrevan a venir a Arco con trabajos de videoarte. En Espa?a todav¨ªa se compra m¨¢s pintura; en el extranjero, sin embargo, hay galer¨ªas que arriesgan y dedican todo su espacio de exposici¨®n a una obra de v¨ªdeo de un artista", explic¨® Grau.
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