Las tormentas golpearon la cara m¨¢s pobre de Madeira
Es la cara m¨¢s pobre de Madeira. La que no ven los turistas y la que menos sale en televisi¨®n. Es la cara de los barrios de las zonas altas de Funchal, capital de esta isla portuguesa, que han sufrido los mayores da?os tras las lluvias torrenciales de la semana pasada. Un recorrido por la periferia de la ciudad de la mano de un especialista permite comprobar la dimensi¨®n del desastre, que puede tener consecuencias m¨¢s graves si vuelven las lluvias. "Funchal tiene dos caras. Esta se parece m¨¢s a las favelas de R¨ªo de Janeiro", explica gr¨¢ficamente Raimundo Quintal, concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Funchal durante ocho a?os e investigador del Centro de Estudios Geogr¨¢ficos de Lisboa.
Aqu¨ª hubo la mayor parte de los 48 muertos contabilizados hasta ahora, y estos barrios registran la cifra m¨¢s elevada de viviendas desalojadas. Muchas de las que siguen en pie est¨¢n en una situaci¨®n precaria, bajo la amenaza de nuevos deslizamientos de tierras. "Ya avis¨¦, ya avis¨¦", dice Raimundo Quintal a los empleados que retiran escombros en la f¨¢brica de pan Socipamo, construida al pie de una antigua pedrera que no ten¨ªa licencia en el barrio de Fundoa. "Fue inaugurada con toda la pompa por el presidente regional [Alberto Jo?o Jardim], en una tierra repleta de fisuras y con una estructura geol¨®gica muy d¨¦bil". La f¨¢brica se ha salvado, de momento, pero el estacionamiento exterior est¨¢ destrozado.
La sierra rodea estos barrios de la cara Norte de Funchal. Desde Monte se ven las laderas peladas, resultado de "siglos de deforestaci¨®n, que ha tambi¨¦n ha contribuido al desastre", apunta el ge¨®grafo. En el pico de Areeiro, de 1.800 metros, nace la ribera de Santa Luc¨ªa que, en ocho kil¨®metros desciende hasta la ciudad y que el s¨¢bado se desbord¨® en varios puntos. Hay numerosas huellas de corrimientos de tierras, con ¨¢rboles y casas que parecen hacer equilibrios para seguir en pie. Los vecinos acosan a preguntas a Raimundo Quintal, muy popular en estos barrios de sus tiempos de concejal. "?Estamos seguros, doctor?", pregunta George, due?o de un peque?o bar amenazado por tres dos grandes casta?os inclinados. "Si caen se llevar¨¢n mi casa". Llega a toda prisa otro vecino para expresar su enojo contra el presidente de Madeira, que acaba de declarar que no quiere que se declare "el estado de calamidad" porque ser¨ªa un p¨¦simo mensaje para los turistas, "y Madeira vive de ellos". "Y los madeirenses, ?qu¨¦ pintamos?", grita un corrillo de moradores de Monte.
Jardim pertenece al conservador Partido Social Dem¨®crata (PSD), en la oposici¨®n en Portugal, y gobierna esta regi¨®n desde hace m¨¢s de 30 a?os. Sus adversarios, que tienen serias dificultades para hacer o¨ªr su voz, le acusan de autoritario y de actuar como un caudillo. Ante las opiniones que se?alan que la falta de planificaci¨®n urban¨ªstica agrav¨® los efectos de las tormentas, el presidente auton¨®mico respondi¨® airado. Tras calificar de "canallas" dichas voces, afirm¨®: "Si no hubi¨¦ramos canalizado las riberas como hicimos, Funchal hoy no existir¨ªa".
"Canalizar no significa cubrir", responde el ge¨®grafo Quintal. "Porque cuando se produce una crecida, el agua tiene que salir por alg¨²n lado, y las consecuencias son m¨¢s devastadoras". Y a?ade: "Jardim habla del centro de Funchal, donde la canalizaci¨®n de las riberas ha sido importante. Pero no menciona la otra cara de la ciudad. La que no pisa nunca y por la que se transita a pie. La que tiene dif¨ªcil acceso, terrenos de gran inclinaci¨®n, viviendas de mala calidad que fueron construidas encima o junto a l¨ªneas de agua". Muchas de estas casas se construyeron sin licencias y sin tener en cuenta los riesgos de su ubicaci¨®n. A?os despu¨¦s, el Ayuntamiento legaliz¨® todas las viviendas y asunto resuelto.
Pero el riesgo sigue. El parte meteorol¨®gico anuncia nuevas lluvias, y la tierra est¨¢ muy blanda. "Hay que levantar diques de contenci¨®n urgentemente", dice Quintal. ?Y despu¨¦s? "Buscar alternativas a estas zonas de riesgo. Tenemos una gran oportunidad para recuperar el centro de la ciudad, donde la mayor¨ªa de viviendas est¨¢n deshabitadas. Habr¨ªa que llegar a un acuerdo entre el Gobierno y los sectores privados, que permitiera realojar a las numerosas familias que viven en los barrios m¨¢s amenazados".
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