?Ad¨®nde va Italia?
Los esc¨¢ndalos y la debilidad de la oposici¨®n ponen en riesgo algo m¨¢s que el Gobierno
La fiscal¨ªa de Florencia descubri¨® a principios de febrero una red de favores econ¨®micos y sexuales dirigida desde la c¨²pula de Protecci¨®n Civil, una de las pocas instituciones que todav¨ªa gozaba de prestigio en la Italia de Berlusconi. No ha sido el ¨²nico esc¨¢ndalo de las ¨²ltimas semanas. Adem¨¢s, la Fiscal¨ªa Antimafia de Roma orden¨® la detenci¨®n de 56 personas, algunas de ellas con responsabilidades oficiales, por blanqueo de dinero. Y a ra¨ªz de las investigaciones sobre este asunto se descubri¨®, por ¨²ltimo, que uno de los senadores del partido del primer ministro, Nicola di Girolamo, fue elegido con la ayuda fraudulenta de la mafia.
Tal vez no sean los casos de corrupci¨®n m¨¢s graves y espectaculares a los que se ha enfrentado Italia, pero s¨ª los que m¨¢s parecen haber afectado a la conciencia de los ciudadanos. A ello ha contribuido la sensaci¨®n de que ninguna instancia del Estado est¨¢ a salvo de los modos de hacer de Silvio Berlusconi; tambi¨¦n la de que el pa¨ªs vuelve a ser v¨ªctima de males conocidos, como la promiscuidad entre la clase pol¨ªtica y la mafia. Y se empieza a abrir paso la idea de que la inmoralidad de la vida p¨²blica ha superado ya todos los l¨ªmites.
El desasosiego al que se enfrenta el pa¨ªs se ve multiplicado por el hecho de que la oposici¨®n a Berlusconi se encuentra tan desarticulada como el sistema pol¨ªtico del que forma parte. Si hasta ahora un alto porcentaje de ciudadanos italianos pensaba que el problema era tan s¨®lo el Gobierno, en estos momentos es la Rep¨²blica en su conjunto la que empieza a preocuparles. Las instituciones italianas est¨¢n siendo carcomidas desde un flanco por la corrupci¨®n y, desde el otro, por unas reformas legales que se proponen invalidar el Estado de derecho como instrumento para hacerle frente.
Nadie parece saber a ciencia cierta ad¨®nde va Italia, un pa¨ªs fundamental en la construcci¨®n europea, incluido el rostro m¨¢s visible de este deterioro pol¨ªtico y moral sin precedentes, Silvio Berlusconi. La estrategia del primer ministro parece haber perdido cualquier otro horizonte que no sea garantizar su propia inmunidad, desviando peri¨®dicamente la atenci¨®n hacia problemas muchas veces artificiales y suscitados con la sola intenci¨®n de obtener r¨¦ditos de las recetas populistas. Entre tanto, Italia sigue aproxim¨¢ndose a un abismo del que nadie parece saber c¨®mo alejarla.
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