La conexi¨®n central transpirenaica y la modernizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola
Las medidas para la salida de la crisis tienen que venir acompa?adas de medidas para impulsar la modernizaci¨®n de la econom¨ªa. Sin este maridaje, la econom¨ªa espa?ola no podr¨¢ crecer en lo sucesivo a un ritmo potencial tan elevado como el de la ¨²ltima expansi¨®n, pues los sectores en los que se bas¨® aqu¨¦lla no volver¨¢n a disfrutar del dinamismo pasado durante muchos a?os. Esta modernizaci¨®n requiere transiciones productivas relevantes, de car¨¢cter sectorial, hacia nuevos sectores o hacia una mayor productividad de los sectores existentes. Pero tambi¨¦n requiere una importante actualizaci¨®n de los factores transversales en los que se basa la productividad y la competitividad de las empresas, como son la formaci¨®n, el I+D+i y las infraestructuras.
Espa?a necesita cr¨ªticamente conexiones transfronterizas eficientes con sus vecinos
Centr¨¦monos en las infraestructuras ampliando el foco m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras. La construcci¨®n de Europa en el plano del gran mercado ¨²nico, aunque ello pueda pasar desapercibido en las agendas dom¨¦sticas de los Estados miembros, requiere una articulaci¨®n avanzada en las conexiones entre ¨¦stos. Conexiones avanzadas en materia de energ¨ªa, transportes de todo tipo y telecomunicaciones. Conexiones f¨ªsicas y l¨®gicas, es decir, adem¨¢s de las plataformas materiales de dichas conexiones, los protocolos de gesti¨®n, interoperabilidad e intermodalidad que determinan el uso eficiente y productivo de las mismas en el contexto exigente del Siglo XXI.
Los intereses dom¨¦sticos suelen postergar la realizaci¨®n de infraestructuras transfronterizas, pero ello es un error. En la actualidad, la cadena log¨ªstica de las actividades productivas, independientemente de d¨®nde ¨¦stas se ubiquen, es global. La fortaleza de una cadena de transportes que quiera tener alcance global est¨¢ restringida por su eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil, en muchas ocasiones, incluso, inexistente. No deber¨ªa plantearnos ning¨²n g¨¦nero de dudas la extensi¨®n de las conexiones transfronterizas si con ello extendemos el alcance de nuestros sectores productivos y log¨ªsticos.
Para Espa?a (y Portugal) resultan b¨¢sicas las conexiones a trav¨¦s de Francia con el resto del continente, sirviendo de enlace -tanto de entrada, como de salida- para las relaciones comerciales con mercados emergentes del norte de ?frica y Latinoam¨¦rica. No conviene olvidar que entre los treinta grandes proyectos de infraestructuras europeas, cuatro est¨¢n localizados en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica y su objetivo es vertebrar las comunicaciones de pasajeros y mercanc¨ªas desde el sur hacia el norte de Europa, y viceversa.
En este contexto, nadie duda de que Espa?a necesita cr¨ªticamente conexiones transfronterizas eficientes con el norte de ?frica, Portugal y Francia. El potencial de codesarrollo a ambos lados de estas tres fronteras es muy importante y algunas de las conexiones que actualmente existen se encuentran congestionadas o lo estar¨¢n crecientemente en el futuro pr¨®ximo, adem¨¢s de que no se ajustan f¨ªsicamente a los desarrollos que se han dado en comarcas enteras situadas en, o fuera de, su trayectoria en los ¨²ltimos a?os.
Podr¨ªa parecer que los dif¨ªciles momentos actuales no son los m¨¢s oportunos para acometer obras de esta envergadura. Nada m¨¢s alejado de la realidad. Como coment¨¢bamos anteriormente, el vertiginoso deterioro de la demanda privada (consumo e inversi¨®n) se ha traducido en ca¨ªdas de la producci¨®n y el empleo que amenazan a la econom¨ªa espa?ola e imponen un severo castigo a los hogares. M¨¢s all¨¢ de los est¨ªmulos a la demanda, y su capilarizaci¨®n a los tejidos productivos locales, que implican este tipo de actuaciones, las conexiones transfronterizas articulan un amplio espacio transeuropeo y tienen repercusiones sist¨¦micas sobre la red log¨ªstica en toda la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Siendo una idea generalmente compartida que Espa?a podr¨ªa aprovechar de manera mucho m¨¢s eficaz las ventajas de su posicionamiento geogr¨¢fico como eje y nodo de flujos comerciales intercontinentales, la realidad es que hasta ahora no ha sido capaz de capitalizar estas oportunidades, que tradicionalmente se han desplazado a los puertos atl¨¢nticos del norte de Europa como consecuencia, entre otras razones, de unas infraestructuras log¨ªsticas m¨¢s competitivas en aquellas latitudes.
Recientemente, los gobiernos franc¨¦s y espa?ol han dado un fuerte impulso institucional a uno de estos proyectos, la Traves¨ªa Central del Pirineo (TCP), mediante la constituci¨®n de una Agrupaci¨®n Europea de Inter¨¦s Econ¨®mico, entidad que llevar¨¢ a cabo los estudios necesarios para definir la conexi¨®n y su mecanismo de construcci¨®n y financiaci¨®n.
El eje ferroviario Sines/Algeciras-Madrid-Zaragoza-Par¨ªs, que conforma el proyecto prioritario n¨²mero 16 de la Red Transeuropea de Transporte, decisivamente reforzado mediante el proyecto TCP, tiene un inter¨¦s estrat¨¦gico desde el punto de vista econ¨®mico y ambiental, tanto para Francia como para toda la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, no s¨®lo porque implica romper con el tradicional obst¨¢culo que supone la barrera f¨ªsica de los Pirineos, sino porque conlleva un cambio esencial en la pol¨ªtica de transporte ferroviario por mercanc¨ªas en nuestro pa¨ªs. Estar¨ªamos adem¨¢s halando de uno de los m¨¢s importantes proyectos de inversi¨®n a escala espa?ola y europea en los pr¨®ximos a?os.
Por dicha raz¨®n, su inter¨¦s no ha pasado desapercibido a las empresas especializadas en obra p¨²blica y entidades financieras que podr¨ªan estar interesadas en su ejecuci¨®n y financiaci¨®n. Incluso el Banco Europeo de Inversi¨®n ha manifestado p¨²blicamente que es un proyecto en el que estar¨ªan especialmente interesados en participar.
Adem¨¢s, la TCP es, posiblemente, la mejor alternativa para mantener la actividad econ¨®mica y el empleo en una amplia zona en estos momentos de recesi¨®n. As¨ª como una oportunidad de negocio a medio plazo para las empresas del sector, tanto espa?olas como francesas, pues no debe olvidarse que su envergadura financiera supera los 6.000 millones de euros. No olvidemos que puede estimarse en unos 120.000 empleos su impacto sobre el mercado de trabajo, y en casi 5.000 millones sobre el valor a?adido bruto de la econom¨ªa. Por otra parte, sus derivadas industriales pueden ser formidables, pues aproximadamente el 30% de los empleos y el 45% del VAB anteriormente mencionados se generar¨ªan en los sectores suministradores de las empresas constructoras directamente encargadas de la realizaci¨®n. Si, adem¨¢s, tenemos en cuenta el giro de las rentas aludidas en el conjunto de la econom¨ªa, los efectos inducidos de esta manera podr¨ªan ser equivalentes a los descritos. Tampoco son desde?ables las derivadas tecnol¨®gicas que, en el campo de la investigaci¨®n y desarrollo de grandes t¨²neles a baja cota, instalaciones y seguridad, se desprenden de un proyecto como el de la TCP.
Muchas veces escuchamos que este tipo de proyectos no son institucionalmente viables, pues para ejecutarlos se necesita una decidida acci¨®n com¨²n por parte de los pa¨ªses lim¨ªtrofes, que no siempre existe. Sin embargo, en estos momentos la sensibilidad a ambos lados del eje pirenaico es m¨¢s favorable que nunca hacia la TCP, al margen de cualquier posicionamiento pol¨ªtico o ideol¨®gico.
Por todo ello, la realizaci¨®n de un proyecto como la TCP no puede estar m¨¢s en l¨ªnea con las recomendaciones de los principales economistas y organismos internacionales respecto al tipo de intervenciones de pol¨ªtica fiscal estructural que requiere esta recesi¨®n global y la modernizaci¨®n a futuro de la econom¨ªa espa?ola. La TCP pertenece a esa clase de proyectos paradigm¨¢ticos que podr¨ªan servir como elemento dinamizador en la "reinvenci¨®n" de nuestra econom¨ªa y para canalizar los recursos productivos excedentarios (empleo, capacidad productiva y empresarial) de un modelo que necesita cambios sustanciales en sus pautas de desarrollo.
Jos¨¦ A. Herce y Carlos V¨¢zquez son socios de Afi y de G¨®mez Acebo & Pombo, respectivamente.
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