Democracia torera
Del mismo modo que hemos tenido democracia a la espa?ola, o sea org¨¢nica, que para eso somos tan raciales, ahora vamos a tener una libertad, un anarquismo y un socialismo muy nacionales, te?idos de color dominical y taurino. Me lo dijo el Angel del Se?or, un Angel noticioso enviado por Calvo Serer:
- El semanario Domingo saldr¨¢ los lunes, con toda la informaci¨®n pol¨ªtica, porque los m¨ªtines son siempre en domingo.
Como los partidos de f¨²tbol. El domingo es el d¨ªa peligroso de la semana, porque es cuando el hombre piensa. De modo que ha habido que llenar el domingo de f¨²tbol, ni?os, parcelas, caravanas, retransmisiones, copas del General¨ªsimo y cosas para. que el espa?ol no caiga en la cuenta de que ha sido dem¨®crata org¨¢nico y productor y portador de valores eternos durante toda la semana: o sea explotado. Ahora los m¨ªtines le quitan personal a la Liga y la Copa, y hasta hay quien quiere denunciar el fraude de las quinielas. Ha empezado el torneo de liga de los partidos pol¨ªticos e incluso de los que no tienen partido. Los socialistas en Vista Alegre y los anarquistas en San Sebasti¨¢n de los Reyes, vuelven a hacer la democracia redonda, taurina y dominical que ha sido siempre la buena democracia espa?ola, porque la plaza partida, el semic¨ªrculo de las Cortes se nos queda peque?o, ha sido una reclusi¨®n in¨²til de cuarenta a?os, le faltaba la otra mitad: el pueblo.
Victoria Vera, que previamente se me hab¨ªa quedado indecisa entre el anarquismo y el socialismo como una doncella de Sig¨¹enza entre las armas de la revoluci¨®n y las letras de Bakunin, se present¨® por fin en la corrida nocturna de los Carabancheles, donde Tierno Galv¨¢n sustitu¨ªa a El Platanito torero surrealista de otros tiempos con el que yo me com¨ªa bocadillos en General Ricardos cuando ambos hab¨ªamos llegado a la conquista de Madrid.
Durante cuarenta a?os se ha querido jugar al falso parlamentarismo de la carrera de San Jer¨®nimo, en un hemiciclo aplaciente al que jam¨¢s lleg¨® el pueblo con sus tortillas y sus botas de vino. Por fin las Cortes agonizan, sabiamente narcotizadas por su shakespeariano presidente, y se abre el viejo Senado nacional de las plazas de toros, el Congreso de los pueblos de Espa?a, que es el ruedo con sus grader¨ªos. Los toros son una democracia natural en torno de un asesinato ritual. Cela, con patillas blancas de comodoro, dijo el otro d¨ªa en la Academia que en los toros siempre se sabe lo que va a pasar, pero importa el c¨®mo. El recipiendiario, Torrente Ballester, callaba en gallego. Importa el c¨®mo e importa el cu¨¢ndo. Despu¨¦s de cuarenta a?os.
Despu¨¦s de cuarenta a?os, las sombras altivas de Aza?a y Unamuno, grandes oradores de plaza de toros, se levantan de los tendidos, y ahora hay un anarquismo con meg¨¢fono y un socialismo con gemelos de oro, como los de Morodo, habl¨¢ndole a la vieja tribu circular de Espa?a. En Espa?a, el pol¨ªtico, el orador que se ha llevado siempre a la gente de calle no ha sido el orador de sal¨®n, de Senado o de sal¨®n del trono, sino el orador de plaza de toros, y as¨ª lo han en tendido quienes han movido la historia de Espa?a, desde Ortega a Besteiro, desde Tierno a Juan G¨®mez Casas.
Ayer estuve en el estudio de un pintor carlista que imita a T¨¢pies. Se llama Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez Arn¨¢ez. A veces -casi siempre en Espa?a- los extremos me tocan, como dijera el Nobel y bujarr¨®n se?or Gide. En el Mar¨ªa Guerrero, con una obra de Pirandello, Mar¨ªa Cuadra encuentra el papel m¨¢s importante de su vida, y se mueve en malva y lila por el espacio m¨¢gico que ha creado Narros, pero al final el totalitarismo unificado engulle a los ent¨¦s de poes¨ªa y compra con dinero a los patrones liberales de la inspiraci¨®n. Alguien dice a mi lado que parece un homenaje a los asesinados de Atocha. Cuando por fin el pueblo, el tan temido y malfamado pueblo, se echa a las calles de la libertad, no es la horda informe de los discursos oficiales, sino que toma la proporci¨®n arm¨®nica de las multitudes de M¨¢ximo o la medida circular de las plazas de toros, integr¨¢ndose as¨ª en el m¨¢s viejo molde nacional. Cuando el Parlamento lleva cuarenta a?os de inepcia, florecen al fin, con los clarines de marzo, los parlamentos naturales y redondos de las plazas de toros, donde somos procuradores por designaci¨®n de la libertad.
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