Hay que hacer hablar a las momias
El an¨¢lisis a Tutankam¨®n y su familia invita a reflexionar sobre la relaci¨®n de la ciencia con los cuerpos antiguos - ?Debe haber l¨ªmites?
El Titanic se hunde. Un hombre, el profesor Fisher, hace su aparici¨®n en el lujoso sal¨®n del condenado transatl¨¢ntico cargando a hombros un ata¨²d egipcio con su momia dentro: ella, con su maldici¨®n, ha sido, por supuesto, la causante del desastre al chocar el barco con un iceberg en forma de... pir¨¢mide. La escena pertenece al drama Viaje a otra tierra del poeta antropos¨®fico (!) Albert Steffen y es imaginaria, aunque no hace sino plasmar la popular¨ªsima (y falsa) leyenda de que en el famoso buque viajaba una momia. Es el tipo de historia que nos gusta asociar a las momias egipcias, unos restos humanos que, al no consumar, gracias a la t¨¦cnica de los embalsamadores, la tranquilizadora desaparici¨®n que es el destino de todo lo muerto, es decir, al permanecer ah¨ª tercamente con m¨¢s o menos apariencia de vida, excitan el sentido de lo fant¨¢stico y lo malsano y nos deleitan con el helado cosquilleo del terror.
Desvelar el pasado de los faraones ?justifica ponerlos en la mesa de disecci¨®n?
Los arque¨®logos coinciden en que las momias no deben ser deshumanizadas
"Recobrando la memoria, se asegura la eternidad", opina un experto
Enfrentarse a la muerte no es nunca f¨¢cil, ni con escalpelo
El egipt¨®logo Gal¨¢n admite que hay un "aspecto sucio" en su trabajo
La tecnolog¨ªa actual permite estudiar tejidos antiguos sin destrozarlos
La realidad es que, pese a que sus l¨ªderes m¨¢s medi¨¢ticos sean personajes tan sobrecogedores como el Lote 249 o el malo de La momia y a que en nuestra imaginaci¨®n la momia sea una criatura pesadillesca, de mirada fr¨ªa y perversa, en el encuentro entre ese harapiento pueblo de las sombras que son las momias, y nosotros, de mejor aspecto (de momento), las que tradicionalmente salen perjudicadas son ellas. Millones de momias -egipcias y de otras culturas- han sido destruidas en aras de nuestra codicia, nuestra ignorancia o nuestra curiosidad (tambi¨¦n de nuestro odio y nuestro miedo). Incluso las de los m¨¢s grandes faraones han sido incapaces de evitar la persecuci¨®n y el maltrato. Vivian Denon ya se llev¨® a casa una "bella" cabeza de anciana y Belzoni aplastaba momias con sus zapatones en los pasadizos de las tumbas. Con todo ello, y esto es lo m¨¢s importante, se ha perdido una informaci¨®n cient¨ªfica irrecuperable.
La semana pasada fue noticia la nueva investigaci¨®n de patolog¨ªas y genealog¨ªa realizada sobre las momias de Tutankam¨®n y varios de sus familiares (entre otros, su abuela, su supuesta madre, su pretendido padre y la que algunos hab¨ªan identificado como Nefertiti). Los cuerpos embalsamados de estos familiares, tras ser escaneados y punzados para obtener muestras de ADN, se exhibieron bajo los focos de las televisiones en im¨¢genes que dieron la vuelta al mundo. Esas im¨¢genes y esa investigaci¨®n hacen que sea oportuno preguntarse: ?es leg¨ªtimo perturbar el descanso de las momias en inter¨¦s de la ciencia y el conocimiento? ?Justifica el desvelar los misterios de la historia que se las despoje de su intimidad, del derecho de todo individuo a ser respetado en el largo sue?o de su muerte? ?D¨®nde acaba la investigaci¨®n y empiezan el morbo y el espect¨¢culo? ?C¨®mo debe acercarse la ciencia a las momias? En el mismo n¨²mero de la revista Journal of the American Medical Association en el que los investigadores de Tut y su familia publicaron sus conclusiones, el historiador de la medicina Howard Markel reflexionaba sobre las fronteras ¨¦ticas del uso de la panoplia cient¨ªfica sobre las momias y sobre el provecho real de esa intrusi¨®n. Tambi¨¦n se interrogaba, algo ret¨®ricamente, acerca de si las figuras hist¨®ricas del pasado -Tutankam¨®n, Rams¨¦s II- no tienen derecho a las mismas reglas de privacidad que la gente corriente disfruta hoy tras su muerte.
Muchas de estas preguntas tienen respuestas obvias bajo el prisma de la raz¨®n cient¨ªfica, que indudablemente es el que debe prevalecer. La ciencia no debe titubear al adentrarse en regiones donde tradicionalmente han dominado la sombra y el esp¨ªritu (y Osiris) y seguramente con las momias el verdadero l¨ªmite est¨¢ -junto a un m¨ªnimo respeto l¨®gico- s¨®lo en no destruir un material que en el futuro podr¨ªa ser estudiado con m¨¦todos m¨¢s refinados. Desvelar el pasado de los faraones, avanzar en el conocimiento de la historia, justifica incuestionablemente poner a las momias en la mesa de disecci¨®n y escarbar en sus cuerpos. Digamos que hay que hacerlas hablar -uno est¨¢ tentado de escribir: cantar- sin violencia. En todo este asunto hay que tener cuidado de que supuestas razones ¨¦ticas no enmascaren en realidad discursos oscurantistas y religiosos o un exceso de imaginaci¨®n. Pero enfrentarse a la muerte no es nunca f¨¢cil, ni con escalpelo.
No son cuestiones nuevas. Ya Douglas E. Derry, el hombre que bajo la mirada de Carter practic¨® en 1923 la autopsia a Tutankam¨®n, se vio en la necesidad de justificarse. "Muchas personas consideran la investigaci¨®n como un sacrilegio y creen que hubi¨¦ramos tenido que dejar al rey tal y como estaba", escribi¨® en su informe. Derry aleg¨® que trinchando ellos a Tutankam¨®n le ahorraron "el rudo manejo de los ladrones, ansiosos de obtener las joyas que se amontonaron sobre su cuerpo". Y a?adi¨®: "La historia se enriquece con la informaci¨®n que proporciona el reconocimiento anat¨®mico, que en este caso fue de considerable importancia". El coste fue que Tutankam¨®n, "de belleza de p¨¢jaro", qued¨® hecho unos zorros. Algo que los investigadores de hoy deploran porque con las t¨¦cnicas actuales se habr¨ªan logrado mejores resultados sin lastimar a la momia.
"Soy un gran admirador de Carter y me cuesta criticarlo, pero s¨ª, el de Tutankam¨®n es un ejemplo de momia manipulada de una manera que sin duda no era la mejor", reflexiona el egipt¨®logo Jos¨¦ Manuel Gal¨¢n, del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) y director de las excavaciones en las tumbas tebanas de Djehuty y Heri (Luxor), donde han aparecido muchas, muchas momias. "Pero Carter estaba en unas circunstancias y una ¨¦poca diferentes a las nuestras. No se le puede juzgar con nuestra sensibilidad, ni enjuiciar a los que desvendaban p¨²blicamente momias en el siglo XIX y antes, y cuya forma de actuar era a menudo el resultado de entrar en contacto s¨²bito con una civilizaci¨®n desconocida".
"Tenemos que aprender de los errores y no repetirlos, el de las momias es efectivamente un tema delicado y hay que llevarlo con tacto", contin¨²a este hombre capaz de mostrarse circunspecto hasta ante un escorpi¨®n y que afronta los descubrimientos m¨¢s asombrosos con ejemplar parsimonia. "No dudo de que cient¨ªficamente hay que extraer a las momias todo su potencial informativo. En todo caso en nuestra excavaci¨®n las tratamos adem¨¢s siempre con el mayor cuidado y respeto, incluso con mimo. Por supuesto, la forma de estudiarlas depende de su estado. No es lo mismo una momia intacta como la Dama Blanca, envuelta en sus vendas, a la que no manipulamos sino que nos limitamos a radiografiar o a hacerle un TAC, que un cuerpo que aparece ya desvendado y podrido, con los huesos sueltos: a ¨¦ste no hay ning¨²n problema en manipularlo. La t¨¦cnica permite hoy estudiar una momia sin abrirla". Gal¨¢n se?ala que todo material arqueol¨®gico, y los restos humanos antiguos no son una excepci¨®n, "empieza a deteriorarse cuando lo descubres y lo extraes, pero a la vez ofrece informaci¨®n hist¨®rica, que es lo que buscas".
Del despliegue de momias orquestado por Hawass para presentar el estudio sobre Tutankam¨®n y su familia, que ten¨ªa elementos de show (como la manera efectista de retirar las s¨¢banas que cubr¨ªan los cuerpos), opina que no se fue m¨¢s all¨¢ de lo cient¨ªfico y no se jug¨® al morbo. "Hawass es muy cuidadoso y sabe que la sensibilidad isl¨¢mica es muy grande en el tema de los muertos, no se puede montar un circo con ellos. Incluso con los restos antiguos pueden manifestar un gran desagrado".
Para Gal¨¢n, la momia, aunque se hurgue a fondo en ella, no se debe cosificar. "Nunca las deshumanizamos; Roxy Walker, nuestra paleopat¨®loga, las quiere casi m¨¢s que a nosotros. Les ponemos nombre, son importantes". El egipt¨®logo reconoce que hay un indudable aspecto "sucio" en el trabajo del arque¨®logo: "Entras en un enterramiento y extraes un cuerpo y un ajuar. Est¨¢s violando una tumba. Pero tambi¨¦n est¨¢s recuperando la memoria de un individuo y en el caso egipcio, al menos, no dejas de estar cumpliendo un prop¨®sito de sus creencias: ellos cre¨ªan que si los recordabas viv¨ªan en el m¨¢s all¨¢. De alguna manera, les est¨¢s asegurando la eternidad".
De las emociones que provoca tener una momia enfrente, Gal¨¢n dice que ¨¦l no es un fan de ellas, de las momias, y que le interesan m¨¢s los hallazgos art¨ªsticos y los testimonios de la vida intelectual. "Las momias me dan un poco de pena. Pienso en Iker, por ejemplo, la momia del arquero que encontramos al abrir el ata¨²d, con sus arcos y bastones". ?Sinti¨® miedo al verla? "No, no. Respeto, y ganas de hacerlo bien". ?Y asco? "Qu¨¦ va, se conservan muy bien en Egipto y apenas huelen; la Dama Blanca s¨®lo un poco".
Tambi¨¦n ha trabajado con momias Carmen P¨¦rez Die, directora de las excavaciones en Enhasya el-Medina (Heracle¨®polis Magna). "Encontramos muchos individuos, hasta 1.200, la mayor¨ªa muy pobremente momificados. Los excavamos con el m¨¢ximo respeto, siempre con un antrop¨®logo al lado. No los sacamos por sacarlos, sino para estudiarlos. Una vez obtenida la informaci¨®n, los volvemos a enterrar en la misma excavaci¨®n, en una zona acotada. Son restos de seres humanos y nunca dejamos de tenerlo en cuenta. Pero gracias a ellos sabemos muchas cosas. Edad, sexo, raza, enfermedades de una poblaci¨®n, el alto tanto por ciento de muertes infantiles tras la lactancia, las extendid¨ªsimas dolencias musculares que evidencian una vida dura, de grandes esfuerzos, la abrasi¨®n dental causada por la arena en el pan. Tambi¨¦n nos explican elementos rituales y religiosos. La informaci¨®n que nos dan de la vida en la antig¨¹edad es inmensa e irrenunciable". A la egipt¨®loga las momias tampoco le causan una gran impresi¨®n, en el sentido de lo que siente uno ante Boris Karloff o Arnold Vosloo -y no digamos Patricia Vel¨¢squez, cuya indumentaria hac¨ªa parecer una monja a Nefertiti-. "Al principio puede que te impacten un poco, pero te acostumbras, como los m¨¦dicos, supongo. Encontramos mucha con rigor mortis, la boca abierta... te dices ?Dios m¨ªo!, pero te habit¨²as y no te molesta tenerlas al lado mientras comes". Como responsable del departamento de antig¨¹edades egipcias del Museo Arqueol¨®gico Nacional, P¨¦rez Die est¨¢ al tanto de ese otro aspecto de la cuesti¨®n de las momias, m¨¢s all¨¢ de su excavaci¨®n y estudio, que es su exhibici¨®n. "Hay desde a?os una discusi¨®n internacional sobre si deben exponerse o no. Y de qu¨¦ manera. Algunos museos las cubren con sudario completamente, otros destapan la cabeza. Personalmente, creo que si se presentan con respeto y cuidado para su conservaci¨®n -y la salud p¨²blica: no hay que olvidar que pueden descomponerse- est¨¢ bien que se las use para divulgar la civilizaci¨®n egipcia".
El jueves pr¨®ximo, precisamente, se inaugura en el Museo de Arqueolog¨ªa de Barcelona una exposici¨®n con los resultados del estudio de 18 momias an¨®nimas de la antigua Tebas, procedentes de la necr¨®polis de El-Asasif (Luxor), en el marco del Proyecto Monthemhat.
Por supuesto las de Egipto no son las ¨²nicas momias. Las m¨¢s veteranas a¨²n de la cultura Chinchorro, las momias naturales de las turberas, las momias escitas, las chinas o el viejo Otz?, el verdadero abuelo congelado, son otros cuerpos cuyo estudio presenta similares cuestiones. Es el caso de momias incas como Juanita, la doncella de hielo, hallada por Johan Reinhard en una cumbre andina donde hab¨ªa sido sacrificada. Cuando grupos de defensa de los nativos americanos condenaron la intrusi¨®n en la momia y pidieron que se la respetara en nombre de la civilizaci¨®n inca, Reinhard, estupefacto, se?al¨® la paradoja de que se apelara a una tradici¨®n cultural que de hecho fue lo que mat¨® a la pobre Juanita...
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