La obispa que bebi¨®
La l¨ªder de la Iglesia evang¨¦lica en Alemania dimiti¨® tras conocerse que triplic¨® la tasa de alcoholemia. Muchas voces creen que se la juzg¨® con m¨¢s dureza por ser mujer. ?Hubo sexismo?
El pasado octubre, Margot K?ssmann, entonces obispa protestante de la Iglesia de Hannover, logr¨® lo que nunca antes una mujer hab¨ªa conseguido: con un voto un¨¢nime y la bendici¨®n de la prensa encantada por su carisma, fue elegida l¨ªder de la Iglesia evang¨¦lica en Alemania (EKD), una instituci¨®n que re¨²ne al 30% de la poblaci¨®n. Nadie se imaginaba, entonces, que su mandato iba a durar tan s¨®lo cuatro meses. La semana pasada, K?ssmann dimiti¨®. Cuatro d¨ªas despu¨¦s de que la polic¨ªa la parara ebria conduciendo su coche particular, consider¨® que no ten¨ªa "la autoridad moral para seguir en el cargo". El acontecimiento abri¨® un amplio debate en Alemania acerca del sexismo y de la "tolerancia cero" de la Iglesia.
"Mi coraz¨®n me dice con toda claridad que no puedo mantenerme en el cargo con la suficiente autoridad"
Margot K?ssmann, de 51 a?os, divorciada, con cuatro hijos y autora de un libro acerca de la crisis de la mediana edad en las mujeres y de su personal experiencia en la lucha contra el c¨¢ncer de mama, se hab¨ªa convertido en octubre en la "estrella pop de la Iglesia evang¨¦lica", en palabras del semanal Der Spiegel. En a?os de constantes p¨¦rdidas de fieles, K?ssmann, adem¨¢s de gozar de amplio respaldo por ser una reputada te¨®loga, ten¨ªa que traer consigo aire fresco y adhesiones entre los j¨®venes.
Al recibir la noticia de su nombramiento en octubre, dijo a la prensa alemana: "Mis hijos son mayores, y mi perro, anciano", para indicar que ya ten¨ªa tiempo suficiente para ocuparse de 25 millones de fieles. Su discurso directo, sus tomas de posici¨®n fuertes, el apoyo de muchos, tambi¨¦n fuera de la Iglesia, y las cr¨ªticas de cierta parte de las jerarqu¨ªas eclesi¨¢sticas, as¨ª como de los pol¨ªticos conservadores, le garantizaron una presencia constante en los medios.
Habl¨® sin restricciones sobre varios temas sensibles. Critic¨®, por ejemplo, la ense?anza cat¨®lica acerca de la prevenci¨®n del sida en ?frica. Asimismo, conden¨® las posiciones cat¨®licas sobre los homosexuales y el celibato. Sin embargo, las palabras que tuvieron m¨¢s eco fueron las de su serm¨®n de A?o Nuevo, cuando pidi¨® la retirada de las tropas alemanas desde Afganist¨¢n. "Los soldados alemanes deber¨ªan ser retirados cuanto antes", dijo.
Su posici¨®n era una de las m¨¢s importantes en Alemania. Para su pa¨ªs representaba una autoridad moral superior a la de cualquier otro. Sin embargo, hace dos semanas, un s¨¢bado por la noche, se port¨® como cualquier ciudadano de a pie. Tom¨® alcohol en una cena, agarr¨® su coche Volkswagen Phaeton y se dirigi¨® hacia su casa sin pensar que quiz¨¢ ser¨ªa mejor llamar a un taxi. Cuando la polic¨ªa la par¨®, acababa de saltarse un sem¨¢foro rojo y conduc¨ªa al doble de la velocidad permitida. Por estas dos razones fue sometida a una prueba de alcoholemia y result¨® tener 1,54 miligramos de alcohol en la sangre, equivalente a m¨¢s de tres veces el l¨ªmite permitido (0,5 miligramos), "un nivel totalmente incompatible" con la conducci¨®n de un coche, seg¨²n se?al¨® la polic¨ªa.
La publicaci¨®n de la noticia origin¨® un inmediato revuelo en la prensa alemana que, por lo general, m¨¢s all¨¢ del color pol¨ªtico, conden¨® el error de K?ssmann, pero no pidi¨® su dimisi¨®n. A su vez, el Consejo de la Iglesia Evang¨¦lica en Alemania (EKD), formado por 14 miembros, se reuni¨® de forma urgente y formul¨® un comunicado oficial en el que extendi¨® su apoyo un¨¢nime y su plena confianza en la obispa: "En una confianza incondicional, la Iglesia Evang¨¦lica remite a la presidenta la decisi¨®n acerca del camino que hay que tomar". Aunque se trataba de un mensaje de apoyo, sonaba ya como un adelanto de su dimisi¨®n.
Pragm¨¢tica y concisa, tal y como acept¨® su compromiso, en una rueda de prensa de seis minutos, K?ssmann dimiti¨® de los dos cargos que detentaba: obispa de Hannover y presidenta de la Iglesia evang¨¦lica. "Mi coraz¨®n me dice con toda claridad que no puedo mantenerme en el cargo con la suficiente autoridad", declar¨® K?ssmann en Hannover. "Comet¨ª un grave error y me arrepiento de ello". Adem¨¢s, K?ssmann dijo haber aprendido que "no se puede caer m¨¢s abajo que en las manos del Se?or". Pocos d¨ªas despu¨¦s fue reemplazada por Nikolaus Schneider, un hombre.
El asunto se convirti¨® pronto en un debate de g¨¦nero dentro de la Iglesia. "Las mujeres se encuentran todav¨ªa siempre en un papel de pioneras", asegura Barbel Wartemberger-Potter, ex obispa de Schleswig-Holstein L¨¹beck, tercera mujer en Alemania que alcanza tales niveles dentro de las jerarqu¨ªas. "No tenemos a¨²n el derecho de cometer tantos errores como nuestros colegas hombres. (...) Las mujeres tienen menos experiencia con el ¨¦xito y el fracaso. No se pueden permitir errores. Todav¨ªa hay grupos en la Iglesia que no reconocen a las mujeres en posiciones de liderazgo".
Para las mujeres en la Iglesia, las dimisiones suponen una p¨¦rdida enorme. "Su renuncia representa una p¨¦rdida tambi¨¦n para muchas mujeres en otras iglesias, quienes, en la elecci¨®n de Margot K?ssmann como jefa de la Iglesia evang¨¦lica, vieron un ejemplo de coraje para el progreso en sus propias iglesias", explica en una entrevista por correo electr¨®nico Brunhilde Raiser, presidenta de las Mujeres Evang¨¦licas de Alemania.
"Todav¨ªa ahora las mujeres son evaluadas con una escala distinta de la de los hombres. La p¨²blica agitaci¨®n por el comportamiento errado de Margot K?ssmann fue mucho m¨¢s exagerada que la referida a pasadas experiencias an¨¢logas que tuvieron como protagonistas a funcionarios hombres".
No todos est¨¢n de acuerdo. En un comentario muy duro publicado en Der Spiegel, el te¨®logo Markus Becker insisti¨® en que un nivel de 1,54 de alcohol en la sangre no significa una copa de m¨¢s, sino "una botella de m¨¢s". Record¨® la gravedad del delito en un pa¨ªs que el a?o pasado registr¨® 400 muertes por accidentes en la carretera, y dijo que el sexismo, que sin duda es un problema de las iglesias alemanas, no tiene absolutamente nada que ver con el caso de K?ssmann. Un an¨¢lisis sexista que, seg¨²n ¨¦l, "no s¨®lo es un error, sino que tambi¨¦n le quita a K?ssmann el respeto que su decisi¨®n le ha granjeado".
El debate acerca del sexismo, la renuncia de K?ssmann y el ruido que ¨¦sta caus¨® se producen en un momento delicado para la imagen de los protestantes en Alemania: el mes pasado se produjeron varios esc¨¢ndalos de abusos sexuales en colegios. Ambos acontecimientos, a pesar de no tener nada en com¨²n, han alimentado un debate acerca de la necesidad (o no) de modelos morales sin manchas en la sociedad.
"Una sociedad ser¨ªa m¨¢s madura si no necesitara modelos de h¨¦roes impecables en su cabeza", escrib¨ªa Markus Horeld en el semanal Die Zeit. "Ser¨ªa deseable que las personas en los organismos directivos eclesi¨¢sticos pudieran tratar abiertamente con sus errores y defectos. Es lo que, precisamente, hizo Margot K?ssmann con su asunci¨®n de culpabilidad", asegura Brunhilde Raiser.
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