Wilders revoluciona la pol¨ªtica holandesa
La derecha xen¨®foba irrumpe en las urnas con dos victorias en las municipales - El populismo amenaza el modelo de coaliciones en las legislativas de junio
Geert Wilders, el l¨ªder populista conservador holand¨¦s, ya no es s¨®lo un pol¨ªtico vistoso de cabello oxigenado que ha hecho carrera criticando al islam. Tampoco es el diputado raso que milit¨® con los liberales de derecha hasta 2004, para luego fundar en solitario su Partido por la Libertad dos a?os despu¨¦s. A pesar de que s¨®lo present¨® candidatos en dos ayuntamientos, su victoria en las elecciones municipales del mi¨¦rcoles le ha convertido en el pol¨ªtico m¨¢s visible del pa¨ªs.
Tal ha sido el eco de su ganancia, que buena parte de la noche electoral se consumi¨® calculando el tipo de coalici¨®n de Gobierno nacional que se podr¨¢ formar tras las legislativas del pr¨®ximo 9 de junio. En una tierra donde democristianos y socialdem¨®cratas se han repartido tradicionalmente el poder, la irrupci¨®n de una derecha xen¨®foba con toques liberales, como la suya, est¨¢ a punto de revolucionar el mapa pol¨ªtico nacional. Wilders es un contendiente a batir, pero la izquierda le repudia y la derecha le mira con recelo.
El Partido de la Libertad aspira a obtener 27 de los 150 esca?os en liza
Su voto procede de las clases medias y de la izquierda radical decepcionada
"Es un resultado fant¨¢stico. Hoy en Almere y La Haya [las ciudades donde contaba con candidatos locales]. Ma?ana en toda Holanda. El 9 de junio conquistaremos el pa¨ªs", dijo la noche del mi¨¦rcoles tras saberse ganador en ambos ayuntamientos. De haberse celebrado entonces las elecciones legislativas, el Partido por la Libertad habr¨ªa obtenido entre 24 y 27 esca?os en un Parlamento de 150 diputados donde ahora s¨®lo tienen 9. De golpe, ser¨ªa la tercera fuerza del pa¨ªs, indispensable en una coalici¨®n de centro-derecha. Para conseguir un Gobierno de centro-izquierda y arrinconarle, como desean socialdem¨®cratas, verdes y socialistas radicales, se necesitar¨ªan cuatro o cinco partidos. Dicha alianza ser¨ªa, como ha dicho Frans Timmermans, ¨²ltimo secretario de Estado de Asuntos Europeos laborista, "una forma democr¨¢tica de apartarle del Ejecutivo". Tambi¨¦n resultar¨ªa poco pr¨¢ctico, con tantos grupos defendiendo sus programas en cada decisi¨®n.
Lo que de verdad complica la situaci¨®n de Wilders es, claro est¨¢, su rechazo frontal al islam y a la inmigraci¨®n musulmana. Porque lo mismo defiende el matrimonio y los derechos de los homosexuales, que lanza un exabrupto contra el mill¨®n de inmigrantes musulmanes (un 6% de la poblaci¨®n) que viven en Holanda. Ha comparado el Cor¨¢n con Mein Kampf, de Hitler. Ha dicho que el credo musulm¨¢n "es retr¨®grado e incita a la violencia". Quiere prohibir el velo femenino en los ayuntamientos y dem¨¢s instancias oficiales. En Almere, lleg¨® a decir que el Gobierno, ca¨ªdo el mes pasado a causa de la retirada de las tropas holandesas de Afganist¨¢n, "no habr¨ªa descansado hasta levantar un minarete en cada esquina". Repudia la construcci¨®n de mezquitas y propone "echar del pa¨ªs a los inmigrantes de origen marroqu¨ª o turco que cometan delitos".
"Su presencia en el Ayuntamiento de La Haya es un enigma. No sabemos lo que ser¨¢ capaz de pactar ni c¨®mo se comportar¨¢n sus concejales. Hay que esperar acontecimientos", dec¨ªan anoche en Forum, un instituto asesor del Gobierno en asuntos multiculturales dirigido por un holand¨¦s de origen marroqu¨ª. Con su facilidad de palabra, con la que obtuvo el puesto de escritor oficial de discursos en su ¨¦poca liberal, Wilders desvelar¨¢ pronto su estrategia. Donde sus colegas a derecha e izquierda siguen usando la espesa jerga institucional para explicarse, ¨¦l suelta frases castizas y cortantes. "La ¨¦lite de izquierda todav¨ªa cree en el multiculturalismo, el s¨²per Estado europeo y las subidas de impuestos. El resto de Holanda, no. La mayor¨ªa silenciosa tiene por fin voz", dijo en los m¨ªtines electorales de las municipales. Una frase excesiva, si se quiere, pero que le hace ganar adeptos entre la clase media que teme ser, como Wilders dice, "extranjera en su propia tierra de tradici¨®n cristiana".
El otro grupo que tambi¨¦n le sigue es m¨¢s curioso. En su d¨ªa votaron al socialismo radical, pero su descontento populista est¨¢ mejor representado hoy por un l¨ªder que les convierte, asegura, "en el ciudadano medio que duda de los gobernantes".
Para los que lamentan la presencia de Wilders en la tierra de la tolerancia, los soci¨®logos dan una explicaci¨®n muy dura. Lo que se hab¨ªa presentado durante siglos como tierra de acogida, que lo fue y de la forma m¨¢s honrosa, ha pasado a ser en los ¨²ltimos 40 a?os un modelo de indiferencia. La noche de las elecciones locales, un grupo de holandesas aut¨®ctonas se cubri¨® la cabeza para ir a votar. Su pa?olada fue llamativa e integradora a partes iguales. La pregunta es si arrinconar pol¨ªticamente a Wilders no acabar¨¢ por auparle.
Dos ciudades para ensayar el asalto al poder
Almere y La Haya, las dos ciudades elegidas por el Partido por la Libertad de Geert Wilders para ensayar su asalto al poder, no pueden ser m¨¢s representativas. La primera, una ciudad dormitorio situada a 30 kil¨®metros al este de ?msterdam con un 35% de poblaci¨®n de origen extranjero, es joven, abierta y en expansi¨®n. Representa el futuro. La otra es la imagen misma de la vieja pol¨ªtica, con sus reuniones interminables y rencillas partidistas. En Almere, el grupo de Wilders gan¨® las elecciones municipales del pasado mi¨¦rcoles. La Haya lo tendr¨¢ como segunda fuerza tras la socialdemocracia.
Construida sobre un p¨®lder, los terrenos ganados al mar especialidad de los holandeses, Almere inaugur¨® su primera casa en 1976. Una d¨¦cada despu¨¦s, obtuvo el t¨ªtulo de municipio y suma ya 185.000 habitantes. Para 2030 espera llegar a los 350.000. El censo lo componen en su mayor¨ªa familias con ni?os y vecinos de clase media que trabajan en la congestionada ?msterdam. "Vienen en busca de espacio y un hogar con jard¨ªn y garaje, algo impagable en la capital. Como la mayor¨ªa trabaja fuera, nuestra meta es brindarles m¨¢s oportunidades de empleo aqu¨ª", se?alan en el Ayuntamiento.
En el sistema holand¨¦s, los alcaldes son designados por la reina para garantizar su independencia, as¨ª que no cambian aunque su partido quede en minor¨ªa tras las elecciones municipales. En el caso de Almere, la alcadesa, liberal, tendr¨¢ que cohabitar con una mayor¨ªa de concejales de la formaci¨®n de Wilders.
En el Consistorio prefieren no hacer comentarios sobre el periodo que se avecina. Las primeras declaraciones del l¨ªder populista al saberse ganador dan una idea del estilo que imprimir¨¢n sus ediles. "Los musulmanes de Almere no tienen nada que temer". "Todos los que cumplan la ley y sigan las normas establecidas estar¨¢n bien". Teniendo en cuenta que ha sugerido gravar el uso del velo femenino hasta con 1.000 euros anuales, y que prometi¨® formar un servicio de vigilancia ciudadana para mantener el orden, los dem¨¢s partidos contienen la respiraci¨®n.
La Haya es otra cosa. Su primer edificio se?alado (la Sala de los Caballeros) data de 1236. Con unos 500.000 habitantes, es la sede del Gobierno desde el siglo XVI. Es la residencia de la reina Beatriz y cuartel general de empresas como la petrolera Shell y la aseguradora Aegon. El l¨ªder populista quer¨ªa demostrar aqu¨ª la lejan¨ªa de los gobernantes actuales del ciudadano.
El alcalde, Josias van Aartsen, un liberal que fue ministro de Exteriores, ha hecho un gran esfuerzo en presentarla como "la capital de la paz y la justicia", por los tribunales internacionales que alberga. Para Wilders, sin embargo, La Haya simboliza la lentitud de la maquinaria gubernamental. Una imagen que el alcalde no quiere dar. Al contrario. "Espera que el nuevo Consistorio coopere y trabaje en armon¨ªa para el futuro".
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