Vivir juntos
En algunos pa¨ªses europeos hay convocada una huelga de inmigrantes, con el objetivo de demostrar que sin ellos la econom¨ªa se parar¨ªa. Es decir, que son imprescindibles. Lo importante no es la movilizaci¨®n en s¨ª, sino lo que significa: los inmigrantes piden reconocimiento, que es el punto de partida m¨ªnimo para poder hablar de convivencia. Por eso son tan nefastas expresiones como "En Catalu?a no cabemos todos", que vuelven cada vez que se acercan unas elecciones. Una palabra inclusiva -todos, los que estamos aqu¨ª- se convierte en exclusiva -algunos sobran. ?Qui¨¦nes sobran? Aquellos a los que se niega el reconocimiento.
La principal tarea de las sociedades actuales es el aprendizaje de vivir juntos gente diferente. Es una saludable necesidad. Necesidad, porque las sociedades homog¨¦neas, que hemos cre¨ªdo que eran las nuestras, contra toda evidencia, ya no regresar¨¢n nunca m¨¢s, ni siquiera como apariencia. Por tanto, hay que aprender vivir en contextos m¨¢s complejos, en los que, por lo menos, durante el periodo de aprendizaje, se tendr¨¢ que negociar permanentemente para defender los espacios de convivencia. Saludable, porque vamos a descubrir que las diferencias son menos grandes de lo que parece, sobre todo si somos capaces de buscar acuerdos en defendernos conjuntamente del mal -utilizando el mecanismo m¨¢s eficiente contra el abuso de poder, la democracia- en vez de empe?arnos en pelear por el bien. Para ello, lo primero es detectar, conjuntamente, los problemas que nos perjudican a todos. ?sta me parece que es la v¨ªa escogida por la alcaldesa de Salt, Iolanda Pineda. Hay dos tipos de pol¨ªticos: los que dicen lo que tienen que decir y los que dicen lo que creen que la gente quiere o¨ªr. Por desgracia, a menudo, ganan ¨¦stos porque en pol¨ªtica la ¨²nica evaluaci¨®n que cuenta son los resultados electorales. Pero, a la larga, se acaba sabiendo qui¨¦n habl¨® con responsabilidad y qui¨¦n se corrompi¨® a s¨ª mismo diciendo no lo que cre¨ªa que ten¨ªa que decir, sino lo que pensaba que la gente quer¨ªa o¨ªr.
Hay que acabar con el t¨®pico que habita en el sustrato del "no cabemos todos": no todos merecen igual reconocimiento
En el siglo XVI, precisamente coincidiendo en el tiempo con la primera ilustraci¨®n europea, la de Maquiavelo, Montaigne y La Bo¨¨tie, para el emperador mogol Akbar de la India, como explica Amartya Sen, "la b¨²squeda de la raz¨®n (en lugar de lo que ¨¦l llamaba "la tierra fangosa de la tradici¨®n") era el camino para afrontar los problemas de conducta y los retos de construir una sociedad justa". Hay que empezar a entender que Occidente no tiene el monopolio de la modernidad. Y acabar con el t¨®pico que habita en el sustrato del "no cabemos todos": no todos merecen el mismo reconocimiento.
Salt es un verdadero laboratorio para el aprendizaje de vivir juntos, un peque?o contenedor de todos los problemas del mundo. La alcaldesa de Salt busca que la gente hable. Por ah¨ª se empieza. Por supuesto, al hablar se han producido diferencias y pol¨¦micas entre y dentro de los diversos colectivos. El pr¨®ximo paso es que los j¨®venes reci¨¦n llegados vayan descubriendo que tienen m¨¢s en com¨²n con la gente de su edad que lleva tiempo aqu¨ª, que con algunos de sus mayores. Y que se vayan trenzando las relaciones que hacen a una sociedad fuerte: las que no se gu¨ªan por criterios ¨¦tnicos o identitarios simples (religi¨®n, origen, etc.), sino por las libres opciones personales. Es ¨¦ste un proceso largo, dificultado obviamente por las circunstancias econ¨®micas, en que muchos de los protagonistas se ven el trance del paro. Por eso, es bueno que se vaya construyendo acuerdos con objetivos comunes: por ejemplo, que la delincuencia es un problema para todos, los nuevos y los viejos, como han proclamado estos d¨ªas algunas asociaciones de inmigrantes. Pero, para ello, es necesaria la reciprocidad: que estemos todos de acuerdo en que la discriminaci¨®n y el racismo son inaceptables, y que una persona no puede ser interpelada reiteradamente si los ¨²nicos indicios que hay contra ella es que es joven y de otro color o de otras facciones. Es un trabajo m¨¢s laborioso. Pero hay que saber que no todo se resuelve aumentando el n¨²mero de polic¨ªas o modificando por en¨¦sima vez el c¨®digo penal, que va camino de convertir a Espa?a en el pa¨ªs con la legislaci¨®n m¨¢s dura de Occidente. La convivencia no mejora fomentando el odio -se?alando la maldad intr¨ªnseca de los ilegales- sino comprometiendo a todos, a trav¨¦s del reconocimiento, en las soluciones. Es decir, hablando de problemas sociales, que conciernen a todos, y no de problemas de inmigraci¨®n que es el modo de se?alar de entrada a los culpables, los que sobran, para el que dice que no cabemos todos.
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