El lugar del exilio de 1939
Ensayo. No andamos tan sobrados de pol¨¦micas de hondura como para desde?ar una que concierne al lugar del exilio intelectual de 1939 en la historia de la literatura espa?ola. Hace ya tiempo el inolvidable Claudio Guill¨¦n apunt¨® en El sol de los desterrados que los trabajos sobre su recuerdo deb¨ªan pasar del "¨¢mbito de los temas" al de los "problemas". Y hace tres a?os, un libro de Mar¨ªa Paz Balibrea, Tiempo de exilio -"un punto obcecado", como apunta con raz¨®n Jordi Gracia-, lamentaba que el "no lugar" del destierro respondiera a que "la opini¨®n democr¨¢tica del antifranquismo se edifica sobre los cimientos inamovibles del desarrollismo franquista". Jordi Gracia, aludido negativamente en aquellas p¨¢ginas, argumenta aqu¨ª su deseo de "comprender la cultura espa?ola desde 1939 en un solo cauce", pero tambi¨¦n concluye que en lo que toca al exilio, "sus posibilidades de intervenci¨®n se agotaron por razones pol¨ªticas, pero tambi¨¦n de pura consunci¨®n biol¨®gica y de anacron¨ªa o desfase hist¨®rico". Y si es cierto que el exilio "concentr¨® con potencia el valor simb¨®lico de la derrota", tambi¨¦n lo es que, entre 1965 y 1980, cuando m¨¢s intensamente se hablaba de una deuda colectiva, en el fondo prefer¨ªamos -adem¨¢s de Cort¨¢zar y Garc¨ªa M¨¢rquez- el humor de Eduardo Mendoza que no estaba en Max Aub, aquella "precisi¨®n emotiva" de Mars¨¦ que no se hallaba en Arturo Barea o la "insolencia l¨ªrica de Umbral", mejor que la de Rosa Chacel.
A la intemperie. Exilio y cultura en Espa?a
Jordi Gracia
Anagrama. Barcelona, 2010
256 p¨¢ginas. 16,50 euros
Puede que no haya incompatibilidades tajantes en elecciones que algunos nunca hicimos. Pero la ley del ensayo -y como ensayo se define este libro- es a veces la hip¨¦rbole provocativa. Y, en cambio, su mejor defensa siempre estriba en el grado de coherencia emocional que se percibe en su andadura. Y A la intemperie es un libro fluyente y calculado que o¨ªmos respirar, buscar, moverse inquieto -como su autor- entre el espigueo de las citas espl¨¦ndidas y la comez¨®n de definir con brillantez. Lo consigue. No tiene nada que ver con la pataleta de Francisco Umbral que exalt¨® la figura de Camilo J. Cela contra la de los desterrados, beneficiarios del "misticismo devoto del exilio" donde casi todo ha sido "ruido y Academia" (Las palabras de la tribu). Con razones verdaderas, Jordi Gracia ha hablado de una "democracia can¨ªbal", aunque "benigna", y de un balance lleno de matices. Y su actitud nos se?ala un rumbo nuevo: asistimos al "reencuentro de los nietos", interesado pero tambi¨¦n justiciero, conmovido pero deseoso de lucidez, y nos hace pensar inevitablemente en las p¨¢ginas y las autoficciones de Antonio Mu?oz Molina, Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n y Javier Cercas, sus coet¨¢neos, que se citan oportunamente en las ¨²ltimas p¨¢ginas de A la intemperie.
Como ellos, el autor ha querido ver la llaga desde dentro y no es casual que la mayor parte de las citas provengan del importante caudal de epistolarios que vamos atesorando y que no falten las de testimonios cl¨¢sicos como el madrugador ensayo Para qui¨¦n escribimos nosotros, de Ayala; La gallina ciega, de Aub, y Drama patrio, de Gil-Albert. Desde dentro, se recuentan aqu¨ª los desgarrones que se saldaron con sufrimiento (los suicidios de Eugenio ?maz o Ram¨®n Iglesia Parga, o el dolor y la desorientaci¨®n de Rosa Chacel), los "regresos inciertos" y tempranos (principalmente de exiliados catalanes), las acomodaciones felices y fecundas (las de Pedro Salinas, Adolfo Salazar, Josep Llu¨ªs Sert o Luis Bu?uel), los intentos de di¨¢logo con el antifranquismo del interior (visibles en las referencias del Bolet¨ªn de Informaci¨®n de la Uni¨®n de Intelectuales Espa?oles, que acaba de editar Manuel Aznar Soler) y la presencia de quienes fueron, desde Espa?a, abnegados albaceas del exilio (Rafael Lapesa o Jos¨¦ Luis Cano).
A la intemperie tiene una seguridad y un br¨ªo narrativos que cautivan. La primera obedece, sin duda, a que forma parte de una trayectoria vocacional de singular coherencia que se inici¨® con una indagaci¨®n sobre la restituci¨®n del di¨¢logo intelectual bajo el franquismo (Estado y cultura y La resistencia silenciosa); en medio hubo una panor¨¢mica del presente, Hijos de la raz¨®n, y al final, un par de memorables vol¨²menes sobre Dionisio Ridruejo, que estuvo en todas partes, incluida la intemperie. Ahora llega, casi necesariamente, un importante ensayo sobre el exilio pero tambi¨¦n, por qu¨¦ no, sobre nosotros. -
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